Pagoeta: un paraíso de señores y marinos

Una inmensa calma impera en los alrededores del monte Pagoeta. Un grupo de yeguas con sus crías aprovechan una tranquila mañana en este bonito paraíso para hacer acopio de pasto y agua en la charca que aflora cada vez que las lluvias son abundantes. Nuestra presencia no altera su rutina, incluso parece que nos ignoran aunque controlan cada uno de nuestros movimientos.

Izarraitz con Erlo imponente, Gazume y el mar Cantábrico destacan en cada una de las estampas que encontramos ante nuestros ojos, según la posición y perspectiva que busquemos. El azul del cielo contrasta con el color que roza un gris oscuro que luce el duro mar que observamos a la lejanía, detalle que solo enriquece la paleta de colores que disfrutamos mientras el viento Sur, nos recuerda que otoño es un momento más que adecuado para visitar este rincón de la costa guipuzcoana, sin poder olvidar la gama de colores que en unos días el precioso parque de Iturraran. El rojo que ha comenzado a inundar los helechales se extenderá en el follaje de los cientos de especies que pueblan los alrededores de Iturraran parketxea y el parque natural de Pagoeta.

Este parque cuenta con grandes tesoros naturales, pero no se puede obviar la importancia del patrimonio que se encuentra entre los límites de la localidad de Aia por los que se extiende. Llama la atención la belleza de sus enormes y antiguos caseríos que se sitúan por sus casi 56 km² de superficie. Caseríos que se reparten en el casco urbano y los once barrios que componen el municipio de Urola Kosta que cuenta con más de 2.000 habitantes.

Un paraíso natural que rezuma historia en cada uno de los caseríos que recuerdan el poder de sus habitantes en cada unos de los escudos que coronan la entrada principal o los elementos decorativos que destacan en 'palacios' como la Laurgain. Casa torre que fue testigo de más de un episodio histórico importante o al menos, sus habitantes eran sabedores de muchos sucesos relevantes que marcan la historia de este pueblo, y no solo el de Aia, sino más allá de sus fronteras y de personajes de gran renombre.

De hecho repasando la historia de este enorme edificio que muestra la solera al tratarse de un lugar muy destacado en la historia guipuzcoana de la que proviene el linaje de los Lardizabal, de la que han salido varios diputados generales, por ejemplo. Entre otros, destaca Ramón María Lardizabal Otazu, enterrado en la misma iglesia de Laurgain en 1880, era rico propietario de tres mayorazgos en Gipuzkoa: Laurgain, Lardizabal y Amezketa .

Siendo esto así, no es de extrañar que en su voluminoso archivo aparecieran auténticas joyas como la carta de Elcano. Nuestra imaginación se desata emprendiendo un viaje a esos tiempos en la que señores y marinos protagonizaron grandes logros históricos. Sorprende que todavía se encuentren tesoros entre las paredes de los elegantes caserones guipuzcoanos, pero Laurgain es uno de ellos. Hace menos de unas décadas en el archivo de este palacio de Aia daban a conocer que aparecía la carta original que en 1522 Juan Sebastián Elcano envió al monarca Carlos I, nada más llegar a Sanlúcar de Barrameda, al finalizar su periplo de dar por primera vez la vuelta al mundo. Al parecer, Ya se conocían algunas copias de esa misiva, y en consecuencia el contenido era de dominio público, pero se pensaba que la carta original estaba perdida para siempre.

Este hecho nos hace pensar que otros documentos podrían haber permanecido a buen recaudo en los cajones de escritorios o alcobas de los propietarios de Laurgain a los que pertenecían las ferrerías y molinos de Agorregi, de los montes y caseríos de la zona. Hombres y mujeres de poder económico, que no era una tontería en la época. muestra de ese poder monetario se refleja en el 'palacio'de Laurgain en cuyo exterior se pueden observar características propias de estilo gótico aunque se realizaron algunas transformaciones en la segunda en el siglo XVIII. Según los expertos la original casa-torre tiene planta rectangular y está construida en sillería. Consta de planta baja y de tres alturas, siendo la segunda planta la noble.

El palacio ya aparece en documentos del siglo IX. El edificio dispone de dos plantas, pero tiene tres en la parte trasera, debido a lo accidentado del terreno. En la central hay un gran arco escarzano y varias saeteras.

En la planta baja hay pequeñas ventanas adinteladas y un acceso con forma de arco, si bien actualmente queda oculto bajo elementos que se han añadido. La planta más destacable es la primera, la planta noble: tiene muchos vanos gemelos de medio punto dispuestos en pares, si bien algunos se perdieron completamente. En la parte trasera de la parte añadida puede verse una sencilla galería barroca.

La propietaria actual es Anne Marie Cristophe de Lardizabal, que reside en Biarritz, pero según nos confirman desde el consistorio de Aia acude a la casa-madre y también ha participado en la comida para los mayores que organiza el consistorio del municipio cada 10 de agosto.

El recorrido de esta semana es un bonito paseo en el que nos adentramos en preciosas zonas boscosas que ya comienzan a lucir los tonos otoñales, pero en el que también disfrutamos de unas magníficas vistas. Recomendable partir desde el parking de Iturraran para seguir el camino marcado que nos conduce hasta el molino de Agorregi en el que podemos disfrutar de bonitos rincones en los que el agua marca el ritmo. Las abundantes lluvias caídas nos permiten fotografiar bellas estampas de cascadas y riachuelos junto a los que el musgo impera a sus anchas.

El sendero ya transitado por muchos paseantes nos conduce entre caseríos y prados hasta el casco urbano de Aia, en el que encontramos tras cruzar la carretera el camino que nos conducirá hasta los límites del parque natural de Pagoeta. En nuestro caso optamos, por seguir la pista cementada hasta llegar a un sendero que a la derecha asciende por una zona de pasto en la que encontramos varias puertas metálicas, que no debemos olvidar cerrar. Las señales verticales y las marcas de pintura rojas-blancas-amarillas en algunos tramos nos conducen hasta el buzón de Pagoeta, desde el que contemplamos la enorme cruz blanca desde la que las vistas son inmejorables los días soleados y despejados.

Nos dirigimos hacia el refugio siguiendo las marcas blancas y amarillas que nos guiaran en la bajada hasta una nueva pista cementada a la que accederemos tras superar un paso de madera. En esta ocasión seguiremos dicha pista cementada que nos conduce hasta el barrio de Laurgain en la que nos encontramos hermosos caseríos restaurados. Desde allí, nos dirigiremos al cementerio para bajar por un bosque nuevamente hasta Iturraran. Un auténtico placer.