Arantxa Arano, empleada y Maite Asensio, jefa, en el interior de la Mercería. FOTOS I. CASTAÑO
Errenteria

La costura pierde dos botones por el camino

Cierre de negocios. Dos históricos comercios como Mercería Maite y Mercería Juani cerrarán sus puertas en los próximos meses por jubilación y la ciudadanía ya empieza a lamentar dos pérdidas «irreparables»

Iker Castaño

Errenteria

Sábado, 20 de enero 2024

Cuántas veces habrán tratado de darle una segunda vida a una prenda pero ni por h ni por b pudieron arreglarla. Hay cuestiones irreparables, como las que van a dejar las Mercerías Maite y Juani en los próximos meses. La costura ha perdido dos botones por el camino y habrá que hilar muy fino para tratar de darle la vuelta a una cruda realidad. Cada vez nos quedan menos comercios históricos en Errenteria.

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Ha llegado el año de la jubilación para Maite Asensio, quien un día –hace 49 años– decidiera saltar al mundo de la mercería poniendo todo su empeño y esfuerzo con el respaldo y el apoyo de sus padres. «Recuerdo que tenía 17 años y tenía toda la ilusión del mundo por iniciar este proyecto», rememora con nostalgia. Ha llovido mucho desde entonces pero lo ha conseguido. Mercería Maite ha subsistido a lo grande, dejando una huella que será imborrable para gran parte de la localidad. «Hemos tenido altibajos a lo largo de nuestra trayectoria pero gracias a muchos clientes hemos seguido dedicados al mundo de la costura por y para ellos», agradece antes de repasar la vida del local.

Primero comenzó en un espacio pequeño y familiar de la misma calle Santxo Enea donde se encuentra ahora y «enseguida nos dimos cuenta de que se quedaba pequeño y nos trasladamos a otro local más grande dividido en tres trozos», echa la vista atrás. «Hemos ido ampliando hasta hacernos con la totalidad del local hace unos quince años, que nos dio la posibilidad para instalar los probadores y hacer un buen escaparate». Con ello, también aumentó el material. «Primero empecé con lo que es mercería y después ya pasamos a vender sujetadores, pijamas, batas...», sostiene Asensio entre cliente y cliente.

No ha parado la actividad desde que abrió sus puertas, a excepción de los años de pandemia, cuando «lo pasamos mal y nos costó remontar. Temíamos que ya no abriéramos más, pero poco a poco fuimos recuperando a la clientela y hemos podido mantenernos hasta la jubilación», explica y agradece al mismo tiempo la jefa, acompañada por la empleada Arantxa Arano. No obstante, se detiene por un momento en esta cuestión para trasladar la situación actual de los comercios. «Los negocios pequeños hemos ido perdiendo protagonismo por muchos motivos. Antes teníamos largas colas pero eso ya no se volvió a ver», añade.

Si algo ha caracterizado a Mercería Maite es que, «aunque perdiéramos esa venta de paso y tuvieran que salirse de las arterias principales del centro para encontrarnos, siempre nos venían», asegura. «Aquí hemos tenido de todo, y por ello esa fama», reconoce Asensio. «Nos hemos caracterizado por contar con artículos muy variados. Si venían pidiendo un pijama no le sacábamos uno, sino veinte. Por eso nos venían a buscar, sabían que aquí iban a encontrar lo que querían», revela, consciente de que cuando cierre la persiana por última vez «nos echarán mucho en falta», tal y como le han reconocido numerosos vecinos en los últimos meses. 'Pena' es la palabra más repetida entre los ciudadanos que se han acercado en alguna ocasión a este legendario local en el corazón de Errenteria.

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Ahora ya mira hacia adelante, la jubilación, pero antes manda un mensaje a la ciudadanía. «Que nadie piense que hemos cerrado, aún nos quedan muchos artículos en liquidación», informa, reconociendo asimismo que «nos está costando este último empujón». Muchos le han preguntado por el día que cerrará y echará la llave pero ni siquiera ella lo sabe. «Antes quisiera quitar todo lo que pueda», comenta, admitiendo que el momento de cerrar «será este año. Estaremos unos meses más». Le gustaría que en el día de mañana pudiera cederle el testigo a alguien pero «los tiempos han cambiado y ahora ya es complicado que alguien te venga y te diga que se quiere hacer cargo de todo esto». Lo que sí sabe Asensio es que «todavía hay gente que cose y a la que le va a costar asimilar nuestro cese», reafirma.

«Se me caerá alguna lágrima»

A falta de una, el cese de una mercería que ha sido histórica en el municipio será todavía más complicado de llevar con la clausura de una segunda, en este caso de la Mercería Juani, ubicada ésta en plena calle Viteri. Allí llegó procedente de la Guinea española Juana María Parrondo, quien «vio que había un local vacío y no dudó en darle vida», reconoce su hija María Teresa Ledo Parrondo.

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Hablamos del año 1975, cuando asumió un traspaso por parte de Juani Kortajarena y por ello se bautizó el local como Mercería Juani. «Antiguamente se vendían telas de sábana y lanas, pero después de un incendio pasó a ser una mercería normal y corriente», recuerda Ledo. No le será «sencillo» cerrar por última vez las puertas (todavía no hay fecha definida) y afirma que «se me caerá alguna lágrima que otra». Y lo tiene que hacer «por jubilación y por todo lo que dejó la pandemia», sino «seguramente hubiera llegado a un acuerdo con la Seguridad Social para seguir unos años más». En definitiva, la mesa de la costura pierde dos grandes patas.

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