«Si no hubiera huido de mi país, me habrían matado o secuestrado»
Alhaji Gbla, de Sierra Leona, recuerda su historia junto a Guillermo y Tánit, sus 'padrinos' guipuzcoanos | Tras ser rescatado por el 'Aquarius', a sus 18 años y sin conocer el idioma, llegó a Tolosa solo, habiendo dejado a toda su familia en África
En un intento de matar a su madre, líder de uno de los mayores partidos políticos de Sierra Leona (APC), asesinaron a su tío ... . Sin buscarlo, la vida de Alhaji Gbla, de 19 años, pasó a estar en peligro. Su progenitora tuvo que huir a un «pequeño poblado» apartado de la ciudad y él, que ahora reside en Errenteria, emprendió un largo viaje con destino Europa. Si se quedaba en su África natal «corría el riesgo de ser secuestrado o incluso ejecutado» por miembros del otro partido político principal de Sierra Leona, el SLPP.
Alhaji, que ya ha pedido asilo en España, comenzó su huida el 11 de mayo de 2017. Recuerda la fecha a la perfección. Desde entonces no ha vuelto a su casa, aunque se considera un «afortunado» porque en Donostia tiene su segunda familia, Tánit Esnal y Guillermo Boned. Mediante el programa de mentoría de SOS Racismo y CEAR, esta pareja comparte tiempo con él. Van a la playa, a pasear o a comer. Todo vale con tal de estar un rato juntos.
Pero hasta llegar a estar así de «feliz», Alhaji se ha enfrentado a situaciones «muy difíciles durante un largo año». De Sierra Leona se movió a Guinea Conakri sin avisar a nadie, ni a su familia ni a sus amigos, «para que no me secuestraran ni me mataran. Tenía miedo a que dieran conmigo y si les llamaba, iban a localizarme. No podía ponerme en peligro», explica en una mezcla de inglés y castellano.
Sus ganas de contar su historia son sorprendentes. Coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Refugiadas, que se celebra hoy, se esfuerza en que se conozca todo lo que ha vivido y por qué está aquí. Por qué tuvo que huir de su país en un ejercicio vital de supervivencia. Continúa sin que nadie le interrumpa: «Desde Guinea fui a Mali, donde estuve alrededor de tres semanas. Todavía me buscaban, por lo que decidí ir a Burkina Faso», reflexiona mientras se sirve un vaso de agua.
En prisión
Alhaji tiene mucho que contar. En Burkina Faso dieron con él. La mafia le atacó y le pidió dinero. «Me llevaron a una pequeña prisión, pero pude escapar», comenta. «Corrí por el bosque hasta que me encontré con un hombre mayor que se preocupó por mí». Sin dudarlo, rápido le dijo lo que le sucedía, y esta vez tuvo suerte. El varón le ofreció trabajo en su granja. A cambio, ganó unas monedas para poder pagarse el transporte a Argelia.
Estuvo cinco meses en este país del norte de África, del que tiene «muy malos recuerdos. No se portaron nada bien conmigo. Lo pasé mal», reconoce. Por eso, «en cuanto recaudé todo el dinero que necesitaba para irme, me fui a Libia, donde trabajé en actividades domésticas, pero allí tampoco me trataron bien».
Harto de recibir malos tratos, se movió a Trípoli, a la capital libia. Era hora de poner rumbo a Europa, lo que de verdad quería. Pero las cosas no iban a ser tan sencillas. «Salir de África y venir a Europa solo es muy duro», se lamenta Alhaji, quien tuvo que luchar cada minuto de su viaje hasta llegar a Gipuzkoa.
«En una ocasión fui pillado por la Policía y encarcelado. Me trataron mal, a veces ni me daban de comer»
«Me encanta el arroz, porque me recuerda a casa, pero también me gusta la tortilla de patata»
«Echo de menos a mi familia. Con mi padre hablo a diario, pero con mi madre solo de vez en cuando»
A la tercera
Él es uno de los cuatro refugiados del 'Aquarius' que se instaló en Tolosa en 2018, pero para ser admitido en España tuvo que «sufrir momentos realmente complicados». Cruzó el Mediterráneo en patera al tercer intento. La primera y segunda vez que probó suerte, nada salió bien.
En el primer intento, a la altura de Malta, «fui capturado por la Policía, me devolvieron a Libia y me encarcelaron. Evidentemente, el trato que recibí fue pésimo. Me daban de comer una sola vez al día y, a veces, ni eso. Además, te amenazaban con pistolas muy grandes... Afortunadamente, volví a huir», cuenta, y, acto seguido, pregunta si se le entiende. Los esfuerzos para explicar lo que le ha sucedido en su vida son obvios. Solo así puede uno entender su actitud hacia la vida. Tras escapar de la cárcel decidió volver a intentarlo. Tenía que dejar África atrás. En esta ocasión, no pudo hacerlo por el mal estado del mar. «Era muy peligroso porque había muchas olas. Todos estaban gritando por miedo a morir».
Por fin, a la tercera, «lo conseguimos. Tuvimos éxito y fuimos rescatados en mitad del mar». Era junio de 2018. Por aquel entonces, todos los medios de comunicación informaban de las más de seiscientas personas abandonadas en mitad del Mediterráneo. Italia y Malta rechazaron su desembarco en sus respectivos puertos. Entonces, el día 17 de ese mismo mes, el Gobierno español ofreció el puerto de Valencia para que atracaran tras ser rescatados por el barco 'Aquarius'. «Tras dos semanas en mitad de la nada, el ambiente fue de fiesta constante. ¡Nos iban a dejar venir a Europa!», rememora Alhaji visiblemente emocionado.
«Eres un campeón», le elogian Tánit y Guillermo, a lo que él sonríe. Se emociona recordando todo lo que ha vivido y, sobre todo, viendo hasta dónde ha llegado. Y con quién. La relación que en tan solo dos meses ha surgido entre sus mentores y él es «increíble. Son magníficos. Soy muy feliz con ellos aquí».
Las víctimas de la 'agonía del mediterráneo'
35.597 personas muertas en su intento de llegar a Europa ha contabilizado United. El nombre de cada una de ellas ocupará las paredes del paso subterráneo de la estación en Egia, en una exposición inaugurada por SOS Racismo con el objetivo de concienciar sobre este problema. Se podrá visitar hasta el 8 de julio.
Estudiar castellano
Desde que llegó a Tolosa en julio del año pasado, Alhaji no ha perdido el tiempo. Cada día asiste a clases de castellano durante tres horas, «mi principal objetivo es aprender el idioma para luego poder trabajar», afirma. Además, cuando llegó a Gipuzkoa dio un curso de camarero, donde conoció a los pocos amigos que tiene aquí, de Villabona. Casualmente, la semana pasada estuvo con ellos, «pero no les veo mucho», matiza.
Con quienes sí queda a menudo es con Tánit y con Guillermo. Ayer mismo comieron juntos «un rico arroz, que me encanta, porque me recuerda a mi casa, a África». El domingo van a volver a verse, porque van a asistir a un evento de comida africana. Pero Alhaji también disfruta de nuevos platos. Entre sus preferidos está «la tortilla de patata», ríe.
Sale a menudo a pasear, a correr y a practicar cualquier tipo de deporte. Cuando hace sol, aprovecha para ir a la playa, pero siempre sin perder el contacto con su familia. «Con mi madre no hablo tanto. Durante todo el viaje, hasta llegar a Tolosa, no supo nada de mí. Ahora sabe que estoy aquí y está contenta por mí. Con mi padre, en cambio, hablo a diario», admite. «Les echo de menos. A mi familia, a mis amigos, al final yo tenía ahí mi vida, pero tuve que huir», añade.
A Alhaji, que en Errenteria vive en un piso de alquiler con una familia de Nigeria, no le gusta hacer planes a largo plazo. Tiene la vista puesta en sus lecciones de castellano, «ese es mi objetivo para este verano». Mientras tanto, aprovechará el buen tiempo, «que le encanta porque le trae a la mente Sierra Leona», puntualizan tanto Guillermo como Tánit. Han pasado ocho semanas desde que se conocieron, pero parece que llevan años juntos. El primer día que coincidieron dieron un paseo por la ciudad. Entonces, la pareja de mentores no conocían la historia de Alhaji, cuyo mantra resume en ocho palabras: «He peleado mucho. Nada va a venirme gratis».
Apuntes
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Tratados internacionales: Con motivo del Día Mundial del Refugiado, el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social reafirmó ayer el compromiso que tiene el Gobierno con estos. El compromiso se basa en garantizar la acogida e integración de las personas que huyen de conflictos bélicos o persecución. Poniendo la Constitución y la Convención de Ginebra y el Protocolo de Nueva York como base, el Ejecutivo abogó por «fortalecer» mecanismos de acogida que ya se están aplicando y por «impulsar nuevas vías de acogida». También se quiso reconocer la labor de las organizaciones y entidades que trabajan «para dar a estas personas una acogida digna, así como facilitar la convivencia e inclusión social».
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Encuesta : El 45% de los españoles, cuatro puntos más que el año 2017, cree que la mayoría de extranjeros que intentan llegar al país como refugiados realmente no lo son; se cree que sus razones son económicas y que su verdadera intención es aprovechar los servicios de bienestar. El nuevo estudio de Ipsos, 'Actitudes globales hacia los refugiados', así lo ha detallado. De todas formas, el 69% de los españoles opina que las personas deberían poder refugiarse en otros países, incluso en España, si es para escapar de la guerra o la persecución. Y la balanza se inclina hacia el 'no' al preguntar sobre si las fronteras se deben cerrar a los refugiados: un 54% rechaza la idea, frente a un 35% que la apoya.
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ONGs La Red Migrantes con Derechos, integrada por la Comisión Episcopal de Migraciones, Cáritas, Confer, y Justicia y Paz hizo ayer, Día Mundial del Refugiado, un llamamiento a los responsables políticos para que actúen «contra toda criminalización del apoyo humanitario proporcionado a los migrantes y refugiados». Quisieron retratar las complicaciones que sufren en sus tareas: «Mientras avanza este cierre de puertas y puertos, y se repite el bloqueo de barcos humanitarios, desde nuestras organizaciones somos testigos de la tendencia creciente a obstaculizar y estigmatizar la asistencia humanitaria». La Red Migrantes con Derechos sirvió de acompañamiento a unos 3 millones de personas durante el 2018.
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