1925 | Las carreras de galgos decepcionaron
El próximo viernes se dará en San Sebastián un curioso espectáculo, muy en boga en el extranjero, donde a su amparo se han creado verdaderas ... industrias, pero que en España es totalmente desconocido. Nos referimos a la celebración de una carrera de galgos» ('La Voz de Guipúzcoa', 30 de septiembre de 1925).
También a nosotros nos ha sorprendido la imagen de galgos corriendo por nuestra ciudad, pero así fue. Como anunciaban hace cien años, los entonces amplios terrenos libres de Amara se convirtieron en un canódromo y fueron apuntados galgos procedentes de «las magníficas jaurías de Mme. Lelong, Mme. Yvonne de Braye (la notable trágica), Delaforge y otras que han participado en las interesantes pruebas corridas en Biarritz muy recientemente».
O sea, que fueron galgos franceses los que corrieron y saltaron por Amara. Como escribían hoy hace cien años, «durará el espectáculo más de hora y media y consistirá en cinco carreras en pista lisa, unas, y con obstáculos otras».
La cosa prometía pero, ay, no cumplió con las expectativas. En la edición del 3 de octubre de 1925 un artículo firmado por B.A. lo dejaba claro desde el título: 'El espectáculo no interesó': «Con la natural curiosidad acudimos ayer al campo donde últimamente se celebró el concurso hípico, para presenciar las anunciadas carreras de galgos. La misma curiosidad debió sentir el público, que en crecidísimo número acudió al espectáculo».
«¿Gustó éste? Faltaríamos a la verdad si dijéramos que sí. Los dos mil espectadores que aproximadamente concurrieron al festival canino salieron tan defraudados que la inmensa mayoría de ellos no aguardó al final, y ya para la tercera carrera nos hallábamos casi en familia».
Invadiendo el campo
Describían en 'La Voz de Guipúzcoa' un caos casi cómico...
«Realmente, el espectáculo fue poco interesante, por lo menos ayer, en que hubo falta de organización y nadie se enteraba de quién ganaba ni por qué. Además, los recorridos, excesivamente cortos, eran causa de que para cuando se advertía que los galgos corrían, la carrera había terminado».
Un lío en el que ni los espectadores atentos veían bien...
«Es posible, y hasta probable, que las carreras de galgos organizadas convenientemente, en pistas bien preparadas en el centro de los campos, de forma que sin necesidad de invadir éstos se vean bien de todas partes y con recorridos mayores, resulten espectáculo digno de ser presenciado. En la forma que se corrieron ayer, en modo alguno pueden interesar, y nada tiene de extraño que el público saliera disgustado».
Y así acabó la historia de las carreras de galgos en nuestra ciudad. Para que la indignación no se dirigiese al Ayuntamiento, añadían que éste sólo había cedido el terreno a cambio de un porcentaje de la recaudación pero que la (des)organización había sido privada.
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