«El termómetro ha llegado en el Santuario de Aralar a los 18 grados bajo cero»

La retirada de la nieve avanzó más despacio de lo que este vecino de Lekunberri hubiera querido, porque «además de la nieve hay mucho hielo y es muy difícil avanzar», aseguraba Saralegui. No en vano, «los termómetros no han superado en días los cero grados y han llegado a marcar los 18 bajo cero». Los carámbanos que cuelgan de los tejados del refugio y el templo dan fe de ello. Su envergadura es más que considerable, alcanzando algunos el metro de longitud.

Todo un espectáculo natural que nos transporta hasta un escenario polar precioso que solo pueden disfrutar los navarros debido al confinamiento perimetral, pero que el resto lo puede contemplar gracias a las imágenes del fotógrafo aficionado Juan Antonio Garaikoetxea, que plasmó la ardua labor de Pedro con ayuda de un dron.

Saralegui trabajaba concentrado para abrirse camino desde el interior del santuario en la escalinata con una media luna. Después de unas duras horas retirando el manto blanco, pudo contar con la ayuda de la fresadora que facilitó y mucho la retirada de la nieve, llegando así a las escaleras del camino que conducen desde el rellano de la entrada al refugio-restaurante hasta el interior del santuario.

Saralegui reconocía que «hay que seguir trabajando duro. Mañana (por hoy) empezaré a primera hora, pero viendo la cantidad de nieve que hay me va a costar un rato limpiar los peldaños de las escaleras», comentaba con cierta ironía, sin perder el buen humor.

Muy cerca, dispuesto a echar una mano a Pedro en el traslado de la fresadora o lo que hiciera falta, se encontraba Mikel Zulaika. El cocinero del restaurante del santuario reconocía que «es una de las mayores nevadas que he visto yo desde que estoy en San Miguel y ya llevo diez años». El lasarte-oriatarra aseguraba que «nevó más pronto que nunca además. La primera nevada cayó en octubre. Después en el puente de la Constitución, y esta vez empezó el día 22 y no ha parado hasta ayer».

Durante estas tres semanas, Zulaika ha tenido que quedarse en el apartamento que le ofrecen en el santuario por regentar el restaurante del mismo. «En esta ocasión, he tenido que pasar más de dos semanas aquí arriba, en el santuario, porque la carretera estaba cerrada por la nieve acumulada o muy peligrosa por las placas de hielo, para andar subiendo y bajando con el coche».

Mikel conoce la dureza del clima adverso en San Miguel y reconoce que echa de menos la presencia del sol y también de sus clientes guipuzcoanos. «Siempre anda gente en el santuario. Ahora la mayoría son navarros debido al confinamiento. Se nota que los guipuzcoanos no pueden subir y hay que tener en cuenta que el 70-80% de nuestra clientela viene de este territorio. Espero que esto pase pronto y puedan disfrutar de la nieve con nosotros».