Hay pocas risas más vitales que las que se escuchan a la salida de un funeral. La muerte tiene la habilidad de relativizarlo todo. A ... su lado los problemas empequeñecen y los distanciamientos se acortan. En un funeral compartimos mucho más que el duelo por un ser querido. La despedida es la excusa para el reencuentro y, aunque se corta un camino, favorece que se construyan nuevos puentes.
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Este miércoles, nuestro compañero Jon tuvo el poder de reunir a varias generaciones de antiguos y actuales trabajadores de la agencia de publicidad Dimensión. Nunca sabes cómo va a ser un reencuentro improvisado entre viejos conocidos hasta que cruzas la mirada con la primera cara. Sonreímos. Y despertó en nosotros un sentimiento de comunidad tan fuerte que nos hizo abrazarnos, perdonarnos, compartir copas y risas hasta bien entrada la noche.
Lo peor de que alguien se muera es que, después del funeral, no puedes llamarle y hacerle un resumen detallado del acontecimiento. Jon se ha ido antes de tiempo y su marcha nos ha conmovido. Pero, sobre todo, nos ha dado una razón para creernos vivos y sentirnos a tiempo de arreglarlo todo.
Propósitos como plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo brotan del deseo humano de trascender. Yo creo que la única forma de vivir después de la vida es permanecer en el recuerdo de los demás. Gracias, Jon. Durante muchos años provocarás una sonrisa cada vez que recordemos el reencuentro que organizaste el día de tu despedida.
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