1906 | Construir en San Sebastián
Tal día como el de hoy, 10 de diciembre de 1906, la Asociación de Propietarios de Fincas Urbanas de Madrid reunió a más de doscientos ... representantes de las distintas asociaciones creadas en el país, con el fin de hacer frente a las difíciles circunstancias por las que estaba pasando la propiedad urbana.
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La Asociación donostiarra estuvo representada por el Marqués de Cubas, Julián Olivares, Conde de Artaja y Tomás Balbás, dándose la circunstancia de que, coincidiendo en el tiempo, se repartía entre sus asociados las nuevas Ordenanzas de Edificación de Casas que acababa de publicar el Ayuntamiento de San Sebastián.
Las condiciones para la construcción de viviendas en nuestra ciudad siempre, al decir de quienes conocen el tema, han sido rigurosas y sujetas a una demanda que no podía ser satisfecha, principalmente por la falta de suelo donde construir, trayendo consigo altos precios en las compras y alquileres.
«Las categorías de las calles se dividían en primero, segundo y tercer orden y de ello dependían las alturas»
«Si cesaba en el trabajo el Director de la Obra, ésta se paralizaba hasta la llegada del nuevo Maestro de Obra»
Prácticamente limitada la población, hasta 1863, a la actual Parte Vieja rodeada de murallas, cada vez que hubo posibilidad de levantar un ensanche se pensaba era último que verían los donostiarras y todos ellos «llegaban hasta donde era posible construir», aunque el tiempo se ha encargado de demostrar lo contrario e incluso, hoy, terminando 2023, celebramos el que será nuevo barrio de los cuarteles de Loiola.
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Ejemplo palpable y constante de la vinculación de los costos con el metraje disponible, hubo ocasión de constatar cuando, tras la destrucción de 1813, «las ocho mil almas que andaban errantes sin domicilio ni ropa, ni medios de subsistencia» buscando vivienda, los poseedores de las pocas casas que se habían salvado o estaban volviéndose a levantar, elevaron su alquiler hasta un 300 por ciento, obligando a que la Justicia interviniera para poner orden.
Las nuevas casas que se construyeran, reformaran o ampliaran, a partir de las citadas Ordenanzas de 1906, cuando la actual Area Romántica no había llegado a la plaza del Centenario, debían, antes de iniciar los trabajos, recibir la venía del Ayuntamiento, con la firma del Arquitecto y Maestro de Obras, de la Memoria presentada por el propietario, detallando los sistemas de calefacción, ventilación y saneamiento que se iban a adoptar.
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Antes de empezar una obra era preciso satisfacer en la Tesorería del Ayuntamiento las tasas correspondientes y comprometerse a comenzarla en un tiempo máximo de seis meses, pasado lo cual la concesión quedaría anulada. Si por alguna circunstancia el Director de la Obra, cesara en el trabajo, ésta quedaría paralizada hasta la llegada del nuevo Maestro de Obra y en todo caso debería ser informado el señor Alcalde.
Existían tres clases de calles: eran de primera las que tenían por lo menos veinte metros de ancho o un gran espacio abierto como jardín o plaza, de segunda las de por lo menos 12 metros y de tercera las demás, exigiéndose distintas alturas para sus fachadas en función de la clase: 21,30 metros la de primer orden, 18 las de segundo y 14,80 el resto. Se permitían algunas 'crestas' o cubiertas elevadas, con las que podrían alcanzarse los 24, 20,70 y 17,50 metros respectivamente.Respetando estas alturas, cada propietario podía construir el número de pisos que quisiera y distribuir a su gusto el interior. Y el número de barrios siguió creciendo, creyéndose, en todas las ocasiones, que se había llegado al máximo que podía dar de sí el crecimiento de la ciudad.
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