Historias de Gipuzkoa

El primer asesino de San Sebastián

Adan Tilly, al parecer vecino de Donostia a pesar de su apellido de origen germánico, fue apresado en 1322 por orden de los alcaldes de la Hermandad de Gipuzkoa pero juzgado según el fuero local

Antton Iparraguirre

San Sebastián

Martes, 2 de enero 2024, 06:53

El primer caso documentado de asesinato conocido en la humanidad hace 430.000 años según el estudio del Cráneo 17 hallado en la Sima de ... los Huesos del yacimiento burgalés de Atapuerca. ¿Y en Gipuzkoa? Según los historiadores que han investigado los archivos municipales del territorio podría ser un homicidio ocurrido en San Sebastián el siglo XIV, y que cuenta con muchos interrogantes. Hay que tener en cuenta pudo haber casos anteriores, pero que el incendio sufrido por Donostia en 1813 por el asalto de las tropas inglesas para expulsar al ejército de Napoleón provocó la desaparición de miles de escritos de la historia de la ciudad anteriores a ese año.

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Adan Tilly, al parecer vecino de Donostia a pesar de su apellido de origen extranjero, fue apresado en 1322 por orden de los alcaldes de la Hermandad de Gipuzkoa Martín García de Marquina y Martín López de Yarza como presunto autor de «una muerte ejectuada en los arenales de San Sebastián». El arresto provocó un conflicto con las autoridades donostiarras, que recordaron que el fuero fundacional otorgado en 1180 por el rey navarro Sancho el Sabio a la ciudad se especificaba que solo podían ser juzgados en base a las particularidades de ese texto y dentro de sus muros. Si un donostiarra era arrestado en otro municipio debía ser juzgado conforme a sus derechos como vecino de la villa. Esto no cambió hasta 1459. Por tanto, el acusado sería juzgado según la justicia de Donostia.

Hay que recordar que la Hermandad del territorio nace en la Edad Media como respuesta de las villas al problema político y de orden público planteado por las luchas de los banderizos. En esa época la seguridad de la villa era «a pie de calle» y estaba a cargo de los jurados mayores y los celadores de pobres, comisarios de postulantes, sagramenteros y alguaciles.

  1. ¿A dónde fue llevado Adan Tilly tras su arresto?

En el siglo XIV San Sebastián contaba con dos cárceles, la pública y la del preboste. La primera se encontraba en la conocida como «torre del Campanario», junto a la Casa de Oquendo, y en la que a día de hoy alberga la sede de la Sociedad Gaztelubide. Los detenidos por los funcionarios municipales terminaban dentro de sus muros.

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Plano de San Sebastián en 1552.

El preboste era considerado la primera autoridad de la villa como representante del rey. Llegó a convertirse en un cargo vitalicio, e incluso podía pasar de padres a hijos. Frente a la alternancia de alcaldes, fieles y regidores, este privilegio le permitió ser una figura clave en las decisiones de la corporación municipal. Su cárcel estaba anexa a su casa, actualmente en la intersección de las calles Narrika, Embeltrán y Plaza de Sarriegi. Todo apunta a que Adan Tilly terminó en una celda de este establecimiento penitenciario.

La zona de actuación del preboste se circunscribía a los territorios sobre los que la villa ejercía jurisdicción, siendo sus atribuciones de carácter judicial, aplicando la justicia civil y criminal. Compartía esta función con los alcaldes de fuero y sus honorarios corrían a cargo del concejo, proviniendo principalmente de la recepción de las penas que debía percibir el rey por las infracciones cometidas contra el fuero. Las penas por homicidios y delitos de sangre se computaban en doblas de oro o marcos de plata.

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El preboste cobraba a los reos por su manutención y disponía incluso de un verdugo que costeaba el municipio. La vida de un presidiario era muy dura. Se mantenía a los presos bajo la vigilancia de monteros y ballesteros hasta que, al aproximarse la noche, se Ies aseguraba con cadenas o cepos, debiendo el carcelero mayor cerrar previamente los portones del recinto, conservar sus llaves y situar guardias en el interior con luz encendida.

Interior de la celda de una cárcel medieval.

En la Edad Media también existían en Gipuzkoa cárceles particulares, pero el trato que recibían los reclusos era tan cruel que terminaron siendo clausurados por orden real. Incluso Alfonso XI de Castilla, mediante su Pragmática de 1329, prohibió a sus responsables que diesen tormento a los reclusos o les afligieran con malas prisiones. El sexo del culpable no importaba en materia de sanciones penales.

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  1. ¿Quién era Adan Tilly?

En el documento hallado en el archivo municipal de San Sebastián se especifica que Adan Tilly era vecino de San Sebastián, pero se ignora si nació en la ciudad o cuánto tiempo llevaba su familia residiendo en la misma, o si fijó su residencia siendo ya adulto. Seguro que el apellido no pasaba desapercibido entre sus vecinos.

En cuanto al significado de Tilly, se trata de un nombre de origen germánico. Diminutivo de Matilda, del nombre germánico Mahthilt, de maht, «fuerza» o «poder» y hild, «batalla». Las personas que se llaman asi pueden ser originarias de: Alemania, Austria, Bélgica, Estados Unidos de América, Francia, Países Bajos, Reino Unido.

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La presencia de ciudadanos donostiarras con apellidos de origen extranjero prueba que el comercio marítimo y la pesca fueron los pilares de la economía donostiarra desde la Edad Media. San Sebastián se convirtió en una ciudad volcada al mar, una ciudad de comerciantes, transportistas, constructores de barcos, pescadores y balleneros. La política real castellana de concesión fueros y privilegios a Guipuzkoa también facilitó el crecimiento de la que sería siglos después capital del territorio.

  1. ¿Fue condenado el acusado?

Esta es otra pregunta sin respuesta. La cárcel perpetua sólo se imponía aún a los siervos. Los hombres «honrados por linaje, riqueza o ciencia» lograban en ocasiones verse libres hasta de la prisión preventiva.

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Puede que Adán Tilly se beneficiara de este último privilegio. Se libró de la pena capital al verse beneficiado por la aplicación del fuero de San Sebastián y no por las reglas de la Hermandad de Gipuzkoa. Hasta la fecha no se ha encontrado ningún documento en los archivos municipales de San Sebastián que revelen cuál fue la condena o sanción impuesta por el crimen. Tampoco se conoce el lugar exacto en el que se produjo el crimen, ni la identidad de la víctima ni el móvil. Ojalá que, más de setecientos años después, los historiadores resuelvan algún día todas las incógnitas que rodean al caso de este primer detenido por asesinato documentado en Donostia.

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