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ROYO y J.M. LÓPEZ

«Antes hacias un llamamiento y venía todo el mundo»

Representantes de varias asociaciones culturales de Gipuzkoa coinciden en que no hay «relevo generacional»

Javier Guillenea

San Sebastián

Domingo, 16 de abril 2023, 07:01

Asociaciones y actividades de todo tipo están desapareciendo por la falta de interés de los jóvenes vascos en relevar a sus mayores. Su escala de ... valores es otra. Son individualistas, más europeos. Representantes de varias entidades de este tipo de Gipuzkoa explican a DV que «no hay relevo generacional».

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Begoña Elizondo e Iván González Cabalgatas de Elgoibar y Oñati

«Antes hacías un llamamiento y venía todo el mundo»

En la cabalgata de Reyes de Elgoibar participaban hace años unos 200 niños. «Cada rey llevaba 30 antorcheros, más egipcias, turcas, panderetas..., eran casi 200, pero este año para cada rey había unos quince antorcheros. Ha sobrado ropa». Nada que ver con lo que había ocurrido meses antes en una fecha que cada vez está cogiendo más auge entre nosotros. «Organizaron un paseo con antorchas en Halloween y hubo un movimiento enorme».

Desde hace catorce años, Begoña Elizondo se ha encargado de organizar la cabalgata junto a otros colaboradores, pero ya se ha hartado. «Antes había gente mayor, todos catequistas, y era una gozada verlos trabajar porque a un llamamiento aparecía todo el mundo». Ahora, por el contrario, «cuando hay que hacer reuniones vienen seis». «Yo me he encontrado muy sola en los últimos años y ya me he cansado. Es mi último año».

No le van mejor las cosas a la asociación de comercios Txanda, de Oñati, que en 2017 decidió organizar una cabalgata cuya trayectoria no ha sido boyante. El primer año «unos cien niños se apuntaron a través de la ikastola», dice Iván González, miembro de la junta de la asociación y, también, rey Melchor. «El segundo año bajó la participacion, lo que no me soprendió porque ya oía decir que la gente no estaba por la labor». A partir de ahí la cuesta abajo fue imparable. En 2022 no se presentó ningún voluntario para organizar el desfile y este año ha sido la parroquia la que ha organizado el recibimiento a los Reyes Magos, pero sin cabalgata. «Antes la gente se movilizaba más, había más personas que se dedicaban a ayudar, pero ahora quieren estar del lado de los que aplauden cuando pasa la carroza», se queja González.

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David Azurza Coros

«Los coros están menguando por falta de conexión con los jóvenes»

Hay una falta de compromiso de los jóvenes con el grupo. A la primera te dejan colgado y no vienen», asegura David Azurza, coordinador de actividades de las federaciones de coros del País Vasco y Gipuzkoa. De hecho, hay coros de los importantes, de los que viajan al extranjero, que «antes tenían lista de espera y ahora apenas pueden cubrir las bajas».

«Algo ha pasado», dice Azurza. En realidad, han pasado varias cosas. Por un lado, la pandemia ha provocado la desaparición de coros. Por otro, «la cantidad de coralistas está menguando por falta de conexión con los jóvenes». «Estamos preocupados porque estamos haciendo una inversión de años en infantiles y juveniles y la situación es débil», añade. Y si no hay base, el futuro se complica.

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La buena noticia es que «en Gipuzkoa estamos mejor que en el resto de Euskadi. Aquí la edad media de los coros es más joven que en Bizkaia y Álava, hay algo de relevo», afirma Azurza. Es un consuelo que maquilla una situación generalizada en la que «la falta de hombres» ha llevado a algunas agrupaciones «a transformarse en femeninas» y a otras a la desaparición. Y si dejan de existir «perdemos parte de nuestra cultura».

«Nos hemos sentido abandonados», se queja Azurza, que insiste en que «el mundo coral tiene un atractivo para los jóvenes». «Los coros son activadores del tejido social, tienen que recibir un apoyo institucional más vehemente», recalca.

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Ramón Amundarain Rondalla Laguntasuna

«Con la pandemia la gente se cansó y los más veteranos se dieron de baja»

Ramón Amundarain recuerda los buenos tiempos, cuando la rondalla Laguntasuna de Ordizia tocó para el torero José Tomás o acompañó a la voz de Ainhoa Arteta. Eran años en los que el grupo estaba compuesto por 25 miembros y seguía el legado de los tres primeros rondallistas, los que en febrero de 1960 hicieron realidad su sueño de formar un grupo de bandurrias, laúdes y guitarras.

Desde entonces Laguntasuna no hizo sino crecer. Daban conciertos en el extranjero, grababan discos, actuaban en bodas y hacían rondas a novias en calles llenas de público deseoso de escucharles. Pero los tiempos han cambiado y el entusiasmo de antes no es el mismo de ahora. «Durante la pandemia la gente se cansó y los más veteranos se dieron de baja», dice Amundarain.

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Al coronavirus se le ha unido un cambio de costumbres y modas. En las bodas, la rondalla debe hacer frente a la feroz competencia de los DJ y lo de rondar a las novias ha quedado anticuado. Tienen todavía momentos de gloria, como la alborada del 25 de julio, en plenas fiestas patronales. «Toda la gente hace gaupasa para salir con nosotros. Igual vienen 200 jóvenes », afirma Amundarain. Pero ya no es como antes. «Somos trece, con eso nos arreglamos bien». Los de mayor edad tienen algo más de 70 años, hay algunos de entre 60 y 70 y otros de 40 a 50 años. «Tenemos a dos chavalas jóvenes de unos 23 años. Ahora están haciendo un máster, pero pienso que este año terminarán y volverán».

Tras el parón por la pandemia, la rondalla comenzó a preparar su regreso. «Llevamos un año ensayando», dice Amundarain, que se muestra optimista por el futuro de la rondalla. «Lo peor ya ha pasado. Nosotros estamos dispuestos a seguir hasta que salgamos de la crisis y después ya vendrá gente joven. Yo pienso que con el historial que tenemos la gente entrará».

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Roberto Díez Carnaval de Tolosa

«Los que sacamos el humor a la calle somos los últimos mohicanos»

En el Carnaval de Tolosa sí hay relevo y ese es el problema, al menos según Roberto Díez, un veterano del grupo Arpegi, para quien la llegada de las nuevas generaciones de jóvenes está provocando una ruptura con el espíritu de la fiesta. «La esencia del Carnaval es el ingenio, el humor y la música», explica. Esta última se mantiene, pero el resto de la ecuación «ha descendido mucho». «Lo que hay ahora es muy poco humor y mucho ruido, un ruido infernal», se queja.

Se ha perdido «la esencia», insiste. «Me dan pena esas carrozas que no hacen nada y solo son botellones», dice Díez. «Ha caído mucho. Este año, de doce carrozas nueve han sido de jóvenes y de ruido, son discotecas con bar. Los que sacamos el humor a la calle somos los últimos mohicanos».

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J. Ignacio Iturrioz Caldereros de Ordizia

«Con una banda de música y dos sartenes no valía la pena seguir»

No sé qué ha podido pasar», dice José Ignacio Iturrioz, uno de los organizadores de los caldereros de Ordizia, que este año han dejado de salir, quizá definitivamente. La última vez que recorrieron las calles de la localidad fue en 2020, en vísperas de la pandemia. Desde entonces no lo han hecho, aunque este año el motivo no ha sido el coronavirus sino la falta de voluntarios. «Se ha suspendido porque la gente no quiere participar. Con una banda de música y dos sartenes no queríamos hacer el ridículo y hemos hecho un parón. No valía la pena seguir».

Iturrioz tenía 43 años cuando participó, junto a un grupo de amigos, en la recuperación de la comparsa de Caldereros. Salieron por primera vez en 1998 y el éxito fue fulgurante. «Nos quedamos a cuadros, salimos unas 400 personas», recuerda Iturrioz. La fiesta mantuvo su efervescencia hasta que la participación comenzó a caer sin remedio. «Al principio hablamos con los colegios, que lo tomaron como una actividad. Los niños salían en la comparsa y pensábamos que sus padres también lo iban a hacer, pero no lo hicieron. Preferían sacar fotos a sus hijos. Estos últimos años salíamos unas cien personas».

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La pandemia ha dado la estocada a los caldereros. Este año han intentado revitalizar la fiesta pero no han encontrado voluntarios suficientes. «Pensábamos que iba a haber relevo generacional pero no lo ha habido», se lamenta Iturrioz, que no acaba de entender el motivo. «Hay cola para salir en la Tamborrada y en Ordizia están arrasando los chavales de Ordiziarrock y Emaneurre, que no dejan de organizar actividades. Es curioso, unas cosas van bien y otras no. Todo esto no me cuadra», asegura.

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