1923 | Los últimos cotillones
Ninguna de las personas que la noche de hoy, 31 de diciembre de hace cien años, disfrutaba del cotillón organizado en el Gran Kursaal, era ... consciente, aunque lo sospechaban, de estar acudiendo al último de los que se celebraría en uno de los llamados 'templos de Nuestra Señora la Ruleta'. El otro, el Gran Casino, ya había sido clausurado, aunque seguía con su programa festivo.
Publicidad
En aquel mundo irreal del real divertimento, de alegrías, bailes y sonrisas, a la música de jazz y el swing, se unía la del foxtrot y el charlestón, a cargo de la Jazzband Rao Bert's y la orquesta Figuerido, que entre confetis, serpentinas, turutas y gorritos de papel, animaban las últimas horas del año en el que llegó la dictadura de Primo Rivera, la prohibición del juego y, por ello, el 31 de octubre, el cierre del edificio.
Ayer, día 30, para preparar el ambiente, en el hall del Gran Kursaal se proyectó la película titulada 'Almas de la cumbre', en la que hacía «una verdadera creación la bella y genial artista Mary Pickford», y a las seis de la tarde comenzó el último 'Thé aristocrático' del año, «que fue el más brillante y concurrido de cuantos se han celebrado».
1923 Esta noche
se cumplirán cien años de los últimos cotillones celebrados en el Gran Casino y en el Gran Kursaal. No faltaron películas, 'thé dansant', cenas americanas y la música de jazz, swing, foxtrot, #vals y charlestón
Para hoy, lunes, día 31, el nuevo restaurante del Kursaal, Miguel Urnieta, preparó dos fiestas extraordinarias: la primera se trataba de una cena a la americana, que comenzaría a servirse a las nueve y media, y la segunda, a las doce, «para despedir al 23 y dar la bienvenida al 24». Para entretener al personal se proyectó una película a la que el público pudo acudir tranquilo: «porque terminará a la once y tres cuartos, para dar tiempo a trasladarse al restaurant». A las ya citadas orquestas se añadiría la actuación de «los afamados bailarines Lyllan et Max» para que, «llegada la hora de la tradicional fiesta de las uvas», el edificio entero estallara «en el desenfreno que produce la sana diversión».
Publicidad
Ya ha sido comentado que el Gran Casino, aunque bloqueado como sala de juego, seguía recibiendo reservas de mesas para la noche del 31 de diciembre, en la que se anunciaba un distinguido Diner de Gala-Cotillón, «siendo obligada la etiqueta de rigor para damas y caballeros». Obtuvo muchos aplausos el maestro Larrocha «que acaudillaba su notable agrupación musical», y en el salón rojo del ya no Casino se disfrutó del 'thé dansant', amenizado por la orquestina Tzigane Boldi y la pareja de baile Magdalena y Cecilio Travers.
Los cronistas locales resumieron la última jornada de 1923 en San Sebastián «como en años anteriores, reuniéndose a cenar las familias y reinando gran alegría y satisfacción en torno de las bien surtidas mesas, pasándolo alegremente después de haber ingerido las doce uvas reglamentarias».
Publicidad
El nuevo año, 1924, «fue recibido con los acordes de la Marcha Real fusilera, más o menos fusilada, debido al estado en el que estaban algunos profesores de las orquestas después de las opíparas cenas y tanto en los cafés, bares y tabernas ilustradas fue grande la concurrencia».
Quienes no tuvieron ocasión de acudir a alguno de los citados cotillones, tuvieron distintas alternativas en los teatros, destacando el Colón, donde actuaban las cupletistas Amelia, Adelita y Lolita y las bailarinas Micaela y Adelita con gran éxito de 'Las Gemelitas'; el Restaurante del Hotel Central, por su parte, por doce pesetas ofrecía poder disfrutar del siguiente menú: ostras verdes de Marennes, crema Lamballe, langosta a la Parisien, tournedós Reina Victoria, espárragos salsa tártara, becadas asadas al cognac, pastelería especial y canastilla de frutas.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión