Ángel y pamplonés LOBO ALTUNA

Donde no habite el olvido

Pañuelicos en San José. Los enterrados en el cementerio de Pamplona y su comarca, Sabicas, Pablo Sarasate... viven desde el Más Allá el Más Acá de las fiestas

Begoña del Teso

San Sebastián

Miércoles, 10 de julio 2024, 02:00

Decía el poeta desear disolverse allá donde habite el olvido. Soñaba Luis Cernuda ser solo 'Memoria de una piedra sepultada entre ortigas'. No sabía el ... autor, jamás tuvo acaso ocasión siquiera de cuestionárselo, que en Pamplona ni siquiera donde duermen los muertos habita el olvido. No al menos del 6 al 14 de julio.

Publicidad

El cementerio de San José, construido en 1808 en el barrio de Berichitos, entre San Jorge y el río, abre estos días que siguen asombrando al mundo a las 07.30 de la mañana y cierra pasadas las 18.30. Es decir, antes del encierro, antes de las corridas de la Feria del Toro. Las tumbas, los mausoleos y los nichos refulgen en rojo bajo el sol del verano. Decenas de pañuelos han sido atados a las argollas, a las cruces, a los motivos decorativos. Ángeles custodios, venerados cristos, todo el esplendor votivo de los panteones gitanos (recuerden, el gran Sabicas, tan tremenda su guitarra está enterrado aquí). Solo la ardilla saltarina no lleva pañuelo porque ¿quién la atrapa mientras, símbolo de la vida que habita allí, territorio de la Muerte, salta de cruz en cruz?

Pañuelos. Rojos. Alguno verde, pocos. Pañuelos con el escudo de la ciudad. Con el del Viejo Reyno. Con el de Osasuna, por supuesto. Sobre una lápida un 'Los amigos te recuerdan' y una fecha, la de la Final de la Copa del Rey, la de 2023. Sobre un trozo de mármol, otro pañuelo hace un guiño a 'la escalera de San Fermín', esas cenas, esos almuerzos, esos encuentros que algunos celebran el uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de junio para que la espera hasta 7 de julio sea más sabrosa...). Uno más, éste roído ya porque han caído lluvias y nieves desde que lo pusieron.

Cristo. También. Un Cristo en un panteón magnífico de mármol negro y en oro los apellidos de la familia que allí descansa el sueño eterno. El Cristo lleva al cuello el pañuelo festivo. Rosas blancas y rojas picoteadas por los colirrojos de tan apetitosas y frescas que lucen. Una cruz forman. Los pañuelos que la rodean se agitan con el suave viento. La pluma negra de una urraca cae sobre el pebetero. Hay vida en San José. No, poeta, no, este no es el sitio que buscabas para que 'mi nombre deje al cuerpo que designa en brazos de los siglos, donde el deseo no exista'. Aquí los nombres permanecen (toda la geografía navarra convertida en piedra porque hay Gorriti, Ezkurra, Esparza). Cuánto Fermín, cuánto Goñi. Algún Felicísimo, tanta Blanca, como tantas reinas. Aquí lo que queda de los cuerpos seguro que sueña con haber corrido el encierro. Y si no, quienes lo vieron o lo corrieron bajan a contárselo. No son pocas las visitas una vez que el último toro ha entrado en corrales. Ni escasas las que suceden antes de la entrada de las peñas en la plaza.

Publicidad

Una ardilla roja sobre la piedra roída de una tumba. VIven en el cementerio colirrojos, urracas.. LOBO ALTUNA
La gente se refleja en los flancos del toro de Maisonnave LOBO ALTUNA
Tras el encierro o antes de la bajada de las peñas, visita a quien ya se fue LOBO ALTUNA
Tumba gitana, ¡Viva Sabicas! LOBO ALTUNA
Nadie osará desatarlo LOBO ALTUNA

1 /

Un lugar sin pañuelos

El sol choca contra el blanco de los atuendos y las calles de San Pedro y San Simón reciben a mozos y mozas. Hay un lugar devastador en el cementerio. Hileras de cruces sobre la tierra. Muertos en la Guerra. 1936-39. Es el único lugar donde no hay pañuelos, donde no hay imágenes de San Fermín No hay 'gerrikos' entre las placas de latón. Pero el ángel custodio de una tumba lejana, engalanado él también de rojo, parece velar por sus almas. Hasta por la de unos cuantos soldados sin nombre, desconocidos.

No, nadie ha escrito entre esas cruces 'Nos dejaste tu música' por más que muchos requetés fueran al frente armados con acordeones pero el visitante ajeno les dedica un recuerdo pues viniendo del puente de Miluze vio a alguien con una camiseta que solo ponía Riau Riau, Riau Riau.

Publicidad

En Pamplona del 6 al 14 de julio nadie olvida nada. No hay ni penas ni olvido. Muertos y vivos. Vivos y muertos. Todos de rojo. Rojo pétreo. Ardilla roja. Lata roja de cerveza sobre tumba de piedra. Pañuelo rojo tapando las alas de bronce de un San Miguel de Aralar triunfante. Rojo. Mármol blanco para Sarasate. Un pañuelico muy chiquito en la tumbita de un niñito que se fue pronto.

No habrá penas ni olvido. Y la ausencia resulta en San José tal que dijo, ahora sí, el poeta. 'Leve como carne de niño'.

Salir de la paz, henchida de sanfermines, del cementerio habitado. Subir hacia las ferias, la Taconera. Golpetazo de vida rugiente. Los vivos tampoco olvidan. Nada. Todos se detienen ante la hornacina vacía de Santo Domingo. Todos disparan el móvil para hacerse un 'selfie' sin santico, pues la imagen del protector de quienes el encierro corren se retira siempre tras la carrera.

Publicidad

Recuerdos. Borrosos. El legendario toro del hotel Maisonnave ('Morenito', cárdeno', 530 kilos, ganadería La Quinta, joya de la taxidermia) está protegido por cristaleras que no se abren al paso de los que a Pamplona vinieron y bailan una mezcla de guajira y flamenco con la txaranga improvisada junto a la Escuela de Teatro. 'Morenito' refleja en sus flancos el blanco de los calzones, el rojo de los pañuelos.

Recuerdos borrosos de un San Fermín más. 2024. 'E poi? La morte è il nulla (¿Y después? La muerte es la nada') canta Yago en el 'Othello' de Verdi. se equivocó también el maestro italiano. En Pamplona, la muerte es vida. Roja.

Publicidad

Un oso blanco y Minnie Mouse en la plaza del Castillo

Camino del parking giras la cabeza para despedirte del Iruña, de La Perla y de Laba, ese rincón donde se ama, se habla, se escribe y se lee en euskera; allí donde se beben buenas birras y cuyas ventanas (en estas fechas y a las 8 de la mañana solo para socios) dan a Estafeta. De pronto algo llama tu atención desde unos balcones: un oso gigante blanco de peluche te dice adiós y desde otro alféizar Minnie Mouse te saluda. Todo es posible en Iruña. Figuritas de Playmobil corren el encierro en Decoraciones Idoya y en el gran bazar 'El pañuelico de Hemingway' han puesto pañuelo y 'gerriko' a los soldados de 'Star Wars'. Todo es factible de convertirse en 'souvenir', en 'exvoto' festivo en y de Pamplona. Una melodía, 'Guantanamera' cantaban en la calle Nueva, con Sound System acoplado. Una pulsera con eguzkilore vendida por mujeres andinas en Estafeta. El 'txantxingorri' (deliciosa torta de residuos fritos de la manteca de cerdo, masa de pan y azúcar.) de Garrarte, Arrasate o Donezar (tan distintos los tres...). Churros de Lerín. Todo consiste en evitar que hasta el próximo 7 de julio el olvido habite en nuestros corazones. Un muñeco, una torta, una canción. Rojo. Blanco. Negro toro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad