«Fruta podrida, pañales contados, ni tiempo para poder hablar con los residentes»
Trabajadoras en huelga denuncian «peores» condiciones de trabajo y atención. «Están ahorrando a costa de los mayores», acusan a empresas y Diputación
Fue un relato de denuncias incómodas. «Pañales contados, fruta podrida, supervisoras escondidas en armarios para cronometrar el tiempo de atención, no tenemos ni cinco minutos ... libres para poder hablar con los residentes, y cuando nos sobran, tienes una llamada de dirección porque te han visto sentada desde una cámara de seguridad y te mandan otra vez a otro lado». Las trabajadoras en huelga en las residencias de Gipuzkoa, un conflicto laboral que cumple hoy 118 días de movilizaciones, denunciaron el jueves en las Juntas Generales que sus condiciones de trabajo y la atención a los mayores «están empeorando». A petición de Elkarrekin Podemos, Begoña Gainza, Ana Sastre, Lourdes García y Feli Velázquez trasladaron a los grupos no solo sus reivindicaciones laborales, sino «lo que ocurre dentro» de las residencias. «Están ahorrando a costa de los mayores», acusaron a empresas y Diputación.
Un año después de iniciarse las protestas, las trabajadoras no dieron síntomas de agotamiento. Begoña Gainza, trabajadora desde hace 28 años en la residencia de Bergara, denunció el uso que se hace de las cámaras de seguridad dentro de los centros. «Dicen que es para dar mejor servicio. Mentira. Están para controlar al trabajador. Tenemos cinco minutos cuando un abuelo está hospitalizado. Y cuando tenemos esos cinco minutos, queremos acompañar a esos abuelos y darles el calor que necesitan. Pero tenemos una llamada de dirección, porque nos han visto desde la cámara, y nos mandan para otro lado. Esa es la calidad del servicio que estamos dando hoy en día», remachó.
Quién echa siesta y quién no
Lourdes García lleva 19 años trabajando en la residencia San José de Ordizia, que pasó a manos del organismo foral Kabia en junio del año pasado. Desde entonces, siempre según su relato, «los cambios han ido a peor». Puso ejemplos: «Antes era todo de comercio local. Ahora la fruta viene congelada y podrida; el pescado, también congelado; la leche la comprábamos fresca en bolsas en caseríos y ahora es de brick; los huevos de Gorrotxategi, ahora son de marca blanca. Los pañales están contados. Tienen calculado cuántos necesita un usuario al día. Nos las vemos negras para encontrar pañales cuando un usuario tiene gastroenteritis, o incluso para poder comprar más plátanos cuando eso ocurre, porque hay que esperar a que se haga el pedido». García también relató los cambios organizativos que se ordenan los días de huelga, según su versión. «Se decide previamente qué abuelos echan ese día siesta y cuáles no. Los días pares, unos; y los impares, los otros. Así ahorran tiempo, y podemos limpiar el office para que cuando vengan desde Diputación o los familiares parezca que no pasa nada».
«La diputada Maite Peña nos toma por tontos cuando dice que ella no se siente patronal»
Txomin Lasa, Sindicato ELA
Ana Sastre, trabajadora de la residencia Txara II, contó «cómo nos están privando de hacer una huelga real», no solo por los elevados servicios mínimos, que ELA tiene recurridos ante la Justicia, sino por la forma en que aplican esos porcentajes de personal obligatorio. Habló de su empresa, Biharko. «Si hay que cumplir con el 80% del personal, no se computa en todo el centro, sino que se hace por plantas. Aun no habiendo nadie de huelga en el resto del centro, una auxiliar no puede salir toda su jornada. Puede entrar tres veces en una mañana. Trabajar quince minutos y salir una hora, volver a entrar y así». Feli Velázquez, de San Markosene en Errenteria, denunció «las cargas brutales», que pasan factura en forma de lesiones y bajas. «Nos exprimen física y emocionalmente».
Choque con el PNV
En la comparecencia salieron a la luz todos los reproches entre ELA y el PNV, partido al frente del gobierno foral, junto con el PSE. Txomin Lasa, representante del sindicato abertzale, acusó a la diputada, Maite Peña, de «tomarles por tontos» en referencia a las declaraciones de la responsable jeltzale en las que dijo que no se sentía patronal. «El preacuerdo está hecho -con las patronales Adegi y Matia-. Solo falta el dinero. Si la Diputación no lo quiere financiar, que lo diga», instó.
«El mundo de ELA es el mundo de la confrontación político sindical, igual que en la red concertada»
María Eugenia Arrizabalaga, PNV
Para EH Bildu, que «la decisión política» de la Diputación estaba tomada de antemano, «con una intencionalidad clara»: «No darles ni agua a este sector», denunció Ernesto Merino. Desde Elkarrekin Podemos también insistieron en la «responsabilidad» foral. Juan Carlos Cano, del PP, recordó que «el sector es el mejor de todo el Estado», pero manifestó su preocupación por la atención sanitaria en los centros. Y desde el PSE remarcaron que «los que salen perjudicados son los usuarios y las trabajadoras».
La juntera jeltzale María Eugenia Arrizabalaga acusó a ELA de mantener una estrategia «de confrontación política sindical», «igual que en el conflicto de la red concertada en Educación», comparó. Y le reprochó a Lasa que no estén sentados en la mesa negociadora, «que es el único lugar donde negociar».
Lasa calificó de «triste» el hecho de que Arrizabalaga «haya venido con el guión escrito y ni siquiera haya hecho un comentario sobre los testimonios de las trabajadoras».
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