Luz y sonido en la Alameda
Hoy, 11 de junio, también era domingo hace ciento treinta años, y no fueron pocas las familias que, aquel día en el que el calor ... era sofocante, buscaron la sombra bajo el tupido follaje de los árboles que cubrían la Alameda, esperando, con más expectación de lo habitual, que el concierto, a cargo de la Banda Municipal, fuera llegando a su final para poder disfrutar del cordial entente que se anunciaba entre la música y la luz que, al atardecer, dominaría la penumbra del codiciado paseo.
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Ayer por la noche, los técnicos municipales ya habían realizado las pruebas oportunas, con resultado positivo, de las veintiocho farolas de mecheros industriales instaladas en torno al kiosco de la música, cuya inauguración era el motivo por el que se había anunciado el concierto: que el vecindario celebrara, con música, el haberse «inaugurado y puesto en marcha, la nueva Fábrica de Gas de Morlans». Cuando casi anocheció la multitud, con sus aclamaciones, obligó a los músicos para que repitieran la polka 'El ruiseñor y el mirlo', de Kling, fue encendiéndose la nueva instalación del alumbrado público de gas que sustituiría al eléctrico.
Opiniones húbolas para todos los gustos, siendo mayoría quienes defendían que «el Boulevard ha ganado mucho con el gas». La eléctrica, se decía, «es una luz más bonita, pero lo que requiere un paseo son muchas luces, cuantas más mejor, porque son un adorno más apropiado que causa animación y da vida a la decoración».
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130 son los años que se cumplen de la inauguración del alumbrado público con mecheros industriales de gas
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1893 Clausurado el Gasómetro de San Martín, la Fábrica de Gas en Morlans fue aprobada en 1890 e inaugurada en tres años después
El alumbrado eléctrico de años anteriores, a base de arcos voltaicos, «dígase lo que se diga, daban menos luz porque al ser más caros eran menos», aunque cuando, pasados los años, se volvió a la electricidad se echó en falta el romanticismo que, bajo las titubeantes llamaradas gasísticas, facilitaban las declaraciones de amor.
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La utilización del gas para iluminar San Sebastián era una idea anterior al propio derribo de las murallas, en 1864, pues ya en 1860 el Ayuntamiento «ansioso de proporcionar al público las mejoras propias de los adelantos de la época», se decidió a utilizar el gas para el alumbrado público. No pudiéndose construir el gasómetro, por razones de seguridad, dentro de la ciudadela, se optó por hacerlo en el barrio de San Martín, utilizando el solar que actualmente se encuentra entre el muro de San Bartolomé y la calle Urbieta.
Al efecto se creó una empresa y se invitó a la población para suscribir acciones de mil reales cada una. La Compañía se constituyó legalmente en 1869 y se firmó el contrato con el Ayuntamiento en 1871. Próximo a terminar el contrato, se determinó que la fábrica había quedado obsoleta, siendo preciso estudiar un nuevo emplazamiento. Mientras una parte de la población consideraba un despilfarro construir una nueva fábrica, la otra encargó la misión al ingeniero Joaquín Lopetedi que, en principio, fijó sus ojos en la zona de San Francisco (hoy ikastola Zuhaizti).
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No resultando factible este lugar, la propia empresa ofreció unos terrenos de su propiedad en Morlans y Miratorres, que fueron comprados por el Ayuntamiento a razón de 2,20 pesetas el metro cuadrado. La nueva fábrica fue aprobada por Real orden el año 1890 y un año más tarde, para hacer frente al gasto, se permitió al Municipio emitir mil obligaciones hipotecarias de 500 pesetas cada una al interés del 4,5% anual.
La construcción comenzó el año 1892 y el 7 de junio de 1893 la población ya estaba surtiéndose con gas fabricado en ella, aunque a nivel popular se consideró como «inauguración oficial» la fecha de hoy, 11 de junio de 1893.
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