Perder

PLAZA DE GIPUZKOA ·

Guille Viglione

San Sebastián

Domingo, 18 de septiembre 2022, 07:27

Dijo Rainer Maria Rilke que la infancia es la verdadera patria de una persona. En ese caso consideradme un apátrida sin el menor atisbo de ... nostalgia. En un colegio masculino, en una época en que tu reputación iba ligada a tu condición física, yo fui un niño torpe, lento, criado entre mujeres y con desinterés por cualquier actividad deportiva.

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De niño, perdí estrepitosamente en todas las competiciones y juegos en los que participé. Y ocurrió en la misma clase de E.G.B. en la que Felipe, Noli, Carlos, Martín, Jesús, Fernando, Tomás y otros jóvenes atletas de Irun ganaron 'Torneo', el programa de televisión de TVE. Así que no, no fui el niño más popular de mi curso.

Hoy sé que aquellas frustraciones despertaron en mí el espíritu de superación que me ha acompañado, me ayudaron a forjar el carácter, a gestionar las emociones y a desarrollar otras habilidades como la empatía, flexibilidad, capacidad de negociar o ingenio para seducir con las palabras. Rasgos que, años después, me ayudaron a perseguir mis metas.

Empieza el curso escolar e intuyo que se ha desarrollado un modelo escolar y familiar que premia a todos los niños, al margen de su rendimiento físico o intelectual. Cuento mi historia porque creo que la infancia es el mejor momento para aprender a lidiar con la frustración. Creo que sobreproteger a los niños hoy es desprotegerlos mañana, pero no doy consejos. Tan solo comparto la historia de un perdedor que debe a ello todo lo que he ganado después.

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