La llamamos Cerradura Egipcia pero el primer mecanismo ideado para cerrar una puerta se inventó en Mesopotamia. Mientras fuimos cazadores nómadas las únicas pertenencias personales ... eran las que podíamos portar encima. En el neolítico, descubrir que el trigo podía sembrarse provocó el desarrollo de cultivos y animales domesticados y la aparición de la propiedad privada.
Las comunidades se hacen sedentarias y construyen poblados, mejoran las técnicas agrícolas con el riego y el abono y aprenden a dejar la tierra en barbecho. Las innovaciones producen cosechas más abundantes y, por primera vez, hay excedentes agrícolas. Comienzan a tornear vasijas de barro para mantener el grano y levantan los primeros graneros. Proliferan las guerras y los ejércitos, que mantienen la paz a cambio de una parte de la cosecha y, no es casualidad, en esa época instalan la primera cerradura.
Por primera vez el esfuerzo se valoró más que el arrojo. El dominio de las labores agrícolas fue más importantes que la destreza con el arco. Surge la familia como unidad productiva, la monogamia como modelo de contratación. Aparecen los artesanos para surtir a los agricultores de aperos, cerámica, telas que truecan por grano y así nace el comercio. Podemos elucubrar si nuestros antepasados vivían mejor cuando eran nómadas y se movían libres de equipaje. Lo indiscutible es que aquella cerradura abrió la puerta, hace 10.000 años, a una civilización que nos cambió y aún perdura.
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