El anuncio de la renuncia, que se materializará el próximo día 16, de Eneko Goia como alcalde de San Sebastián, y su decisión de no ... concurrir a la reelección en 2027, ha supuesto una inesperada sacudida al tablero político tanto local como vasco. Es la primera vez que se produce un relevo de esta naturaleza al frente de una Alcaldía de una capital vasca. Goia ha enmarcado su decisión en el contexto de un final de ciclo después de diez años en la Alcaldía para no eternizarse en el cargo. Más allá de la dimensión personal que tiene esta sorprendente despedida cuando faltan dos años para las elecciones municipales de 2027, no puede desligarse el anuncio de un determinado contexto donostiarra de desgaste en la gestión municipal. Ya en los últimos comicios de mayo de 2023, el PNV, que ganó las elecciones, experimentó sin embargo una notable erosión de casi 10.000 votos menos que, gracias a la Ley d'Hondt, no se reflejó más que en la pérdida de un edil. El PNV se ha anticipado al precipitar este movimiento para rodar a Jon Insausti, concejal de Cultura, como candidato alternativo y que cuaje como cartel electoral en 2027. Se va a presentar un escenario más abierto y reñido que otras veces, con EH Bildu pisándole los talones y un PSE que también querrá intentar recuperar una Alcaldía que gestionó Odón Elorza entre 1991 y 2011. El pleno del 16 de octubre, el último que presidirá Goia, será el escenario de un debate estratégico sobre el modelo de ciudad gestionado hasta el momento y las líneas del futuro. Han aflorado nuevos problemas, algunos derivados de la transformación de Donostia. La exitosa apuesta por el turismo debe ir acompañada de la adopción de medidas para ordenar el sector y hacer frente al malestar que se ha suscitado en una parte de la ciudad. Si a eso le añadimos el grave problema de la vivienda y los conflictos ligados a la seguridad ciudadana, nos encontramos con la agenda que sufren otras ciudades de una escala similar a San Sebastián. Son luces y sombras en la gestión que ponen de relieve que se necesita tiempo para que determinadas cuestiones obtengan una respuesta cercana y empática. Viene un tiempo decisivo a la espera de que culminen las obras del nuevo Topo y de que se inicie el desarrollo urbanístico que se prevé en la vega del Urumea tras la compra de los cuarteles de Loiola. La apuesta del PNV encierra sus riesgos. De entrada, Insausti tendrá que reforzar su equipo de colaboradores más estrecho para que la transición no solo sea ordenada sino eficaz.
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