La acusada de asesinato en Zumaia reitera su inocencia y el fiscal pide 22 años de cárcel
La defensa reclama un veredicto de no culpabilidad y en todo caso un año de prisión por homicidio imprudente
DV
Jueves, 6 de junio 2024, 13:18
«Soy inocente». La acusada de asesinar a la anciana de 91 años que cuidaba en Zumaia, que se expone a una condena de 22 ... años de cárcel, ejerció ayer su derecho a la última palabra para repetir que «todo» lo que hizo aquella noche en la habitación de la mujer «fue para ayudarla. En ningún momento pensé en hacerle daño. No estuve dos días cuidándola, sino que fueron tres años». El jurado popular deberá deliberar el lunes entre si asfixió a la nonagenaria, como mantiene la Fiscalía de Gipuzkoa, o si simplemente trató de salvarle la vida hasta el final, como sostiene la defensa. En todo caso, según modificó ayer su abogado, la encausada pudo incurrir en alguna acción «involuntaria» que precipitara la muerte de la señora, lo que constituiría un delito de homicidio imprudente, con un año de cárcel.
En la exposición de sus conclusiones, el fiscal pidió al tribunal al jurado que se «abstraiga» de la carga «emocional» expresada por algunos de los testigos que han comparecido desde el lunes. En especial, se refirió al de los dos hijos de la fallecida que resaltaron el «cariño» que la acusada siempre profesó a su madre, a la que cuidó desde 2017 hasta su fallecimiento, el 20 de noviembre de 2020; pero también a las palabras de la médico de cabecera y la enfermera que le curaba semanalmente las heridas, que manifestaron que la víctima se encontraba «en fase terminal» e incluso se habían «planteado la sedación». Y precisamente fue la cuidadora la que primero se negó a la sedación y se ofreció a cuidar de la anciana «hasta el final».
La Fiscalía considera que, efectivamente, el trato que recibió la nonagenaria «pudo ser cariñoso, pero no el más adecuado». Así, aludió a una posible «sobrecarga» de tareas por parte de la cuidadora que hubiera provocado «una manipulación inadecuada» de la víctima. «Quizá hubiera necesitado relevos nocturnos», sugirió.
El fiscal basó su acusación en la asfixia que apuntó la autopsia como causa de la muerte, así como los «golpes tremebundos» que constataron los forenses. Recordó que la necropsia descartó fallos vitales en los órganos internos y que una supuesta caída o un golpe con las barras laterales de la cama hubiera provocado todos los hematomas y heridas que presentaba la víctima, así como las fracturas de costillas, peroné y mandíbula. «Hubo distintas lesiones, en distintos lugares y causadas por distintos mecanismos».
Sobre la asfixia que habría causado la muerte, recordó que la acusada dijo que se encontró a la víctima con la lengua fuera y se la introdujo en la boca, pero la autopsia «rechazó» esta hipótesis como causa mortal. «Tampoco el delantal», cuando la cuidadora empleó su cuerpo y sus brazos para voltear el cuerpo de la mujer sobre la cama para tratar de reanimarla. «Las marcas en la barbilla, boca y la nariz son pruebas de haberle tapado la nariz y la boca con algún objeto irregular» que «podrían ser las manos, porque había arañazos». Sobre la herida incisa que la víctima presentaba en la parte posterior de una oreja, planteó que «con una mano» le tiró de la oreja y «con la otra» la asfixió –dijo– «con intención de matar».
Se refirió a que «cualquiera que sepa leer y escribir y las cuatro reglas» sabe que ante una posible muerte violenta, «no se toca nada». La cuidadora pasó una fregona y limpió la cara a la víctima antes de avisar a la hija y al 112, lo que «entorpeció la investigación». Negó conocer «el móvil» que habría motivado a la encausada a acabar con la vida de la mujer. «Es la gran incógnita, pero no es lo relevante».
Sin intencionalidad
El abogado defensor apeló a la «presunción de inocencia», al considerar que «no se ha probado» que la cuidadora asfixiara a la mujer y «mucho menos que su intención fuera acabar con su vida». Recordó que «todos los allegados» de la anciana coinciden en que «es imposible» que la cuidadora «hiciera algo que pudiera perjudicar» a la anciana, y llegaron a afirmar que el juicio era «un error». Además, la cuidadora se negó a que la mujer fuera «sedada» y «se ofreció a acompañarla hasta el final».
Sobre las lesiones que presentaba la anciana, admitió que tal vez la cuidadora se desempeñó con «un exceso» de ímpetu en el «empeño» por «tratar de salvar la vida» de la mujer mediante compresiones torácicas para reanimarla. Apuntó al hecho de que le reintrodujo la lengua en la boca, pero, en cualquier caso, «en ningún momento la asfixió de una manera consciente». Y considera «improbable» que «a la vez que le agarraba con una mano de la oreja, la asfixiase con la otra».
Sobre la limpieza de la escena, objetó que la limpieza fue de forma «burda», sin «ánimo» de ocultar pruebas. De hecho, «no podía esperar» que fuera a ser investigada por un delito, y limpió por «defecto profesional», ya que también se ocupaba de «mantener la casa presentable». Además, estaba «en camino» la hija, que «lo pasa mal» cuando ve sangre.
Por último, vio ilógico que la cuidadora quisiera matar a alguien «terminal». «Aparte de los hijos», que perdían a un ser querido, «la gran perjudicada era esta mujer» de origen latinoamericano, ya que perdía «su trabajo y su casa» a «un mes» de que caducaran sus permisos de residencia y trabajo.
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