«Estamos a tiempo de evitar el colapso de la circulación de vuelco atlántica»
El experto danés explicó en el congreso Uhinak que se celebra en Ficoba el riesgo de que en este siglo se pare el flujo oceánico que templa Europa
Jueves, 24 de octubre 2024, 02:00
Hay efectos del cambio climático muy conocidos, como la subida del nivel del mar o el aumento de fenómenos extremos. Otros pasan más desapercibidos, quizá ... porque su horizonte es más lejano, pero en un momento dado, se colocan en el foco científico y, a veces, incluso despiertan interés mediático. Es el caso del AMOC (las siglas en inglés para la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico), que se refiere al intercambio de aguas frías y calientes entre las zonas tropicales y el polo y que implica muchas variables más allá de las corrientes marinas. En el IPCC (Grupo de Expertos Intergubernamental para el Cambio Climático) no se temía por el colapso de este sistema en este siglo, pero los recientes estudios del científico del clima, Peter Ditlevsen, apuntan en otra dirección. El investigador danés ha expuesto en Uhinak, el congreso internacional sobre cambio climático y litoral que ayer y hoy se celebra en Ficoba, las bases de sus conclusiones.
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–¿Cuál ha sido su investigación?
–He liderado un gran estudio europeo sobre el punto de no retorno en el que el vuelco oceánico podría detenerse. Los datos de observación sobre el AMOC no se remontan más de 20 años, así que hemos utilizado el histórico de temperatura del océano (los barcos llevan 150 años midiéndola) y una gran cantidad de matemáticas. La temperatura del planeta sube, pero un punto del Atlántico no se ha calentado, se ha enfriado. Es un indicio de que la circulación de vuelco se ralentiza. El estudio pretendía utilizar métodos diferentes a los modelos habituales, pero manejábamos la tesis de riesgo de colapso a 100 años. Sin embargo, los resultados fueron, con un 95% de confianza, que el colapso se producirá entre 2025 y 2095, con las mayores probabilidades a mediados de siglo.
–¿Qué implicaría ese colapso?
–Es difícil de prever porque los modelos climáticos no son fiables para situaciones extremas, pero Escandinavia está a la altura de Alaska y el Atlántico se comportaría de una manera parecida al Pacífico, así que los modelos apuntan que bajaría 10 grados la temperatura media en invierno y 5 en verano. Europa en general se enfriaría y cambiaría la agricultura, la forma de vivir...
–¿Afectaría a la biodiversidad marina o las zonas tropicales?
–Sin duda. Cambiaría la temperatura del océano y eso afectaría a la pesca. En las zonas tropicales el calor no se disiparía hacia el norte y se recalentarían aún más de lo que lo están haciendo.
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–¿Cree que se puede evitar?
–Nuestros estudios se basan en una extrapolación de lo que está pasando ahora: vamos al peor escenario de los que maneja el IPCC, el que lleva a un aumento de 8,5 grados. Esperamos que pasen cosas, con las emisiones de CO2, por ejemplo. Pero no están pasando. Estamos a tiempo y sabemos lo que hay que hacer, pero hay que ir más rápido de lo que pensábamos.
«No soy un activista climático, soy científico y cuento los resultados que tuvimos. Ojalá demuestre alguien que me equivoco»
–¿Se notará cuando estemos llegando al punto de no retorno?
–Iremos viendo cómo se enfrían las aguas del Atlántico norte y las variaciones térmicas se irán haciendo cada vez mayores antes de caer. El colapso no será de un día para otro, como en la película 'El día de mañana'. Será un proceso 'rápido' pero en términos climáticos, es decir, de una décadas.
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–¿En ese proceso veremos más eventos climáticos extremos?
–Yo creo que sí, pero es difícil contestar porque nos tenemos que basar en modelos bastante malos previendo eventos extremos.
–El IPCC no prevé ese colapso antes de que acabe el siglo. Sus conclusiones, en sentido diferente, han suscitado polémica en la comunidad científica. ¿Dónde surge la discrepancia?
–Gran parte de la polémica tiene que ver con los modelos. Los del IPCC no muestran un colapso tan temprano. Muchos creemos que esos modelos son demasiado conservadores, ajustados al siglo XX, cuando los cambios eran más o menos lineales, y que subestiman la variabilidad del clima.
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–A su tesis le achacan que tiene demasiadas incertidumbres.
–La más importante de todas es que esto igual no ocurre. Ojalá. Yo no soy un activista climático, soy un científico. Hemos hecho un estudio y cuento los resultados. Ojalá venga alguien y me demuestre que estamos equivocados, que esto no va a pasar. Pero aunque sea así, aunque esté equivocado, la 'medicina' para el AMOC sigue siendo buena para el planeta. Otra incertidumbre es estadística. Decimos que va a pasar entre 2025 y 2095 con una confianza del 95%. En los extremos las probabilidades son menores, en el centro mayores. Algunos han convertido eso en un 'en 2057 colapsará el AMOC'. No es eso lo que decimos.
–¿Pensaba que su estudio generaría tanta controversia?
–Cuando Nature me dijo que lo publicaría no. Pero en cuanto mandaron la nota de prensa me empezó a llamar el New York Times, el Washington Post... Luego los medios europeos, las agencias de noticias... Se empezó a decir que había que hacer fact-checking, ver si esos datos eran ciertos. Hice como 50 entrevistas en cinco días. He salido en 4.000 periódicos de todo el mundo. Una locura. No, nunca pensé que pasaría esto. Pero a mí me importa más la opinión de mis colegas científicos. A ver qué pasa, porque esto no ha acabado aún.
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