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«Ya era hora; los controles han causado mucho estrés»
Los guipuzcoanos residentes en Iparralde asisten ilusionados a la reapertura hoy de la frontera. El último paso que quedaba para poder hablar, ahora sí, de 'nueva normalidad'
No veía el día en que se reabriera la frontera. Ya era hora. Las largas colas, la sensación diaria de pérdida de tiempo, el ... temor a olvidar el documento con los motivos para cruzar, algún agente más riguroso de lo normal que exigía más explicaciones de las necesarias... Los controles, sobre todo por la parte francesa, han causado mucho estrés». Uxoa Martínez pone voz a un sentimiento generalizado entre la población de origen guipuzcoano residente en Iparralde, que hoy asiste ilusionada a la reapertura total de la muga 97 días después de que el 17 de marzo España y Francia restablecies en una frontera que, con la excepción puntual de la cumbre del G7 en Biarritz el verano pasado, se creía superada para siempre hasta que llegó la crisis del coronavirus
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La normalidad vuelve a la muga
El hecho de que el confinamiento haya sido menos estricto que en España, que la desescalada haya sido más acelerada, y que al otro lado de la muga la sensación de ir volviendo paulatinamente a una vida más o menos cercana a la de febrero ha ido casi siempre un paso por delante, no evita que los más de 4.000 transfronterizos hayan vivido las consecuencias de la epidemia con mucha incomodidad y con la necesidad de alterar también sus costumbres.
El principal incordio ha sido el restablecimiento de los controles. Aunque no han supuesto en ningún momento el cierre total de fronteras que se temía al principio, han trastocado seriamente la vida cotidiana de un colectivo habituado a transitar entre los dos países como quien va de Eibar a Ermua o de Ibarra a Tolosa.
Por eso la sensación que tiene Uxoa, que ha cruzado casi a diario la muga para ir a trabajar, es que «en nuestro caso no se podía hablar de 'nueva normalidad' hasta que se quitaran los controles».
Y eso que, en realidad, el gran cambio para los transfronterizos llegó hace un mes, el 18 de mayo. Fue el día, a medio camino entre la fase 1 y la 2 en Euskadi, en que el Gobierno Vasco permitió la libertad de movimiento dentro de cada territorio. Si hasta esa fecha había que justificar por qué se quería cruzar la muga al entrar en una Gipuzkoa con la circulación limitada salvo por causa justificada, a partir de entonces las restricciones también se fueron relajando en los pasos fronterizos de Santiago y Biriatou y se permitió pasar sin excesivas explicaciones a quienes portan DNI español.
Para entonces, además, Francia había iniciado ya la semana anterior la primera fase de la vuelta al cole, permitiendo cruzar en sentido contrario a familiares guipuzcoanos de niños escolarizados en Iparralde si justificaban que iban a dejar, recoger o hacerse cargo del menor. Una circunstancia que fue aprovechada desde el primer momento por muchos abuelos para reencontrarse con sus nietos del otro lado del Bidasoa tras más de dos meses sin contacto físico.
Fin de semana con los abuelos
Uxoa, en cambio, optó por esperar algún tiempo ante la falta de certeza de que le dejasen pasar sin problemas para que sus hijos, Hugo y Julia, de 10 y 8 años, pudiesen volver a ver a sus abuelos de Irun, Justino e Isabel. El gran día fue el sábado pasado, cuando no solo fueron a visitarles, sino que se quedaron los tres a dormir en casa de los aitonas, donde se organizó «una gran fiesta con globos», relatan emocionados los txikis.
Como tantas otras abuelas, Isabel admite que el tiempo sin poder ver a sus nietos más que por videollamada ha sido «muy duro». Y eso que ha hablado casi todos los días con ellos. Habiendo sido profesora, se ha encargado de ayudarles con los deberes. Recuerda sobre todo un día que Julia se le puso a llorar al teléfono diciéndole que «la echaba mucho de menos». Isabel ha compensado esa ausencia con la pintura, una afición descubierta con el confinamiento y con la que se ha dedicado a dibujar a sus nietos. «A unos les ha dado por la repostería y a mí por la pintura», dice sonriente.
Poco a poco la situación va volviendo a su cauce y Justino e Isabel ya han vuelto a llevar esta semana a Hugo a la escuela en Urrugne (Julia comienza las clases mañana). La reapertura hoy de la frontera es el último paso para que esta familia, como tantas otras, recupere una vida similar a la de hace tres meses. Planes no les faltan. «Comer juntos el día de San Marcial, organizar una barbacoa, celebrar el cumpleaños de Hugo que no pudimos el 12 de abril, festejar el de Julia el 13 de julio, y visitar a la bisabuela Pilar, que con 87 años es persona de riesgo y por precaución aún no hemos ido a verla».
Uxue, además, tiene una «cita ineludible» hoy mismo con su amiga Ana, que podrá volver a cruzar de Irun a Hendaia para ir a correr juntas tres meses después.
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