Mendira
Invasión en el techo del mundoMontañismo ·
Nepal bate el récord de permisos para ascender al Everest esta primavera. Cientos de personas inundan el campo base. Se ha equipado hasta los 8.000 metros con cuerdas fijasSi la pasada semana titulábamos esta columna como la hora del Himalaya, hoy, siendo más certero y conciso, podría haberla titulado 'la hora del Everest'.
Publicidad
Y según escribía estas líneas, sobre la marcha, pensaba que podría tener un doble significado ese título, porque creo que realmente le ha llegado la hora al Everest, pero la hora de su extinción porque está en pleno declive provocado por esa incesante masificación popular que año tras año va in crescendo. El Everest es un claro ejemplo de que muere de éxito. El éxito de que allí acuda tanta gente lo ha matado. Para los alpinistas más puros, que, seguramente ya habrán estado en el Everest, no volverían ni locos a esta montaña, en su día prodigiosa y hasta romántica. Hoy de eso nada...
El gobierno de Nepal, con sus ansias de recaudar dinero –esta primavera cinco millones de dólares le reporta la concesión de nada menos que 454 permisos–, al final lo que va a terminar de conseguir es matar la gallina de los huevos de oro si no pone remedio a tanto asedio a su montaña más cotizada.
Imagínense ustedes, cientos de tiendas de campaña y posiblemente algún millar de personas pululando entre rocas y hielo por el campamento base del Everest. Y todas ellas con las mismas aspiraciones por las que han pagado un dineral: subir a la cima del techo del mundo y sentirse orgullosas con ellas mismas. Para el 99% de esa gente que lo intente, no le importará el cómo, el caso es subir y decir que 'yo he estado allí arriba, en el techo del mundo'…
Publicidad
Los 'doctores de la cascada', así se llama al grupo de sherpas que equipan la temerosa Cascada de Hielo en el glaciar del Khumbu que da acceso al campo II del Everest, ya concluyeron su trabajo a finales del mes de marzo. A partir de este punto llega la responsabilidad de seguir equipando la montaña a las agencias que venden los carísimos billetes de acceso al Everest. Y así otro grupo de sherpas enviados por esas agencias culminaron hace unos pocos días la instalación de cuerdas fijas hasta el famoso collado Sur, a casi ocho mil metros de altura.
Este año volveremos a ver imágenes increíbles, de hecho ya se están viendo, de cientos de personas haciendo cola en esas cuerdas fijas y otros lugares de escalada más comprometidos para llegar a la cumbre. Y, desgraciadamente, y esto es así de claro, algunos de los que paciente, o mejor impacientemente esperan, no vivirán para contarlo porque se habrán muerto de frío, de accidente o de cualquier motivo porque todo y de todo se puede esperar que suceda allí arriba mientras esperan en esa terrible y mortal cola de gente para dar el siguiente paso hacia la cumbre.
Publicidad
Y como decíamos más arriba, también será la hora, en el más estricto sentido de la palabra, de gente que entregue su último aliento a la montaña cuando se produzca su último suspiro, porque esto irremediablemente va a ocurrir y le habrá llegado su hora en el intento de cumplir un sueño que lo pagará con su propia vida. ¡Increíble!, ¡espeluznante! ¡sobrecogedor!...
Es la hora del Everest, sí, porque ahora mismo hay mucha gente allí que espera su momento de gloria. Pero igualmente es la hora de que se ponga remedio oficial a tanta masificación. Esto corresponde al gobierno de Nepal, que este año bate el récord de permisos, lo que ha provocado una auténtica invasión en el techo del mundo.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión