
La calle de la memoria
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La calle de la memoria
1955 | Las mismas fotografías de la nieveHace setenta años, nuestra ciudad recuperaba la normalidad tras unos días en color blanco. 'Guipúzcoa, cubierta por la nieve', había titulado EL DIARIO VASCO en ... primera página el 11 de marzo de 1955.
El temporal nevoso había afectado a los donostiarras con sus dificultades para desplazarse. En la zona de Aldapeta y Marrutxipi, además, sufrieron problemas de suministro eléctrico y de línea telefónica, por la caída de cables.
El día 12 el cronista Ángel Azcona se despachó con un peculiar artículo sobre aquella nieve que iba retirándose, que recuperamos hoy en una calle de la Memoria cubierta por un blanco manto...
«La nieve va desapareciendo de los tejados de las casas y de las faldas de los montes cercanos a la ciudad. Siempre se ha dicho que la nieve, tan bonita en la majestad de su silencio, pierde todo su encanto al convertirse pronto en nieve sucia de gris plomizo, como el cielo del cual a la tierra llegó».
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Mientras Donostia se recuperaba de una nevada, Azcona escribía que «los fotógrafos creo que no llegan a disparar sus máquinas, teniendo magníficas colecciones de la Plaza de Guipúzcoa y Alderdi-Eder cubiertos por el blanco elemento»
«A mí, hace unos años, la nieve me gustaba mucho. Con ella moldeaba muñecos y sobre todo me deslizaba torpemente en trineo o ski. No me importaba que se me mojasen la botas o sintiera terrible frío en los pies. Ni caerme cuan largo bajando una pradera en la que todos los árboles 'venían' hacia mí».
«Pero –se sinceraba Azcona– al pasar del tiempo, en nuestra guerra, fui perdiendo afición a la nieve y creo que al final de la contienda llegué incluso a no quererla. Aquellos días interminables, rodeados de nieve, frío intenso y miedo, no se olvidan fácilmente. Es muy distinto contemplarla en una ciudad a verla caer día y noche en lo alto de un monte».
«En la ciudad, cuando nieva, los niños hacen bolas de nieve y los fotógrafos exponen en sus escaparates fotografías de parques y paseos nevados. Esos niños que se lanzan bolas de nieve y esos documentos gráficos me causan el efecto de que son todos los años los mismos. Los fotógrafos, aunque salen a la calle, creo que no llegan a disparar sus máquinas, teniendo como tienen en sus respectivas casas magníficas colecciones de la Plaza de Guipúzcoa y Alderdi-Eder cubiertos por el blanco elemento. Nadie se va a enterar de que la foto cuenta con unos cuantos años de existencia...».
Apuntaba el articulista hace setenta años que «esto de las caídas callejeras es lo más molesto de la nieve. Generalmente, son unos batacazos mayúsculos los que proporciona sin consideración a edades y consecuencias que puedan de ellos derivarse...».
Concluía Ángel Azcona su pequeña diatriba contra la nieve: «A todo esto, mi pluma, contagiada por el tema, va sintiendo frío y creo que será mejor enfundarla para que no se acatarre. Adiós, lectores, hasta mañana, si Dios quiere, y a ver cuándo llega la hora de comentar los almendros en flor, la suave temperatura y todo eso que suena tan bien...».
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