«No es fácil mantener abierto un comercio en un pueblo pequeño»
La amezketarra Bego Altuna regenta el ostatu de Abaltzisketa, donde cuenta con una zona que destina a su pequeña tienda con productos básicos y delicatessen
Queso Idiazabal, alubias de Tolosa, jabones artesanales de Orendain y otros productos delicatessen se mezclan con los paquetes de legumbres, chocolate, aceite, azúcar y ... otros muchos productos básicos en el txoko que Bego Altuna ha instalado en el ostatu de Abaltzisketa. Productos básicos que consumen sus vecinos a lo largo de todo el año han cedido espacio y protagonismo a los que más demandan los visitantes que, aprovechando el buen tiempo, se acercan a subir a Txindoki o recorrer el camino accesible desde el casco urbano hasta Larraitz. Los turistas son más por estas fechas en Abaltzisketa y hay que aprovechar su presencia para hacer algo de caja extra, porque como reconoce Bego «no es fácil mantener abierta una tienda en un pueblo pequeño».
«Para poder sacar un sueldo digno tienes que trabajar duro y adaptarte a las oportunidades que surgen»
Bego Altuna
Regenta el ostatu de Abaltzisketa
El ingenio ha hecho que la amezketarra, que lleva ya cinco años trabajando en Abaltzisketa, haya diseñado unas originales sudaderas, bolsas, viseras y camisetas con una bonita estampa de Larrunarri, como no podía ser de otra manera. «Se venden bien entre los turistas, que quieren llevarse un recuerdo de su visita», asegura Altuna, que reconoce que «hay que adaptarse a la demanda de la gente en la medida que puedes y aunque nuestros clientes locales son fieles, también ofrecer algo atractivo para los visitantes».
Aunque Abaltzisketa reciba visitantes todo el año, «la mayoría se dirigen directamente al barrio de Larraitz, porque vienen al monte. Su intención en la gran mayoría de los casos es subir a Txindoki o hacer algún recorrido por la sierra de Aralar, lo que nos resta a nosotros clientes, ya que nos encontramos en el centro del pueblo, por el que muchos ni siquiera pasan», reconoce Bego.
«Mi clientela a lo largo del año es muy fiel y hay que reconocer que hay varias familias muy implicadas con mi proyecto»
La ubicación es una cuestión que ha hecho que la amezketarra haya dado una vuelta al proyecto que comenzó con su hermana Itziar justo antes de la pandemia. «Abrimos una tienda más grande las dos con el propósito de ofrecer mayor variedad de productos, pero la pandemia echó por tierra nuestros objetivos».
Pero Altuna siguió con el bar del ostatu donde ofrece menús, platos combinados, bocadillos... además de atender el servicio de comedor de la escuela de Abaltzisketa. «Para poder sacar un sueldo digno tienes que trabajar mucho porque somos conscientes de que estamos en un pueblo que tiene unos 320 habitantes». Para ello, «abrimos entre las 9.30 y las 10.00 de la mañana y cerramos hacia las 24.00 horas. A un horario flexible hay que sumarle que «tienes que adaptarte a las oportunidades que surgen, porque si no, no cuadran las cuentas».
A pesar de todo ello, Bego Altuna está contenta con la clientela de su negocio. «Es muy fiel y hay que reconocer que hay varias familias muy implicadas con mi proyecto. Vienen a comprar siempre que necesitan algo. Eligen hacer la compra en la tienda de su pueblo y es de agradecer». A lo que hay que sumar que «hay mucha confianza entre nosotros y no dudan en pedir aquello que necesitan o quieren y, si no lo tengo en ese momento, se lo traigo. Lo agradecen mucho».
La relación de Bego con sus clientes no se limita al interés económico porque ambos han realizado una puesta por vivir en un pueblo pequeño. «La relación que ha surgido entre nosotros es muy fuerte, cercana, incluso íntima. Eso no es fácil de conseguir, pero a base de empeño y esfuerzo por parte de todos lo hemos logrado. Además, permite que haya confianza a la hora de pedir y también de vender porque conoces los gustos de tus clientes y sabes que les puede interesar y no te cohíbe a la hora de ofrecerles algo sin que piensen tu interés por beneficiarte, que lo hagas solo como parte del negocio».
En su firme apuesta de vivir y trabajar en un pueblo pequeño, Bego Altuna sigue dando aire a sus sueños.
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