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1970: Odisea en un tren supuestamente 'de lujo'Tren de lujo -Bilbao a San Sebastián- primera clase. 101 pesetas. Suplemento velocidad 11 pesetas. Total 112 pesetas».
Esto ponía en el billete del tren ... que compró un lector de EL DIARIO VASCO, Antonio Leceta, para un tren especial 'pullman', supuestamente de lujo, que tenían entonces en servicio los Ferrocarriles Vascongados en la actual línea del Topo o Euskotren. Claro que su experiencia no fue precisamente de lujo, como contó con ironía en una carta que publicó nuestro periódico el 14 de marzo de 1970...
«De lujo y en primera, y va y la puerta se abre sola. Y luego va y se queda colgando una tapa de la lámpara del techo», escribía para empezar.
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«De lujo y en primera, y va y la puerta se abre sola. Y luego va y se queda colgando una tapa de la lámpara del techo». Así empezaba la carta de un lector sobre su experiencia en el tren 'pullman', que venía desde Bilbao en más de tres horas
«De lujo y va y la cortinilla de la ventanilla del coche no se puede recoger porque está flojo el corchete y hay que rellenarlo con un papel. Seguimos con el lujo. Y no hay un triste cenicero para las colillas y las cenizas. Quizá por eso es por lo que no hay una simple alfombra o esterilla».
«Es de lujo, de plazas limitadas, y resulta que al volver de Bilbao el vagón está completamente lleno con los pasillos abarrotados de gente que no tiene plaza (...)».
Se quejaba Leceta también de los rítmicos bandazos que iba dando el vehículo...
«Y, ¿qué me dicen del movimiento? Claro que es un tren que pasa por Durango, Eibar, Deva, Zarauz, etc., donde existen impresionantes discotheques psicodélicas y todas esas cosas con sus escalofriantes ritmos actuales de cha-cha-chá, kasatschok y danzas que no entran en el mercado europeo (como el tren), que justo llega al mercado de Achuri, y por lo tanto la gente joven no acusa semejantes testarazos; pero nosotros, la verdad, sugerimos que el tren vaya fuera de los raíles y así los golpes serían más uniformes».
«También es verdad que a la 4ª revisión (cuarta) del billete, el señor interventor se percató de lo de la puertita y le puso un papel plegado a presión con ella. Es un método muy sencillo en trenes de lujo».
El sufrido viajero y lector llegaba en su relato a «lo más gordo»: «'Suplemento de velocidad' en un cacharro que hace 40 kilómetros hora de media (de 7 y 25 minutos a 10 y media)». O sea, tres horas pasadas para venir de Bilbao a Donostia.
«También no sé qué líos dicen de que no expiden billetes para todos los puntos, puesto que como es tren especial existen trayectos mínimos y no sé qué historias. Y va y resulta que se para en todas las estaciones, apeaderos y caminos vecinales, como decía el otro».
«En resumen, que lo único serio que hay en este tren de lujo es la campanita de las estaciones. Y en que no se aburrirá en el trayecto. No».
Así concluía aquella carta del 14 de marzo de 1970. Confiemos en que la futura experiencia en el Tren de Alta Velocidad, si algún día llega, no se le parezca en nada.
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