«Isidro dejó un recuerdo imborrable»
La Fundación Isidro Uzkudun recuerda al misionero pasaitarra en una misa mañana en Donostia por el 25 aniversario de su asesinato en Ruanda
La Delegación de Misiones le había prometido el dinero para comprar un coche nuevo para la parroquia, ya que el anterior estaba destartalado. Tres días ... antes de ser asesinado, el misionero pasaitarra Isidro Uzkudun envió el siguiente fax: «He pensado, ante la grave situación de hambre en que está gran parte de Mugina (Ruanda), hace nueve meses que no han cosechado nada (…) que en vez de comprar el coche sería muchísimo mejor emplear esa suma de los diez millones de francos ruandeses en alubias para los cinco mil habitantes que se mueren de hambre (…). Estoy bien. Sentimientos muy pesimistas sobre la situación y el porvenir de Rwanda». Era 7 de junio del 2000.
Fue la última carta que envió Uzkudun antes de ser asesinado en el país africano, donde pasó más de la mitad de su vida. Un gesto como el que se recoge en este escrito dibuja a la perfección «el enorme corazón de Isidro», un hombre «jovial, cercano, buen amigo, de buen carácter y buen humor, que se ganó la simpatía de todos. Ha sido un verdadero misionero», según expresan sus amigos más cercanos, que se reúnen mañana en Donostia para recordar su figura con motivo del 25 aniversario de su muerte, con la celebración de una misa en la capilla lateral de la catedral del Buen Pastor, a las 12.00 horas.
La Fundación que lleva su nombre trata de mantener viva su memoria y su legado, que no es otro que el Colegio San Ignacio de enseñanza secundaria de Mugina, donde el misionero puso «alma y corazón» y cuya andadura se inició en 1993. Isidro pudo completar las aulas, el patio de deportes, la cocina y el comedor. A su muerte, el 10 de junio de 2000, su memoria fue rescatada a través de la Fundación, que está llevando a cabo el desarrollo del colegio y de una Escuela Profesional, dando la oportunidad a muchos jóvenes a labrarse un futuro. «Era el deseo de Isidro y estaría orgulloso de ver todo lo que se ha levantado desde entonces», expresa Juan Cruz, amigo personal y compañero en la misión de Mugina.
Ambos se conocieron realizando sus estudios en el Seminario y «los dos coincidimos en la idea de salir a Ruanda, invitados por un condiscípulo nuestro. Yo tendría unos 31 años, Isidro quizá algo más. Estuvo los últimos 18 años conmigo en la parroquia de Mugina, tengo tantos recuerdos...», rememora con cariño. Para Juan Cruz, estos 25 años del aniversario de la muerte de su compañero «es un año redondo, y en la Iglesia suelen ser años jubilares. Para mí es el año jubilar de Isidro. Júbilo, que es alegría, por una parte, y por otra el recuerdo imborrable del amigo y compañero».
Recuerda cómo el misionero pasaitarra «se puso al frente de las escuelas parroquiales, donde tuvo el gran contacto con los maestros; también en su vocación fue formador, y es cuando surgió la idea de que en nuestro entorno se creara una escuela de secundaria. La Fundación ha tenido la buena suerte de tener mucho apoyo, con el cual hemos desarrollado un complejo educativo extraordinario» integrado por el colegio de secundaria «que inició Isidro», la construcción de una Escuela Técnica Profesional y el centro de enseñanza Cara para jóvenes sin formación reglada.
Un centro «referente»
Los miembros de la Fundación destacan que el colegio se ha convertido en un «referente» en el entorno. «Empezó poco a poco y hoy en día cuenta con 852 alumnos», una cifra que ha obligado a ampliar el comedor en altura y dimensiones «por el espacio y el calor que se acumula». También se ha continuado con la construcción y explotación dedicadas al cultivo, que abastecen las necesidades de alimentación del centro.
La Escuela Técnica también continua creciendo y dando «formación a 305 alumnos a día de hoy. El próximo curso se impartirá una nueva especialidad de audiovisuales», destaca Javi Pujol, miembro de la Fundación. Llegó a Ruanda por primera vez en el año 87, cuando tenía 27 años, para ayudar en la construcción de los diferentes centros y coincidió con Isidro en numerosas ocasiones. Guarda un cariño especial hacia él y recuerda «una de las últimas frases que me dijo estando en Donostia: 'No quiero volver pero no puedo no volver'».
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