Uriarte: «Tendremos que acostumbrarnos a ver transformadas algunas de nuestras defensas ante el mar»

Adolfo Uriarte | Oceanógrafo ·

El director de Valor de Azti reconoce que en el temporal de hace cinco años concurrieron todos los elementos para la «tormenta perfecta»

Lunes, 4 de febrero 2019, 13:25

Adolfo Uriarte, (Bilbao, 1962) es una de las voces internacionales más autorizadas en el ámbito de la Oceanografía. Director de Valor de Azti, centro tecnológico experto en innovación marina y alimentaria, reconoce en el temporal de del 2 de febrero de 2014 fue «uno de los peores que se recuerdan en cuanto a su efecto devastador en la costa del Cantábrico». El experto asegura que en aquel episodio concurrieron todos factores que desencadenaron la «tormenta perfecta»

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- El temporal de febrero de 2014 fue unos de los más virulentos. ¿Qué elementos confluyeron para que fuera tan destructivo?

- Efectivamente, fue uno de los peores que se recuerdan en cuanto a su efecto devastador en la costa del Cantábrico. Lo que causó esa virulencia fue la confluencia de varios factores, pero principalmente el de la marea y el oleaje. Por aquellas fechas teníamos mareas vivas muy fuertes con alturas que superaban los 4,9 metros y cuyo máximo coincidió también con el máximo del temporal. Y aunque aquel mismo invierno llegamos a tener hasta tres temporales con alturas de ola superiores, fue esa confluencia en el tiempo la que provocó los destrozos. La marea viva de las 6 de la mañana del día 2, unida a las olas de alrededor de siete metros, fuertes vientos del norte y bajas presiones atmosféricas formaron la tormenta perfecta que supuso un importante aumento de la cota de marea provocando rebases en costa muy significativos e importantes daños estructurales en todo el frente cantábrico.

- ¿Temporales como el que se vivió entonces se sucederán cada vez con mayor frecuencia?

- En principio, la tendencia que estamos midiendo es de un aumento de la energía del oleaje. Existen varios estudios que así lo corroboran. El último de ellos recientemente publicado cifra ese aumento en un 0,4% por año desde 1948. Eso quiere decir que la energía ha aumentado casi un 30% en los últimos 70 años.

- De aquel episodio ¿qué es lo que llamó más su atención?

- Recuerdo las fechas previas; fueron bastante angustiosas. 48 horas antes del impacto, todo parecía indicar que el pico del temporal coincidiría con la marea excepcional de aquella mañana. Teníamos esperanzas de que se retrasase o se adelantase, ya que con las predicciones nunca estamos del todo seguros hasta doce horas antes. Lamentablemente en aquella ocasión la predicción se cumplió y la coincidencia fue total. Por otro lado, no deja de llamarme la atención lo imprudentes que podemos llegar a ser. Vi escenas realmente lamentables, pero por fortuna no tuvimos que lamentar pérdidas de vidas humanas.

- Cada vez se suceden fenómenos meteorológicos más virulentos. ¿Es una de las consecuencias del cambio climático?

- Así es, una de las consecuencias del cambio climático es esa, la radicalización de los fenómenos extremos. Las evidencias están ahí, es irrefutable, tenemos que tomárnoslo más en serio. Lamentablemente algunos altos mandatarios continúan mandando mensajes de escepticismo basados en intereses muy particulares y no ayudan a la concienciación de la sociedad. El 97% de los científicos que trabajan en el clima están convencidos del cambio climático y de que nuestro modelo energético es su principal desencadenante.

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- Hay también quienes sostienen que estos fenómenos no obedecen tanto a dicho cambio, sino que son situaciones que históricamente se repiten. ¿Qué piensa al respecto?

- Por supuesto que se repiten, pero existen evidencias de que hay una tendencia de aumento de su frecuencia y energía. Las series históricas quizás no sean todavía definitivas, pero la tendencia está ahí y no nos podemos quedar parados esperando a que cambien de una forma natural. Es muy improbable que eso suceda.

- ¿Cree que estamos suficientemente preparados para hacer frente a este tipo de situaciones?

- No. Solo ahora empezamos a ser conscientes de las implicaciones que tiene en cuanto al diseño de nuestras infraestructuras costeras; diques, muros de costa, paseos… Todo tendrá que rediseñarse y reforzarse para evitar que no funcionen como es su cometido. Sí es cierto que las instituciones en Gipuzkoa se lo han tomado en serio, y existen planes concretos que habrá que llevar a acciones rápidas para minimizar los impactos.

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-¿Y suficientemente protegidos?

- Algunas de las protecciones están bastante dañadas, es posible que de no reforzarlas en breve comencemos a ver fallos en varias de ellas.

- ¿La escollera que tras aquel temporal se construyó en el Paseo Nuevo de Donostia es suficiente? ¿Se ha mostrado efectiva?

- No hemos tenido ocasión de probar su efectividad. En otros temporales sí se ha notado mejora, pero el día que vuelva a coincidir esa tormenta perfecta, es cuando veremos si de verdad funciona. A priori, todo parece indicar que es una buena medida la que se tomó.

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-¿Existe en Gipuzkoa todavía alguna zona por mejorar?

- Existen varias, y a menudo las medidas a adoptar no son del agrado de la ciudadanía, pero antes o después nos tendremos que acostumbrar a ver transformadas algunas de nuestras defensas. La elevación de algunos muros de costa y rompeolas, o la actuación en algunos paseos marítimos como el de Zarautz, antes o después tendremos que acometerlos. La tendencia más novedosa y que parece puede dar resultados es lo que se llama ingeniería verde. Aprender de la resiliencia de los espacios naturales sometidos a estas presiones para imitarlos. Nunca trabajar en contra de la naturaleza siempre con ella.

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