La calle de la memoria
1960 | Examen a diez metros de profundidadEn los dominios de Neptuno: Ayer, en la bahía, se examinaron, a 10 metros de profundidad, 22 escafandristas» (DV, 16 de septiembre de 1960).
Hace ... 65 años le llamó la atención a nuestro periódico un examen para buzos, al que dedicó una fotonoticia en primera página y un reportaje en la última. Empezaba así...
«En las proximidades de la isla, junto a la boya, se hallaba una motora. Desde lejos, la escena era normal. Pero aproximándose a esta embarcación se veía en su interior un sinfín de aparatos bastante extraños para el inexperto al escafandrismo».
«Una veintena de muchachos, fornidos, tostados por el sol, para los que el verano sólo tiene un objetivo: el agua, penetraban en la pequeña cabina y salían transformados. Entraban como seres normales, salían como extraños personajes de cualquier planeta no terrestre: gafas, enormes tubos como tentáculos de pulpos, que se unían a una botella amarillenta. Entre tanto tritón, una sirena, rubia, como deben serlo las sirenas, y hasta las aletas colocadas en sus pies semejaban cola de pez».
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Gipuzkoa ganó 22 escafandristas gracias al examen que realizó el Centro de Exploraciones Submarinas en la bahía, cerca de la isla de Santa Clara. Uno de los nuevos hombres rana era en realidad una mujer rana, «una sirena», Marina Erice
«Gerardo Beristain hacía de Neptuno. No llevaba tridente pero daba igual, porque sus órdenes se cumplían fielmente por todos. '¡Al agua!', exclamó, y cuatro alevines de hombres ranas se sumergieron tras el monitor».
«Escafandrista de segunda»
Gerardo Beristain no era Neptuno sino un monitor del Centro de Exploraciones Submarinas, que estaba haciendo los exámenes para acceder a «el título de escafandrista de segunda categoría, necesario para sumergirse con equipo autóctono».
Los 22 participantes «realizaron a satisfacción los ejercicios requeridos», obteniendo automáticamente el título que elevaba a unos cuarenta el número de escafandristas en Gipuzkoa, «los cuales, aparte de su actividad deportiva, se hallan siempre dispuestos a acudir a prestar su colaboración cuando ocurre cualquier accidente marítimo».
El listado completo de aquellos nuevos buzos lo conformaban José Ribo, Antonio Hurtado, Julian García Cortázar, Manuel Valle, Enrique Moreno, Julián Sanz, José R. Ustarriz, José A. Goñi, Eusebio Albisu, León Alonso, Tomás Errandonea, Jesús Goicoechea, Francisco Domingo Ceberio, Alberto Campo, Marina Erice, Ignacio Aramendi, Francisco Salaverría, Felipe Santos y Tomás Gastaminza».
Si se han fijado, Marina Erice era la única chica, la «sirena» del grupo. Madrileña, de 19 años, hizo a la perfección la prueba consistente en descender, quitarse las gafas y la botella de oxígeno y respirar a ratos con la boquilla de la del monitor hasta subir a pulmón libre.
«Muy bien, Marina; lo has hecho mejor que muchos de estos... Dentro de poco podrás sacar el carnet de primera», le dijo Beristain después.
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