«Temíamos que el brote iba a llegar»

La madre de Arantxa, de 85 años, no se encuentra entre esos casos positivos, ya que las PCR que se le han realizado han sido negativas, pero como el resto de usuarios del centro, se enfrenta a un nuevo encierro hasta que la situación tienda a mejorar y el virus deje de propagarse y se encuentre bajo control en la residencia. «Temíamos que tarde o temprano un brote de estas características iba a llegar porque el virus sigue entre nosotros y es muy complicado que todos los centros estén a salvo», comenta Arantxa con resignación. «Sabemos que se está haciendo todo lo posible por alejar al virus de estos centros y que las trabajadoras se emplean a tope, pero nos ha tocado», añade.

El primer embate de la pandemia fue duro y afectó a 16 de los 65 centros que componen la red guipuzcoana de residencias. Entre finales de marzo y principios de julio, 563 mayores resultaron contagiados en esas instalaciones. 168 de ellos no pudieron superar la enfermedad y perdieron la vida. La gravedad de la situación obligó a poner en marcha un plan de contingencia que conllevó el cierre a cal y canto de los centros para que no se extendiera el virus, lo que provocó que durante meses el único contacto de los usuarios con sus familiares fuera a través de una pantalla de ordenador, tablet o smartphone.

Cuando parecía que la pandemia había dado una tregua y los residentes volvían a poder pasear fuera de las instalaciones y a recibir visitas de familiares -siempre bajo un control estricto-, la aparición de los primeros focos de contagio sociales en Zarautz, en Tolosa o en Eibar llevó nuevamente a restringir esas medidas de alivio para los residentes y esa comunicación directa con los familiares en dichas zonas.

Pero desde la aparición el pasado 11 de agosto de un nuevo contagio en el complejo Hermano Garate-San Ignacio de Donostia, la situación parece devolver a la actualidad fantasmas muy recientes y los usuarios comienzan a dudar de que los protocolos establecidos en los últimos meses para evitar que el virus regrese a estos centros sean del todo eficaces, después de detectarse ya 24 casos en dos residencias y tres muertes. «Está habiendo un desorden en la realización de pruebas a los propios trabajadores. En algunos centros se le está haciendo PCR a profesionales pero no a los empleados de limpieza. Y no hay un criterio unánime para todos los centros a la hora de realizar pruebas al personal que vuelve de vacaciones», denuncia Xabier Pierrugues, portavoz de 'Gipuzkoako Senideak', la asociación de familiares de personas mayores del territorio.

Desde 'Gipuzkoako Senideak' ven con preocupación la aparición de estos dos brotes en las residencias de Donostia y Hernani y denuncian que es «una clara muestra de que la gestión de la Diputación está dejando mucho que desear ya que sus protocolos se basan en recomendaciones». Además, apunta Pierrugues, «no estamos recibiendo información por parte de la institución foral».

En los próximos días, adelanta Pierrugues, van a trasladar una propuesta a la Diputación foral para que la tenga en cuenta a la hora de gestionar los casos o brotes que puedan aparecer en residencias. «Pedimos que si se identifican casos en un centro, no se cierre a cal y canto y se establezcan por protocolo fórmulas de comunicación entre los residentes y sus familiares», reclaman.

Y es que una de las principales preocupaciones de los familiares es el perjuicio cognitivo que están sufriendo los mayores que se ven obligados a estar confinados en las residencias, como actualmente ocurre en Santa Maria Magdalena de Hernani, donde tras confirmarse 29 casos positivos, ayer no se declararon nuevos contagios, aunque los residentes siguen aislados de forma preventiva. «No sabemos cómo vamos a encontrar a nuestra madre después de esta semana, si nos va a reconocer o no y si esa recuperación gracias al contacto que estaba empezando a registrar se va a ir al traste otra vez», señala Arantxa Pardo a las puertas del centro.

Casualmente, el próximo lunes se dará la circunstancia de que a escasos 20 metros de la residencia reabrirán sus puertas dos centros escolares, Inmakulada Ikastetxea, por un lado, y Urumea Ikastola, por otro. «Veremos lo que pasa, pero lo que no deseo es que vuelvan a estar aislados, que no sea una cárcel y que al menos se recuperen ya las videollamadas», pide Arantxa.

En la jornada de ayer, responsables del consistorio hernaniarra mantuvieron sendas reuniones con representantes de la Diputación y del centro de salud del municipio para acordar cómo gestionar la situación. Trataron la posible sectorización de la residencia, las sustituciones de trabajadores y trabajadoras que están ahora confinados y la ubicación de los y las residentes que han dado positivo.