Xabier Etxeberria
El catedrático emérito de la Universidad de Deusto recibirá el Premio Eusko Ikaskuntza-Laboral Kutxa de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales
De su currículo se desprende que es un hombre sabio y bueno. Mucho más breve y concluyente que recoger todos sus títulos y experiencias (doctor ... en Filosofía y catedrático emérito de la Universidad de Deusto). Xabier Etxeberria (Arróniz, 1944) ha merecido, en cualquier caso, el Premio Eusko Ikaskuntza-Laboral Kutxa 2025. La ética y los derechos humanos vertebran todo su discurso.
– Este galardón distingue desde 1995 a los mejores currículos en Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales. ¿Qué siente?
– Primeramente, alegría, por supuesto, porque siempre nos gusta el reconocimiento. Pero en segundo lugar, cierto pudor y sensación de responsabilidad. Se trata de un premio importante al que me gustaría poder honrar.
– Se le reconoce, entre otros méritos, el esfuerzo por la comprensión de las identidades colectivas desde la ética. ¿Se está cargando el individualismo esas identidades colectivas?
– Hay una cierta contradicción. Por un lado, las pantallas nos empujan teóricamente a la individualidad. Y globalmente hablando, la deriva del liberalismo ha sido hacia el individualismo fuerte. Pero, por otro lado, los móviles funcionan también como catalizadores de identidades colectivas, a veces fugaces. Piénsese en determinadas dinámicas de las redes, los influencers y demás. Luego está la deriva que desgraciadamente estamos teniendo hacia la afirmación de lo propio frente a lo extranjero.
– ¿Deriva?
– Sí, es la afirmación de una identidad colectiva nacional de una manera que éticamente hay que calificar como perversa.
– El aniversario de la primera mención del nombre del territorio (Ipuscua) en 1025 ha servido para reivindicar los valores comunitarios. ¿Qué le parece?
– Sí que forma parte de nuestra manera humana de ser tener identidades colectivas particulares. Nuestra identidad individual, si no estuviera amparada por identidades colectivas, se desvanecería. El peligro está en verse como identidades colectivas enfrentadas. Éticamente es importante recordar que tenemos una identidad colectiva común como humanidad, que es el de ser personas humanas sujetos de dignidad. Esa identidad podría parecer una fantasía, pero en realidad es la que está en las declaraciones de derechos universales.
– Quiere decir que unos no somos ni mejores ni peores que otros.
– Para que no haya ocasión de confrontación, ni violencia o exclusión, como está siendo ahora, es importante sentirnos con identidades colectivas múltiples. Ahí entraría la identidad común universal de la que hemos hablado, y por otro lado identidades culturales diversas. Una persona puede tener la identidad guipuzcoana, la vasca, la universal, la cristiana o agnóstica... Ese racimo de identidades bloquea enfrentamientos. Nos enriquece. Es absolutamente empobreceder vivir una única identidad colectiva.
– Parece estar queriendo introducir el asunto de la inmigración. ¿Cómo ve que se está afrontando la cuestión en Euskadi?
– Veo que hay diversidad de sensibilidades. Unas están más de acuerdo con lo que he comentado de la identidad común y otras más en desacuerdo. Las identidades colectivas organizadas políticamente en unidad subestatal, como sería la Comunidad Autonoma Vasca, también tienen deberes-derechos con el conjunto de la humanidad. Yo no puedo decir que como somos vascos, miramos a otros en función de lo que nos interesa, y en función de eso podemos menospreciar lo que no queremos. La primera actitud debe ser de sensibilidad para acoger a inmigrantes que vengan, por supuesto respetando los derechos humanos. Ojo, vienen con intención de mejorar vitalmente, pero, por qué no, para que Euskadi mejore.
– El lehendakari se refirió a «qué inmigración necesita» el país y «cuál es la que le llega».
– La afirmación fue desafortunada, sin entrar a valorar lo que quería decir. Eso es considerar a los inmigrantes desde una perspectiva instrumental. Si algo significa la dignidad es que no podemos pensar en los humanos para utilizarlos instrumentalmente. Si traigo solamente a los que necesito y los demás los ignoro totalmente, estén en la situación en la que estén, o si bloqueo el que entren personas que tienen necesidades y pueden ser perseguidas; si ignoro sus circunstancias, entonces no estoy siendo coherente con la dignidad universal.
– ¿Aprecia racismo en la sociedad vasca?
– Ignoro por qué se tiende a menospreciar a personas que no siendo las que oficialmente necesitamos, resulta que están aportando económicamente posibilidades de riqueza. No hay suficiente reconocimiento a los inmigrantes, incluidos los irregulares que en la práctica están siendo sostén del desarrollo económico.
– ¿Qué opina sobre el discurso de la extrema derecha, que vincula, por ejemplo, la inmigración con la violencia?
– Creo, sinceramente, que es una amenaza. Y no lo digo por tomar partido. Hay que distinguir entre lo que es partidario y lo que es prepartidario, no prepolítico como se dice. Lo prepartidario, que tiene que estar presente en lo político, está en los derechos humanos y la dignidad universal. El hecho de que, por principio, de una manera virulenta, un sector políticamente organizado como es la extrema derecha, esté planteando la negación de todo esto, es realmente una amenaza para la democracia.
– ¿Es el de la vivienda también un problema ético?
– Evidentemente. Entre los derechos humanos están los civiles y los políticos, pero también los sociales. La persona es atendida en su dignidad cuando puede disfrutar del conjunto de los derechos, también de los sociales. Y la persona que no puede disfrutar de una vivienda digna, tiene recortado el conjunto de sus derechos en la práctica. La vivienda digna tiene que ver con todo lo que estamos hablando. Disfrutar de una vivienda digna es un derecho básico.
– Y también una utopía para quien no puede disponer de cientos de miles de euros.
– Es una utopía entre otras cosas porque en la práctica se ha dejado a la pura y dura ley del mercado. Curiosamente, la ley del mercado en estos tiempos de las telecomunicaciones está haciendo unas concentraciones de riqueza y de poder absolutamente increíbles en instituciones concretas y en personas concretas. Eso, evidentemente, va en contra de lo que estamos comentando aquí.
– Tampoco arden las calles. ¿Lo estamos permitiendo?
– Hay responsabilidades diversas en función de los lugares en los que estemos. Unas responsabilidades están en los políticos, otras en los responsables bancarios, y otras en la ciudadanía como tal. A cada uno le toca activar reivindicaciones de acuerdo al lugar en el que esté. Es difícil que a ciertas empresas guiadas por el puro lucro que encuentran en la vivienda un beneficio imponente se les reclame que dejen de funcionar así. Quien tiene que gestionar la responsabilidad es un Estado democrático respetuoso de los derechos humanos, incluidos los derechos sociales.
– ¿Y si no lo hace?
– El precio de la vivienda está haciendo nuevos pobres. Gente que por los ingresos discretos que tenía no iba a estar en situación de pobreza pero a quien el precio de la vivienda está haciendo que sea pobre. Porque hay que destinar tal cantidad de recursos a la vivienda que a uno le empobrece. Han subido los salarios de una manera, y de otra muy diferente, absolutamente discordante, los precios de la vivienda.
– En el primer mundo, el Banco de Alimentos de Gipuzkoa ha anunciado recientemente estar al mínimo de reservas.
– Tengo la sensación, aunque no datos, de que las organizaciones sociales que luchan contra la pobreza están teniendo cada vez más dificultades en contar con fondos porque los Estados están siendo cada vez más remisos en aportar lo que deberían (el famoso 0,5% de mis tiempos jóvenes) y, por otra parte, porque quizás la ciudadanía nos estamos alejando del apoyo a esas organizaciones.
– Usted ha sido profesor de ética de las profesiones jurídicas. ¿No hay más política que ética en esas profesiones?
– No sé si más o menos, pero sí que hay demasiada política partidaria. La Justicia está contagiada de sensibilidad partidaria. El tipo de debates que hay, las tensiones que aparecen, no son las propias de quienes buscan honestamente una fórmula que garantice la imparcialidad más absoluta de todas las instancias judiciales.
– ¿Es más factible que surja la ética allá donde existen condiciones más correctas?
– El aliento ético puede surgir en cualquier ámbito. Conozco a muchas personas que están en los límites de la pobreza y que tienen una coherencia ética que ya quisieran muchos. A nivel global, las incoherencias éticas más gordas se están viendo en el mundo donde el dinero funciona fuertemente y de manera apabullante.
– Muchos padres y madres viven proecupados por el creciente consumo de redes y nuevas tecnologías por parte de sus hijos e hijas.
– Hay una amenaza. Me considero viejo para adentrarme en el mundo de las nuevas tecnologías, pero me parece que la amenaza surge en la falta de respeto a la dignidad de personas que puedan verse afectadas. En esa ambigüedad entre lo bueno y lo malo, de nuevo, la referencia que tendría que marcar la pauta tendría que ser la dignidad compartida de la persona.
«La filosofía puede ayudar a una mejor gestión del trabajo»
– ¿El cambio climático también es un problema ético?
– Por supuesto que lo es. Sobre cualquier asunto significativo y relevante, hay un momento ético del problema. Es ese momento, en el cual nos planteamos el deber, nos planteamos la felicidad, nos planteamos la dignidad de la persona, nos planteamos si tenemos deberes con la naturaleza y los animales, etcétera.
– ¿Cuáles son esos deberes?
– Cuando constato que se da un cambio climático, tengo que ser honesto y aceptar datos que se están imponiendo. A partir de ahí, tengo que plantearme si se me imponen algunos deberes. ¿Se imponen a la sociedad política organizada algunos deberes? Vamos a luchar por eso. Está también en juego la riqueza de la vida que desborda claramente a lo que somos las personas.
– ¿Tendría que haber más filósofos y menos ingenieros?
– Sería bueno que hubiera más filósofos y que hubiera más sensibilidad por lo filosófico que se pueda aplicar en cada campo. Ayudaría, por ejemplo en la ingeniería, a una mejor gestión incluso de la configuración del trabajo. La filosofía puede parecer inútil. A nivel inmediato no nos da nada. Pero puede alentar adecuadamente todo lo útil.
– Hay que aprender matemáticas, inglés, tecnología... y ética.
– Es evidente que la ética se aprende desde niños. Tendría que ser una constante y una transversal a todas las cosas. Toda profesión tiene su especificidad ética. Todas tienen principios éticos comunes, universales, generales, y después tienen sus especificidades éticas. La idea por la que he trabajado bastante es para que todos los universitarios estudiaran seriamente la ética específica que debe aplicarse a la especialidad que estudien.
– Incluso en una sociedad en la que se va la luz, hay ataques de hacker, se caen servidores...
– Cuanto más complejidad, más vulnerabilidad. En la medida en que hay una gran cantidad de cosas interelacionadas entre ellas, más vulnerabilidad. Hemos generado una situación de vulnerabilidad que nos está costando muchísimo controlar, sobre todo porque no hay voluntad política global.
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