¡Cómo pasa el tiempo! Ya hace doce años que estuve en las islas Fiyi, perdidas en mitad del Océano Pacífico y nada menos que ... a algo más de ocho mil kilómetros de América del Norte. Es decir a algo más de la quinta parte de la circunferencia terrestre. Son 333 islas, de las cuales 101 están habitadas. Visité la isla Viti Levu, dónde está la capital, Suva.
Entre las muchas cosas que aprendí sobre aquellas islas está que existe una iguana endémica. La pregunta que uno se hace es ¿cómo llegaron las iguanas a una isla remota? ¿De dónde vinieron? Puedo imaginarme cómo llegaron las aves, aunque tampoco es nada fácil, pero ¿cómo llegó un reptil herbívoro de cuerpo grande?
En un reciente artículo de la revista PNAS, cuyo primer autor es Simón G. Scarpetta, se contestan a esas preguntas. Un análisis exhaustivo de los genomas de las iguanas, concluye que las de Fiyi a las que más se parecen es a las iguanas del desierto de América del Norte. Por lo tanto se concluye que de algún modo tuvieron que ir las iguanas desde América a las islas Fiyi. Los autores suponen que lo hicieron en algún tipo de balsa natural, lo que representa uno de los viajes más largos documentado de vertebrados terrestres.
Los autores, teniendo en cuenta las diferencias de los genomas de las especies fiyiana y norteamericana, estiman que la dispersión ocurrió en el llamado «paleógeno tardío»; es decir entre hace 34 a 23 millones de años.
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