¿#NotAllMen?
Año tras año tenemos que vivir el desdén, la burla o el insulto de los hombres que prefieren sentirse ofendidos por nuestras palabras que reflexionar sobre la realidad social que vivimos las mujeres
Otro 25N. Otro artículo más y pocas esperanzas. Es agotador seguir dando las cifras año tras año, en un intento desesperado por que calen de ... una vez. 41 mujeres asesinadas por violencia machista en España en lo que va de año –la última ayer de madrugada en Estepa–. Catorce violaciones denunciadas al día, una cada dos horas, y cincuenta y cinco agresiones sexuales diarias. Casos deleznables de violencia sexual, en los ámbitos de la política, la cultura, la empresa, con los que puede que hayamos aprendido de una vez por todas que el maltrato contra las mujeres es estructural y arrasa con todo, ideologías incluidas.
En el año en el que un influencer de la androsfera española (que, como la define la autora del término, la escritora británica Laura Bates, es un movimiento radical que promulga una doctrina de supremacía masculina en internet), conocido por sus bulos y sus ataques contra las mujeres, ha conseguido entrar en el Parlamento Europeo con nada menos que tres escaños y un nombre de partido que suena a chiste, y que un personaje condenado por delitos de abuso sexual, entre otros muchos, con un discurso que sería cómico si no fuera por los peligros que entraña, se haya convertido de nuevo en presidente de los Estados Unidos, los discursos negacionistas de las violencias de género se hacen cada vez más fuertes, amplificados por las voces del movimiento antifeminista. Es importante recalcar que surge como respuesta a los triunfos del feminismo y la adquisición de derechos de las mujeres y otros colectivos oprimidos. Y que, aunque bebe del machismo, el sexismo y la misoginia, se distingue de ellos en su articulación como contramovimiento organizado.
Recordemos: organizado. Organizado y muy peligroso. De ahí que haya adquirido gran relevancia en los últimos años en los estudios sociales y que haya numerosas mujeres en la Academia que ponen en riesgo incluso su integridad física por tratar de comprender los mecanismos de dicho movimiento para poder desarticularlo. Porque ya es hora de que entendamos que el mundo digital no existe como algo externo al mundo analógico; ambos son el mundo real, como tal nos afectan y como tal hay que abordarlos. A estas investigadoras valientes y comprometidas va mi reconocimiento en un día como este, si sirve de algo.
Seamos claros. Que la respuesta a las demandas de las feministas y los testimonios de mujeres que por fin se han sentido de alguna manera sostenidas para poder contar sus relatos de horror haya sido el hashtag #NotAllMen (traducido al castellano como 'No todos los hombres') es, cuanto menos, desasosegante. ¿De verdad? ¿No hay siquiera un resquicio para el autoanálisis y la empatía? Porque si yo lo he vivido y lo he visto, créeme, tú lo has hecho o lo has visto también. Ya lo dice la campaña de Emakunde de este 25N: «Negar la violencia machista es una forma de apoyarla». Pero nada, año tras año tenemos que vivir el desdén, la burla o el insulto de los hombres que prefieren sentirse ofendidos por nuestras palabras que reflexionar sobre la realidad social y asumir la parte que juegan en la historia. Ya estáis vosotras otra vez con vuestras cosas, feminazis, malfolladas, y por qué no ha denunciado antes, ya te daría yo a ti lo que es bueno para que se te cambie la cara... Incluso, hace tan solo unos días, te voy a matar.
Pues aun a riesgo de seguir siendo pesadas, cansinas, feminazis, malfolladas, seguiremos escribiendo este artículo año tras año, esperemos que con alguna nota positiva. Por ahora hay poco que celebrar, aparte de la unión y la solidaridad entre mujeres, que se demuestra cada día más y que escuece sobremanera en la androsfera. Pero a pesar de esa unión, seguimos viendo que denunciar es un acto para el que hay que prepararse porque te hará sufrir más violencia, tanto por tener que revivir los hechos desde la distancia y pasar por el trago una vez más, como por la exposición a acusaciones varias sobre el por qué, el cuándo y el para qué de la denuncia. En definitiva, siempre perdemos. Pero no paramos. Y nos apoyamos las unas a las otras.
Los numerosos ejemplos de este último año no hacen más que confirmar que necesitamos seguir trabajando y reivindicando, porque la lucha está lejos de haber terminado. Si algo hemos tenido que aprender las mujeres a lo largo de la historia es la constancia, el tesón, y el tirar para adelante con lo que sea, porque no nos queda otra. Y aunque a menudo resulte agotador, como decía al inicio de este artículo, y nos parezca que año tras año estamos dándonos de bruces ante el mismo muro, el hecho de que los antifeminismos crezcan significa que nuestro movimiento es fuerte y peligroso para quienes no quieren la igualdad. Y ya pueden insultarnos, ningunearnos o ultrajarnos que no, por mucho que lo intenten, no nos van a parar.
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