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Gipuzkoa envía los primeros camiones con 70 toneladas de ayuda humanitaria a Ucrania
Varios vehículos repletos de ropa de abrigo, material hospitalario, pañales y alimentos partieron ayer por la tarde rumbo a la frontera con Polonia
Las cajas se amontonan en una nave industrial del barrio de Ereñozu, en Hernani, donde ayer decenas de voluntarios trabajaban a marchas forzadas para cargar ... en los primeros camiones hacia Ucrania todo el material donado estos días por los guipuzcoanos. Dos tráileres de unas 24 toneladas cada uno partieron ayer por la tarde y, a estas horas, el aluvión de donaciones realizadas en los diferentes puntos establecidos por la Asociación Euskadi-Ucrania, como Donostia o Irun, viaja ya por carretera con destino Lviv, una ciudad al oeste de Ucrania, a unos 80 kilómetros de la frontera con Polonia. También desde la cooperativa Gexa ubicada en el polígono Lanbarren de Oiartzun quisieron arrimar el hombro con el envío de otro camión de 20 toneladas de capacidad lleno de medicamentos, pañales, ropa y comida hacia Polonia.
«Ahí se está concentrando la mayor parte de la gente. Calculamos que tardarán dos días y medio en llegar. Luego los voluntarios repartirán el material por toda Ucrania», explicaba ayer Inna Tomko, mientras coordinaba la logística desde este almacén de Hernani repleto de mantas, leche, pañales y latas de legumbres. «Es increíble todas las donaciones que estamos recibiendo, es una locura, la gente se ha volcado muchísimo. Pero es que hay necesidad», afirmaba entristecida.
El trabajo de los más de 20 voluntarios era incesante desde primera hora de la mañana, conscientes de que a más de 3.000 kilómetros se está librando una guerra. Entre quienes empaquetaban y rotulaban cajas se encontraba Eugin, hermano de Inna. «Llevo desde el principio aquí, echando una mano, organizando el material y montando palés, no paramos». En los camiones han cargado «sobre todo material hospitalario como analgésicos, vendas o alcohol y también pañales, toallitas húmedas, alimentos tipo conservas, de abrir y comer porque no pueden andar calentando la comida, sacos de dormir y botas y ropa térmica para los militares, camisetas y guantes», explica este ucraniano, vecino de Hernani desde hace 14 años. Cuenta que parte de su familia está en la ciudad de Chernivtsi, cerca de la frontera con Rumanía, y «todavía no han llegado las bombas ahí pero estamos muy preocupados por la situación». Habla a diario con su hermana, su cuñado y sus tres sobrinos y cuenta las horas para poder volver a comunicarse con ellos. «Están muy asustados, no saben qué esperar de todo esto», cuenta.
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Al fondo de la nave, entre una montaña de mantas y ropa donada, se calientan con un vaso de leche las ucranianas Inna, Nadia, Svitlana y sus hijos Caroline y Demetro. Llegaron hace tres días a Gipuzkoa desde Lviv después de un «angustioso» camino por carretera. «Salieron llorando, con mucho miedo y preocupación. Salieron con lo puesto, fue todo muy rápido», comentaba Nadia, cuñada de Svitlana y que hacía las veces de traductora.
Esta mujer ucraniana lleva 20 años viviendo en Gipuzkoa y ahora acoge a su familia en casa de su madre. No pasa un día en el que no piensen en los seres queridos que han tenido que quedarse en ciudades ahora devastadas por la invasión rusa y agradecen toda la ayuda que están recibiendo en cada esquina. «Es imposible llenar los dos camiones con todo lo que tenemos en el almacén», por lo que seguirán realizando envíos la próxima semana. De momento, «no hacen falta más leche ni mantas», indican.
«Escuché que se necesitaba transportar todo el material y no dudé en prestar un camión»
La historia del irundarra José Luis Perales es una de tantas manos solidarias que se suman a este mar de ayuda humanitaria para Ucrania. «Escuché en las noticias que había problemas para transportar todo el material que estaba donando la gente por falta de vehículos y de transportistas, así que pensé que podía hacer algo».
Inmovilizó uno de los camiones de la flota de la empresa para prestarlo a la asociación Euskadi-Ucrania y «el viernes pasado fuimos a Munguia junto con un conductor polaco de la empresa para cargar desde ahí», explica Perales, socio de Transportes internacionales PVM. «Metimos cajas y cajas de medicinas, alimentos no perecederos tipo conservas y ropa, serían como unas 12 toneladas en total, aunque el camión iba a tope».
A este hombre le conmovieron las imágenes devastadoras de la guerra y el sufrimiento de tantos ucranianos, con quienes tiene una relación especial. «Conozco a gente de ahí, te cuentan sus historias... y se me iluminó la cabeza. Al principio pensé en alquilar una caravana para ir a recoger gente a Ucrania, le estuve dando bastantes vueltas. Vi en las noticias la historia de dos gallegos que se fueron en coche para traer refugiados ucranianos pero al final descarté la idea, no les resultó tan fácil, además fueron sin nada organizado... y me surgió la ocasión de prestar el camión», explica Perales, que sigue muy pendiente el recorrido del envío que salió hace tres días. «El GPS me indica que está por el norte de Francia», dice ilusionado.
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