¿Qué fue del coche autónomo? Tengo que confesar que me equivoqué. En el año 2012 escribí un libro titulado 'El robot enamorado. Una historia de la inteligencia artificial' en el que defendía que en 2020 habría muchos coches que se conducirían solos por las carreteras del mundo. Cuatro años después (2024) sigue siendo una utopía, un sueño. Mi único consuelo, por aquello de que mal de muchos, consuelo de tontos, es que no me equivoqué solo. Eso es lo que decían empresas gigantescas como Google o Tesla. Me siento engañado.
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Ahora las expectativas han bajado. Ya no se habla de coche totalmente autónomo sino de ayudas a la conducción. El campo no está parado, se ha seguido avanzando, pero mucho más lento de lo esperado.
¿Hubo mala fe por parte de Tesla o Google? Creo que no. Pienso que simplemente cayeron en la vieja trampa del 80/20. Al principio de una nueva tecnología todo avanza muy deprisa y da la sensación de que en muy poco tiempo se llegará a resultados asombrosos (en nuestro caso la conducción autónoma por cualquier sitio, sin mapas previos). Pero la realidad es tozuda. Lo habitual es que el 20% del desarrollo final cueste el 80% del tiempo y de los recursos.
Supongo que eso es lo que ha ocurrido. Los espectaculares avances iniciales produjeron una gran euforia. Parecía que el 20% que faltaba tan solo eran detalles, pero no era así, lo que faltaba era nada más y nada menos que el 80% de los recursos.
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