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San Adrián, vigía silencioso entre colosos
La cima de la sierra de Andia nos ofrece unas magníficas vistas de los valles y sierras que la rodean. Espectáculo natural único
Un precioso cielo azul enmarca la sierra de Andia. El intenso verde del musgo que cubre las rocas de los hayedos contrasta con el blanco-gris casi impoluto de las rocas repartidas por las campas. La estampa es espectacular. Es la recompensa de la ruta de esta semana por zonas de pasto envueltas por un intenso manto de niebla que mantiene la sorpresa hasta que el astro sol se impone al mediodía.
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Artxueta, Beriain, Aizkorri... son solo algunas de las cimas que se pueden ver desde el perfecto balcón de la sierra de Andia, mientras enormes buitres con sus alas extendidas surcan los cielos de los municipios que se sitúan a los pies de San Adrián. Un espectáculo natural que nos impresiona al ver el vacío y sentir que somos un pequeño elemento de este escenario en el que Hegoi, el viento del Sur, es el dueño y señor de lo que nos rodea.
Este precioso entorno de la sierra de Andia enamora a quien lo pisa. Sierra que se sitúa en la parte Nor-Occidental de la Comunidad Foral de Navarra, más concretamente entre las comarcas Barranca al Norte y Tierra Estella al Sur. Este magnífico entorno destaca por su riqueza ecológica, biológica, paisajística, arqueológica y sociocultural.
INFORMACIÓN MIDE
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Acceso: Para llegar al puerto de Lizarraga deberemos acceder desde la autovía de la Sakana a la carretera de Andía/NA-120 hasta la venta.
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Horario: El paseo desde la Venta de Lizarraga ronda las tres horas a un ritmo tranquilo por pistas de tierra y piedras sueltas. Muy recomendable para hacer en familia.
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Distancia 10,3km
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Desnivel positivo: 260 m
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Severidad del medio: 2
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Dificultad orientación: 2
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Dificultad del terreno: 2
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Esfuerzo necesario: 2
Caminar por esos caminos y terrenos que el mar cubría hace 65 millones de años impresiona y nos lleva a imaginar por la disposición y la forma de las rocas cómo sería este entorno cubierto por una inmensa capa de agua. Los expertos recuerdan que los restos de los corales, crustáceos y peces que habitaban aquellas aguas se acumularon en el fondo marino, se compactaron por la presión del agua y se transformaron en la roca caliza que hoy forma el suelo del Parque Natural navarro y vamos observando mientras avanzamos mientras seguimos un camino que adentra en la sierra. El entorno está verde y en algunas campas observamos las balsas de agua formadas con las lluvias y en su caso con la nieve que habitualmente cubre bosques y zonas de pasto, aunque este año no sea tan copiosa. Esta mañana la precipitación de la noche del jueves ha blanqueado sus cimas. Pero, a pesar de la abundancia de precipitación en forma de lluvia o nieve, genera regatas de entidad. Las características del terreno hace que el agua se filtre por grietas y simas formando acuíferos subterráneos que fluyen al exterior a través de nacederos tan espectaculares como el del Urederra, situado a unos kilómetros en el impresionante anfiteatro rocoso del cortado sur de Urbasa, protegido como Reserva Natural.
Desde la zona alta de una u otra sierra se puede observar la línea de montes que las conforman, así como las zonas de pasto en las que en estos momentos no hay ganado o los bosques, En el caso de la sierra de Andia los bosques en los que domina el haya, acompañada de arces, tilos, fresnos y acebos y, en las lindes del bosque, crecen majuelos, espinos y rosales silvestres. Entre la riqueza forestal del parque, destaca el tejo de Otsaportillo declarado Monumento Natural, así como el haya de Limitaciones, un ejemplar de dimensiones extraordinarias.
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Son solo dos ejemplos de los muchos árboles que pueblan la sierra de Urbasa-Andia en la que sus bosques durante siglos han sido aprovechados para la obtención de leña, carbón vegetal, pastos, caza, setas y frutos silvestres. Las antiguas leyes del Reino de Navarra reconocían a todos los navarros el derecho a llevar a pastar su ganado y también al disfrute de leñas para necesidades básicas.
40.000 cabezas de ganado
La sierra es muy exigente por sus características climatológicas, pero también generosa para los habitantes de los pueblos que pueden aprovechar su explotación. De hecho, cerca de 40.000 cabezas de ganado aprovechan cada año sus pastos estivales, que desde 2018 cuentan con certificación ecológica. La mayoría son ovejas, pero también suben vacas y yeguas. Su presencia está autorizada entre el 15 de abril y el 15 de diciembre, salvo algunas pocas explotaciones residentes que pueden permanecer todo el año.
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Andia es espacio de pastores y el recorrido que lleva su nombre nos lo avala. Partiendo desde la venta de Lizarraga podemos recorrer dicho sendero, que nos recuerda que durante generaciones han transitado con sus rebaños por los senderos que se abren por las zonas de pasto,
Los estudios arqueológicos de la zona muestran su existencia desde hace miles de años. De hecho, los datos destacan que los cazadores del Paleolítico dieron paso, en el Neolítico, a la vida pastoril en los rasos. Aquellos primeros pastores dejaron enigmáticos monumentos funerarios: catorce dólmenes, varios cróm-lechs y tres menhires. A lo largo del recorrido hasta San Adrián desde la venta podemos ver las ubicaciones de varios de ellos.
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Desde la venta de Lizarraga
El punto de partida de esta ruta es el aparcamiento que hay junto a la venta de Lizarraga, justo antes de pasar el túnel. Desde aquí sale un camino que seguiremos tras pasar un paso canadiense que en el lateral cuenta con un paso, por si tienen que pasar algún perro o no les gusta superar las barras del suelo. El camino no tiene pérdida si seguimos la pista de tierra y piedras sueltas que nos conduce sin ningún problema por zonas de pasto desiertas, junto a las que se encuentran algunas bordas o chabolas, y algunas zonas boscosas.
Avanzamos siguiendo las balizas de madera con pintura verde y blanca. El camino no reviste gran dificultad y no presenta apenas desnivel. Se mantiene más o menos mientras avanzamos por la pista. A lo largo del mismo nos encontramos diferentes señales verticales y paneles que nos informan sobre la dirección y la riqueza natural de lo que observamos a nuestro paso.
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Caminamos disfrutando de la tranquilidad que nos rodea y de manera tranquila llegamos a una roca que a nuestra derecha nos dirige a través de un bosque con un manto marrón a nuestros pies formado por abundantes hojas que destacan el blanco de las rocas cubiertas con el musgo verde oscuro que nos traslada a un país habitado por seres del bosque. No es difícil que nuestra mente nos traslade a escenarios de películas de esta temática.
Regresamos a nuestra ubicación y tras superar una pequeña pendiente observamos rápidamente la edificación de la ermita de San Adrián, junto a la que observamos el buzón que ubica la cima. Desde allí, solo nos queda disfrutar de las magníficas vistas. El colosal Beriain se muestra poderoso. Artxueta nos muestra su señorial balcón, Aizkorri con todas sus cimas,...
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Desde la ermita-refugio continuamos el camino para realizar la línea de picos que conforman esta parte de la sierra, entre los que se encuentra la cima de Olliden. Sin darnos cuenta, llegamos hasta el precioso rincón del arco de Portupekoleze. Espectacular. Las balizas nos conducen hasta la pista que seguimos desde la venta para regresar nuevamente a ella. Un placer.
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