Pablo Ibar sopesa saltarse el Supremo de Florida y recurrir a la Justicia Federal
Se cumplen hoy 30 años del descubrimiento de las tres personas asesinadas en Florida (EE UU) por las que el preso de origen guipuzcoano sufre cadena perpetua
Después de 30 años de intentos infructuosos, tres juicios, irregularidades en los procedimientos, y decenas de recursos y apelaciones en un tortuoso camino en ... los tribunales del estado de Florida, Pablo Ibar, su familia y su defensa sopesan seriamente dar un salto en su estrategia y recurrir a la Justicia Federal de EE UU para tratar de demostrar que, como defienden desde hace tres décadas, no fue este hijo de pelotari guipuzcoano y madre cubana, y sobrino del famoso exboxeador José Manuel Ibar 'Urtain', el autor de los llamados 'crímenes de Miramar'.
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Un suceso del que este miércoles se cumplieron 30 años y que conmocionó a esta localidad próxima a Miami. Dos personas entraron al chalet de Casimir Sucharski, dueño de un club nocturno, y asesinaron al empresario y a dos bailarinas que se encontraban con él, Sharon Anderson y Marie Rogers. Los cuerpos fueron encontrados al día siguiente, tal día como hoy de 1994, amordazados, golpeados y acribillados a tiros.
Una cámara de videovigilancia instalada en el salón grabó el suceso y captó un momento en el que uno de los asaltantes se quitó la camiseta con la que se cubría el rostro para secarse el sudor. Al entender de los investigadores, esa persona tenía rasgos similares a los de Pablo Ibar, y esa imagen se ha convertido en la principal prueba contra él, a pesar de que está soportada en una cinta VHS, en blanco y negro, sin audio, granulado, y con una calidad pésima. Tampoco le ha servido al reo de origen guipuzcoano la coartada de que esa noche estaba con su novia en otro lugar.
16 años con pena de muerte
Por esos hechos Ibar fue condenado primeramente a la pena capital. Por lo que ha pasado 16 años, entre 2000 y 2016, en el 'corredor de la muerte'. Hasta que ese año el Tribunal Supremo de Florida la anuló y ordenó repetir el juicio. Tras este –el tercero porque hubo un primer proceso que había sido declarado nulo– el jurado también le consideró culpable, pero la condena en este caso fue a cadena perpetua, que es la que pesa sobre él en estos momentos.
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A pesar del alivio que supuso no tener ya sobre sí la espada de Damocles que supone estar pendiente de una ejecución, la lucha de Ibar continúa para tratar de demostrar la inocencia que proclama. Los sucesivos recursos que ha interpuesto la defensa de Pablo tras el último juicio no han dado el resultado deseado.
El próximo paso a dar se suponía que iba a ser apelar de nuevo al Tribunal Supremo de Florida, pero Ibar y su entorno barajan saltarse este paso y recurrir a las intancias superiores de la Justicia Federal de EE UU.
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Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación Pablo Ibar Juicio-Justo, explica que las «esperanzas» de que el Supremo de Florida corrija una decisión de un tribunal inferior si esta no está argumentada –como es el caso del último recurso, en el que solo se justifica una de las 12 cuestiones planteadas en el recurso– son «reducidas». «En EE UU la Justicia opera de forma diferente a España», sostiene. «Mientras aquí las decisiones se sustentan en la interpretación de la ley, allí pesan más los precedentes que existen, y hay pocos antecedentes en que el Supremo haya corregido una decisión que no está fundamentada y, por tanto, cuyos argumentos no pueden ser rebatidos».
El problema de la carta de los tribunales federales es que los procesos son mucho más caros. «No tenemos presupuesto y estamos trabajando en ello», explica Krakenberger. «Hemos recuperado la ayuda del Gobierno Vasco y estamos a la espera de ver si va a haber Presupuestos en el de España y si hay opción de que nos ayuden», porque el Estado «tiene una línea para auxiliar a presos bajo pena de muerte, pero ya no es el caso de Pablo. Además, tenemos abierta una campaña de 'crowdfunding' a través de la página web www.pabloibar.com y en las redes sociales, y una línea de Bizum para de facilitar y agilizar las donaciones».
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El procedimiento a seguir en este caso sería recurrir ante un tribunal de apelaciones de Atlanta y, si esto no diera resultado, apelar ante el Tribunal Supremo de EE UU.
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