1951 | Al rededor del «puente internacional»
Para las nuevas generaciones puede parecer que lo que hoy recordamos pertenece a un pasado tan lejano que escapa a la realidad... pero un día, ... tampoco hace tanto tiempo, las cosas eran como eran y no como hoy son.
Eran aquellos tiempos en los que, siquiera para ir a Hendaya, salvo quienes contaban con un pasaporte, con necesidad de visado, que no siempre era sencillo conseguir, tenían, teníamos, que solicitar un llamado «pase de favor» que permitía permanecer 24 horas al otro lado del Bidasoa.
A personas jóvenes para las que, ahora, circular de una orilla a otra del río es simplemente un paseo, cuesta comentarles, y que lo entiendan, la anterior situación. Es como a quien está hablando por el móvil con una persona que se encuentra en la otra parte del mundo, le decimos que hace medio siglo era necesaria una conferencia, media hora de demora y un alto desembolso para comunicarse, por ejemplo, con Tolosa.
1951
Cuando se expendían «pases de favor» por 24 horas, para hacer compras o pasar un día en la playa de Hendaya
La frontera se abría y cerraba a determinadas horas, y un retraso podía suponer pasar la noche «al otro lado de la muga», quizá con las medicinas u objetos de plástico que aquí no había. ¿Alguien se acuerda de la moda del duralex?. ¡Que modernismo suponía tener esa vajilla en casa! ¡La hemos traído de Francia! Bien, pues tras este largo prólogo, resulta que la raquítica situación fronteriza también afectaba al turismo. Mucha propaganda y luego, cuando el turista llegaba a la Estación de Hendaya...
Tal día como de hoy se recordaban estos problemas en El Diario Vasco y eso que, desde el mes de mayo, la frontera estaba abierta hasta las doce «en punto» de la noche (horario de verano). «Algo es algo», se escribía: confiemos que en verano se abra toda la noche, porque «este invierno han sido muchas las personas que han debido quedarse a pernoctar en Hendaya o Irún».
Se justificaba el deseo «porque este año se esperan más extranjeros que nunca», y ¡vayan ustedes a saber a qué hora llegan! El haberse inaugurado el año anterior las instalaciones deportivas de Anoeta, permitía celebrar importantes competiciones internacionales que atraerían turistas, así como la repercusión que estaba dándose al Gran Crucero 'Regata del Atlántico La Habana-San Sebastián', participando Estados Unidos, Argentina, Cuba...
Y no andaban descaminados los pronósticos: los primeros cinco meses del año pasaron el «puente internacional» más de millón y medio de personas y unas 80.000 pasarían la primera quincena de agosto.
Pero, volviendo al artículo en cuestión, el distinto ancho de vía que cada país utilizaba para sus ferrocarriles impedía llegar a Irún o Hendaya en el mismo tren. Los franceses tenían fama de ser puntuales, pero incluso siéndolo, el más frecuentado para venir de París llegaba pasadas las once de la noche. Había que coger maletas y con ellas a cuestas llegar a Irún, después de haber perdido mucho tiempo en los trámites de Aduana. El Topo, por su parte, sólo prestaba servicio en horas diurnas.
Y ahora ¿qué?. Pasar la noche en alguna de las orillas del río o buscar un taxi que, además de ser pocos, tenían un precio muy elevado. Cierto que no faltaban los optimistas que, leyendo los letreros a San Sebastián, calculaban mal la distancia y pasaban la noche viajando a pie con sus valijas a cuesta.
¿Era mucho pedir alguna coordinación para que los trenes de Irún no salieran hasta después de haber dado un tiempo prudencial para que llegaran los que venían de París?
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