La temperatura en la orilla de La Concha era de 27,1 grados el viernes, pero el registro oficial se mide en aguas abiertas y se sitúa en 23º. Arzmendi

La temperatura del Cantábrico sigue subiendo y se eleva 2 grados por encima de la media histórica

Las olas de calor y la ausencia de oleaje ha calentado el agua hasta los 23 grados, según los datos recogidos por la boya oceanográfica de Donostia

Lunes, 14 de julio 2025, 02:00

Aunque para algunos resulte agradable bañarse estos días en un agua más templada de lo habitual en los arenales guipuzcoanos, el aumento de la ... temperatura del agua del mar se acelera, también a escala mundial, según los datos del Servicio de Monitoreo Marino de Copernicus, y en las gráficas comienzan a detectarse anomalías, como las recogidas en junio y en lo que llevamos de mes: el agua ha alcanzado los 23 grados en la boya oceanográfica de Donostia, situada en aguas abiertas, a 12 millas de la costa. Supone tres grados más de la media histórica desde 2007, cuando esta boya comenzó a monitorear datos para conocer el comportamiento del litoral vasco y sus cambios.

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Durante años, esta plataforma viene recogiendo los datos de oleaje, corrientes marinas, salinidad, radiación solar o temperatura del agua del mar hasta los 200 metros de profundidad y la última información recabada –correspondiente a 2023– habla de un año «extremadamente cálido», en el que la temperatura del agua en superficie se situó «claramente por encima de lo habitual en todos los meses del año», sobre todo el mes de junio, con 2 grados de diferencia respecto al periodo de referencia (últimos 16 años), según el Informe anual elaborado por Euskalmet, Azti y Euskoos. La marca registrada este pasado mes de junio por la boya de Donostia –la más representativa al estar en aguas abiertas y ofrecer una imagen genérica de todo el litoral vasco– también mantiene alto el listón: 23 grados.

Este aumento es una «barbaridad», tal y como valora Asier Nieto, experto en Ingeniería Costera y Oceanografía Operacional de Azti. Forma parte del equipo que se encarga de recabar y analizar todos los datos obtenidos por las diferentes plataformas de medición y explica que lo anómalo de estos 23 grados es que «esta temperatura se ha sostenido en el tiempo, esto es, no ha sido una medida de un día a una hora y en un punto en concreto, sino que esta temperatura se ha mantenido durante 15 días por lo menos y en casi todo el territorio vasco. Lo normal es que el agua esté en torno a los 21º a finales de junio principios de julio». Nieto pone el énfasis en los datos que arroja esta boya, situada a unos 20 kilómetros de la costa. «Imagina lo que cuesta calentar una olla en casa, pues subir toda la superficie del mar dos o tres grados... Porque no es en un punto concreto, es la imagen del litoral y en junio el agua no tiene que estar a esta temperatura». Otro dato significativo es que la temperatura de superficie «se ha propagado hacia abajo, a 10 metros de profundidad» y en esta capa «también ha subido un poco», según los datos de los sensores instalados en la boya a 10, 20, 30, 50, 75, 100 y 200 metros.

Factores

Y bien, ¿por qué está el agua tan caliente? Para ello hay que fijarse en los termómetros y en el oleaje, según explica este experto.

Junio dejó una huella abrasadora que lo convirtió en el más cálido de los últimos 50 años en Euskadi, con entradas de aire cálido que elevó el mercurio hasta los 38-39 grados de máximas y los 24 grados de mínimas. Además estas temperaturas han estado acompañadas de una insolación superior a lo normal, un 15-20% más de horas de sol.

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Estas olas de calor, junto con la ausencia de oleaje, es lo que ha provocado este aumento de la temperatura. «Llevamos un junio y principios de julio que no ha habido olas, el mar ha estado como un plato y el agua, para enfriarse, necesita mezclarse con las aguas más frías que hay por debajo», señala, al tiempo que observa que «no es normal tener periodos tan largos sin oleaje, lo habitual es que haya un poco de movimiento aunque sea cada 15 días» . Añade que «también ha coincidido con olas de calor los días más largos del año y el sol ha calentado toda la primera lámina de agua», resume Nieto, que prevé que «si el agua sigue así de parada y el sol sigue achuchando, la temperatura del agua va a seguir al alza y puede llegar a subir otros dos grados más».

Para captar ese «punto álgido» de temperatura – que suele ser primera o segunda semana de agosto– «vamos a lanzar al agua a finales de este mes el glider, que es la joya de la corona», un planeador submarino autónomo que desde el año pasado, y en colaboración con Euskalmet, barre todo el litoral vasco «durante tres o cuatro semanas» para obtener el dato de la temperatura más elevada del mar en verano, entre otros parámetros ambientales y biológicos.

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Este torpedo se une al resto de información que ofrecen las boyas fijas y los lances realizados a bordo de embarcaciones para tener datos más completos.

Mas allá del confort de bañistas, si se observan las temperaturas medias a lo largo de los años, el patrón es inequívoco: el aumento de la temperatura del mar es constante y progresivo. «Hay quien dice que es una gozada, pero creo que hay que poner las orejas tiesas e interpretar si esto es lo que toca o hay que hacerse otras preguntas y tomar más medidas».

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