1945 | Los donostiarras debieran poder irse en agosto
En 2025, muchos donostiarras nos quejamos, con razón, de que sentimos el centro de nuestra ciudad tomado por los turistas. ¿Y si les dijera que ... hace ochenta años también era así?
Publicidad
Las circunstancias eran otras, claro. La población era menor y los visitantes también, pero pasaban más tiempo entre nosotros, veraneaban aquí. Y San Sebastián se hacía «elástica» para acoger a los de fuera y los de dentro. Tal expresión, «ciudad elástica», utilizaba Ángel Azcona el 1 de agosto de 1945, en un artículo que reproducimos íntegramente...
«Donde más se nota la afluencia de forasteros, en esta época del año, es en las últimas misas domingueras, en los cafés y en la playa. San Sebastián durante la semana pasada, ha aumentado extraordinariamente de población. Sus calles concurridísimas anuncian la proximidad de la semana grande con sus estrepitosos fuegos artificiales y el imprescindible ¡Aaaah! de los espectadores. Con sus lugares de esparcimiento abarrotados y el atrayente programa agosteño de festejos».
El año
1945
«Los que aquí vivimos todo el año, pudiendo hacerlo, debíamos abandonar este pueblo por lo menos durante el mes de agosto». Lo escribía Ángel Azcona, ante la aglomeración veraniega de visitantes en nuestra «ciudad elástica»
«A diario van llegando centenares de viajeros, que huyen del calor para caer en el odioso y difícil problema del acaloramiento. Dentro de pocas horas, nuestro pueblo será la ciudad elástica de todos los veranos. La ciudad estos días soñada por millares de españoles que no tienen la dicha de disfrutar de sus encantos».
Publicidad
Entonces, con agosto como mes especialmente fuerte, Donostia estiraba sus costuras. Y Ángel Azcona, en 1945, se atrevía a quejarse de las incomodidades que los visitantes provocaban, aunque lo plantease como un problema personal...
«Pero yo, que aborrezco las aglomeraciones –aunque, como donostiarra, me alegre mucho del lleno–, opino que los que aquí vivimos todo el año, pudiendo hacerlo, debíamos abandonar este pueblo por lo menos durante el mes de agosto».
Publicidad
«Usted es de casa. Espere»
Eso, marcharnos a otra parte y dejar para los forasteros una ciudad en la que en verano se sentían (¿o nos sentimos?) actores secundarios...
«No podemos ir a ningún sitio –aseguraba Ángel Azcona hace ochenta años–. Nos miran a la cara y nos dice el dueño del establecimiento:
– Usted es de casa. Espere. No tengo mesa ahora.
En cambio, ¡qué bien nos tratan en invierno! Qué raro, ¿verdad?».
Si alguno miraba mal las aglomeraciones veraniegas , los visitantes no se daban cuenta. Leamos la descripción que «una personalidad extranjera» hacía días después para Azcona sobre la personalidad de los donostiarras...
Publicidad
«Son muy particulares en sus gustos y muy amantes de sus viejas tradiciones. Son ustedes susceptibles, tal vez algo apocados en el trato, pero cuando se entregan a una amistad, puede fiarse uno de ella. Saben trabajar y saben disfrutar de los buenos ratos. Aman el arte y son sentimentales». ¿Se reconocen?
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión