«Los últimos días de agosto son claves para nosotros. Nos han hecho una gran faena»
Los comerciantes de Irun muestran su enfado por el impacto en sus ventas que ha tenido la cumbre, con caídas de hasta el 40%
M. J. Atienza
Domingo, 25 de agosto 2019, 07:19
El ambiente que se respiraba ayer entre los pequeños comerciantes del centro de Irun era de tremendo enfado con la celebración del G-7 en ... Biarritz y, al mismo tiempo, de inquietud ante posibles incidentes como los registrados el viernes en Urruña. A mediodía de ayer, una zona eminentemente comercial y de terrazas hosteleras, como es la calle Luis Mariano, presentaba un aspecto inusual. Demasiadas sillas apiladas en la hora del aperitivo.
Mari Carmen Lareki, empleada del establecimiento de moda Urritz, se lamentaba de las ventas perdidas y protestaba enérgicamente. «Llevamos días así, con el comercio muerto», decía. «La gente está muy asustada, no se mueve y no viene a comprar. Mira cómo están las terrazas, vacías, con las sillas apiladas. A mediodía, esto suele estar lleno de gente tomando el vermú. Bastante difícil lo tiene ya el pequeño comercio como para que encima nos lo compliquen aún más».
El viento de la frontera siempre sopla a favor o en contra de los comerciantes irundarras y, en este caso, el G-7 ha tornado en vendaval. «Estamos en agosto, terminando la campaña de las rebajas», añadía Mari Carmen. «Ahora es cuando tenemos que acabar de sacar todo lo que nos queda. Estos últimos días son clave para nosotros y nos han hecho una faena».
Juncal, clienta de la tienda, se quejaba también de la reunión de mandatarios. «Para el pequeño comerciante, para el autónomo que se tiene que mover con su coche, esto ha sido una faena bien grande. ¡Pero si en los tiempos que corren pueden hacer una videoconferencia cada uno desde su país! Yo creo que lo que han hecho es una exhibición de poder, como hacían antes los señores feudales».
Temor a las protestas
«¿Creéis que habrá problemas? ¿Tendré que meter el perchero dentro de la tienda, por si acaso?», preguntaba Mari Carmen, mirando inquieta las prendas colgadas en la calle. El temor a posibles disturbios está presente de forma permanente ante la proximidad de la contracumbre de Ficoba. Hubo quien extremó las precauciones, como una entidad bancaria del paseo de Colón que, al cierre de la oficina, el viernes pasado, selló con tablones de madera su fachada.
En la misma calle, Yon Gallardo, propietario de la Heladería Papperino y vicepresidente de la asociación de comerciantes Bidashop, expresaba también su preocupación. «Hay bastante presencia policial y el helicóptero está continuamente sobrevolando la zona. Eso nos da seguridad, pero estamos todos con un poquito de miedo, porque no sabemos lo que puede pasar».
Muy cerca de la heladería de Yon, el empleado de una conocida vinoteca irunesa aseguraba ayer que, comparando la facturación de esta semana con el mismo periodo del año pasado, las ventas habían caído en un 40%, nada menos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión