Desde su residencia de descanso, el rey telefonea para manifestarle su solidaridad por la ola de incendios al presidente de la Comunidad Autónoma, que también ... se encuentra de vacaciones, pero perfectamente informado en tiempo real por su consejero de Medio Ambiente, por supuesto de asueto, pero en permanente contacto con su viceconsejero, que desde el lugar en el que pasa el estío habla a diario con los alcaldes afectados para que le cuenten lo que les han dicho los servicios de emergencias.
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Seguro que todo esto tiene una explicación racional, pero da lo mismo porque enunciarla requeriría tal nivel de detalle que nos perderíamos antes de haberla entendido. Se dirá que todo responsable político tiene derecho a descansar y faltaría más, pero igual que las vacaciones del ministro de Deportes no deberían coincidir con un Mundial de Fútbol si su país es la sede, ni las del ministro del Interior con una huelga general, quizás el consejero de Medio Ambiente de comunidades básicamente rurales debería colocar sus días de libranza en esas mismas fechas en las que, según su criterio, es un «despilfarro» mantener a tantos bomberos. Y quedarse en su puesto durante todo el mes de agosto.
El marido de la mujer del César no sólo debe trabajar, sino también aparentar que lo hace. En plena desafección de la Política y mientras crece en algunos sectores de la juventud la convicción de que siempre será mejor una dictadura que una democracia, la concatenación de imágenes de políticos en bermudas hablando por el móvil y de bomberos y voluntarios sofocando llamas es demoledora. «Estoy perfectamente informado». También usted y yo lo estamos. Hasta en exceso, diría.
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