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Gipuzkoa recupera el vuelo
Una veintena de pilotos ultima el regreso del Real Aero Club de San Sebastián al tiempo que Pyrineum Escuela de Pilotos aterriza en Hondarribia
Los aficionados a la aviación en Gipuzkoa están de enhorabuena. Volar o aprender a hacerlo nunca ha sido tan fácil. Una veintena de pilotos privados ... del territorio ultima el regreso del Real Aero Club de San Sebastián, una noticia que se une a la apertura en el aeropuerto de Hondarribia de Pyrineum Escuela de Pilotos, que comenzará a funcionar a partir de esta Semana Santa.
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La pandemia abocó hace dos años al cierre a la última de las empresas dedicada a esta actividad en Gipuzkoa. Desde 2008, han sido varios los proyectos empresariales (Easoflyers, Fly Donosti...) que han intentado levantar el vuelo, sin éxito, de un movimiento que vivió su edad dorada a principios del siglo XX. Movidos por la «nostalgia» y con la «ilusión» de volver a despegar desde casa, varios pilotos guipuzcoanos comenzaron hace un año a gestar la idea de refundar el Real Aero Club de San Sebastián, un círculo «con solera e historia».
Se creó en 1910, solo siete años después de que los hermanos Wright realizaran el primer vuelo a motor de la historia, un hito que marcó el comienzo de la aviación. A principios del siglo XX, la capital guipuzcoana tuvo un papel destacado en impulso de la aviación con exhibiciones y competiciones aéreas sobre Ondarreta. Tal y como recuerda el historiador Javier Sada, la playa del barrio del Antiguo fue el primer aeródromo del territorio y el hipódromo de Lasarte le cogió el relevo en 1920. Así, en plena eclosión mundial del vuelo, Gipuzkoa comenzó a forjar su cantera de pilotos gracias a un club que llegó a tener un millar de socios. Pero ese 'boom' se fue desinflando y el aero club dio sus últimos coletazos hace casi cuatro décadas. Por eso, revivir de sus cenizas a este ave Fénix «no ha sido un camino fácil», explica Aitor Goñi, piloto y nuevo presidente.
Sin casi pistas y tirando de muchos hilos, lograron localizar a algunos de los miembros de la última junta directiva del Aero Club –cuya última acta data de 1974–, para que diera el relevo a una nueva generación. «Ha sido complicado, pero conseguimos localizar a uno de ellos. Nunca se me olvidará la cara de sorpresa que puso cuando le contamos el proyecto. Lo acogió con mucha ilusión, de sentirse parte de la historia», cuenta Goñi.
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Últimos detalles
Este donostiarra capitanea a un grupo de una veintena de amantes de la aviación entre los que hay pilotos comerciales y privados, instructores y hasta un comandante. Todos ellos tuvieron claro desde el principio que su proyecto no sería empresarial y que tenía que arrancar como club. «Como lo sustentan los socios es más fácil que sobreviva a los altibajos económicos. Y además queremos que la gente se sienta partícipe de esta iniciativa, un club es de todos, una empresa no», razona Goñi.
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El objetivo de estos herederos es devolver al aero club el esplendor de épocas pasadas y «que no lo volvamos a perder. Tenemos el ejemplo de Bilbao, Vitoria o Pamplona que tienen aero clubs muy asentados». Para ello, su principal tarea será la de sumar nuevos socios, «a cuantos más, mejor». El irundarra Javi de la Hoya, otro de los impulsores del proyecto y miembro de la nueva junta directiva, explica que el propósito es «que la gente que tiene licencia, que es mucha, pueda volver a disfrutar y también recuperar a todos aquellos que, por falta de alternativas cerca de casa, han dejado de volar».
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Real Aero Club de San Sebastián
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Fundación 1910
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Sede Por determinar
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Contacto realaeroclubdesansebastian@gmail.com
Si sus previsiones se cumplen, Gipuzkoa volverá a tener aero club este mismo mes. Están cerrando los último flecos -sede, página web...-, y por su puesto, el avión. «Va a ser cuestión de días. En cuanto nos llegue echamos a volar», aseguran ambos.
La aeronave que han alquilado a una empresa de Valencia es una Piper PA-20, con capacidad para cuatro personas y que estará a disposición de los socios. El Real Aero Club de San Sebastián funcionará como un club al uso. Cada miembro pagará una cuota fija al mes y podrá disponer, previa reserva, de la aeronave.
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Además de ofrecer una alternativa a los guipuzcoanos con licencia de piloto privado, desde el club quieren empezar a hacer cantera desde el primer día. «Un aero club se nutre de la escuela. Si no hay nuevos pilotos acaba muriendo», indica Goñi. Precisamente él, que además de piloto comercial y privado también es instructor, será el encargado de impartir las clases. «Pero además de enseñar a volar, también queremos dar charlas sobre aviación en otros mundos, seguridad... Dar a los socios una formación continua», explica.
Tanto Javi como Aitor animan a que todo aquel que tenga el gusanillo de volar a que lo prueben, con el aliciente de hacerlo «en un lugar privilegiado». Desde el Aero Club tienen previsto ofrecer vuelos de divulgación para el público general. «Es una experiencia que no van a olvidar», insisten. «No hay ningún lugar como este para volar. Tenemos la costa, montaña... es una experiencia única», explica De la Hoya, que lleva volando desde los 17 años y más de quince como piloto privado.
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Doble estreno
El regreso del Real Aero Club de San Sebastián coincidirá con el aterrizaje en el aeropuerto de Hondarribia de Pyrineum Escuela de Pilotos, una coexistencia a la que dan la bienvenida. «Nosotros no somos empresa, no tenemos ánimo de lucro. Lo que buscamos son socios y gran parte de ellos viene de las escuelas», indica Javi.
Precisamente, la alta afluencia de guipuzcoanos al aeródromo de Lumbier es lo que ha motivado a Pyrineum Escuela de Pilotos abrir una segunda sede en Hondarribia. «Aproximadamente la mitad de nuestro alumnos son guipuzcoanos, por eso nos parecía atractivo ofrecerles una base al lado de casa», explica Belén Arias, una de las dos almas de esta empresa navarra que comanda junto a su marido y experimentado piloto Pedro Santurde. Desde 2016, y con la pandemia de por medio, han formado a más de medio centenar de pilotos y ya tienen a cuatro alumnos preparados para echar a volar a partir de la próxima semana desde Hondarribia.
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«Volar es apto para cualquiera que quiera probar», indica Belén. Los únicos requisitos son tener más de 16 años y pasar un reconocimiento médico. «Tenemos alumnos de 17 años y también de más de 65». El curso consta de dos partes, una teórica y otra práctica que pueden realizarse en paralelo. «Como escuela, para nosotros la formación teórica es un pilar», subraya. Los futuros pilotos deben examinarse de nueve asignaturas y superar el 75% de las preguntas de cada uno de los test finales. «Son exámenes oficiales que se hacen en Madrid y es posible hacerlos todos a la vez», cuenta. Derecho aéreo, meteorología, navegación o conocimientos generales de la aeronave son algunas de estas materias. Con la teoría aprobada, el último paso es el examen práctico al que se accede con un mínimo de 45 horas de vuelo.
La duración de los cursos va en función de la disponibilidad del alumno. «Algunos se los sacan en cuatro meses y otros tardan año y medio. Pero el tiempo medio suele ser unos nueve meses», explican desde Pyrineum. En su base donostiarra solo se podrá obtener el título de piloto privado (PPL), que también se oferta en Lumbier junto al de ultraligeros.
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Para su aterrizaje en Hondarribia la empresa ha adquirido recientemente una aeronave modelo Tecnam P2010 TDI, con capacidad para cuatro personas y equipada con «la última generación en instrumentación».
Pero Pyrineum Escuela de Pilotos no solo se centra en la formación, también quiere «acercar la experiencia de volar al público general». Con ese propósito nació la actividad 'piloto por un día', que ofrece la opción de pilotar la aeronave al tiempo que uno puede disfrutar de cualquier entorno a vista de pájaro». De momento trabajan en dos rutas predeterminadas, «Donostia y costa vasca, y Pirineo, que tiene mucha demanda. Pero también es posible realizar un itinerario personalizado». «Volar está al alcance de cualquiera».
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El pequeño lío histórico de los dos aero club con el mismo nombre
Mikel G. Gurpegui
La historia de la aviación en Gipuzkoa nos revela un pequeño lío con dos aero club que convivieron durante un tiempo bajo el mismo nombre. El Real Aero Club de San Sebastián se fundó oficialmente en enero de 1910, con suntuosa sede en la alameda del Boulevard, 9. Sus socios usaban el aeródromo de Lasarte, que estaba pegado al hipódromo. Este aero club fue convirtiéndose cada vez más en un club social, menos volcado realmente en la práctica de la aviación (sus detractores lo conocían como Real Alameda Club), y las últimas informaciones apuntan a que se extinguió a mediados de los 80.
Al abrirse el aeropuerto de Hondarribia, se creó otro aero club en 1956, con sede en el propio aeropuerto y el nombre de Real Aero Club de San Sebastián, o sea, la misma denominación oficial que el otro. Este segundo aero club reactivó la actividad aviadora. En el libro 'La aviación en Guipúzcoa, 1908-1996', su autor Félix Elejalde da cuenta de los esfuerzos por reanimar la vida de ese segundo aero club que acabó languideciendo a finales del siglo XX.
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