Euskaraz blai
Inmersión. ·
Los estudiantes que este agosto estudian en el barnetegi de Maizpide de Lazkao combaten el bochorno con actividades de ocio refrescantesUnos van a bailar a la plaza, otros salen a divertirse con juegos de agua –Lazkao arde a treinta y muchos grados–, hay quien prefiere una sesión de gimnasia indoor, a la fresca, y también existe la opción de la sosegada tertulia en el salón. En la variedad está el gusto y también el euskera, ese bien común que comparten jóvenes y adultos, hombres y mujeres en el barnetegi Maizpide. 70 personas conviven en una residencia donde se respira complicidad en torno al reto de aprender un idioma a través de la doble vía que implica la inmersión: clases y ocio, trabajo y diversión.
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El recreo y la distensión se antojan necesarios tras lo que se parece mucho a una jornada laboral, tal y como cuenta Álvaro García, burgalés de 35 años que repite experiencia en este centro de Lazkao. «Es duro porque tenemos casi ocho horas de clase. Pero luego está la convivencia. Me encanta relacionarme con la gente. De manera informal hablas con unos y con otros, bien durante las comidas, o en las actividades, o tomando unas cervezas por el pueblo. Relacionar euskera con ocio me parece fundamental para aprender de manera más llevadera».
Describe el programa del día: «Desayuno, dos horas de clase, descanso, otras dos horas, comer, vuelta a clase otras tres horas y a partir de ahí cambia el ritmo. Eliges un taller (baile, música, deporte, tertulia, canciones...) para una hora aproximadamente, luego tienes tiempo de ocio, llega cena y más ocio». Así dos semanas.
Maizpide ofrece la opción de marcharse a dormir a casa una vez finalizadas las actividades para volver en el desayuno del día siguiente. Una minoría se acoge a esta fórmula, pero Silvia Concha, madrileña de 42 años residente en Zeberio, lo agradece y pide que se resalte. Lo hace en euskera. No quiere que nuestra entrevista interrumpa su inmersión. «Garrantzitsua da jendeak jakitea lotara kanpora joan daitekeela, 'ez agobiatzeko' (estutu edo larritzeko, alegia)».
Necesidad y convicciones
Silvia responde al perfil de alumno de Maizpide en cuanto a motivaciones que justifican su presencia. Estudió Derecho y llegó hace doce años a Bizkaia, donde hizo un máster y el doctorado. Asume que el euskera le ayudará en el ejercicio de su profesión en Euskadi. No obstante, semejante apuesta requiere algo más que la necesidad laboral: inquietudes culturales y convicciones ideológicas. «Hemen bizi eta euskal kultura ezagutzeko garrantzitsua da euskara jakitea», advierte.
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Cuenta que «etorri nintzenean, ideiarik ez. Poliki poliki hasi ikasten, euskaltegian, batez ere lana aurkitzeko. Orain LAB sindikatuan nago abokatu moduan». Es su segunda quincena en Lazkao y también participó en un barnetegi de AEK en Arantza, siempre en periodo estival. ¿Para qué? «Batez ere azterketa ateratzeko. Bultzada bat emateko euskarari. Epaitegian gaztelaniaz egiten dut lan, baina nire harremanak euskaraz jorratzen ditut. Urte honetan ez bada ere, asmoa C1 ateratzea da. Orain lanean erabiltzen dut euskara ia egunero. Lankideekin errespetua irabazteko ere hobetu nahi dut. Eta jariotasuna hobetzeko».
Atraviesa una situación personal parecida Álvaro. «Hace cinco años vine a Gasteiz, encontré trabajo de educador social y decidí quedarme a vivir para siempre. Entonces, lo primero que me planteé fue aprender euskera. En Euskadi hay dos lenguas cooficiales y si voy a estar toda la vida aquí, no saber una de ellas es una barrera. Me apunté a la escuela de idiomas, pero bastante 'light', cuatro horas a la semana, mientras trabajaba con niños en educación infantil. No me lo pedían en la empresa, ni necesito título, pero quiero tenerlo».
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Así que en su tercer año en Gasteiz «me metí en el euskaltegi, todos los días dos horas. Ahí empiezas más en serio. Y en cuanto tuve mi primer agosto de vacaciones, vine a Maizpide para darle una 'bultzada' a mi euskera. Me empecé a soltar. En Vitoria es difícil cambiar de hábitos. En junio saqué el B2 y ahora voy a por el C1. Sin prisa. Si necesito otro empujón, en lugar de 15 días igual vengo un mes. Hace falta inmersión porque en mi entorno nadie habla euskera. Y a mí me cuesta. Me expreso con muchos errores».
Más atípico es el caso de Aitziber Martínez, vecina de Trapagaran de 35 años. Tras cursar todos los estudios en euskera, la vida postacadémica le ha ido alejando del idioma y el barnetegi es su dique de contención. Ella también quiere contarlo en euskera. «Beti ikasi izan dut euskaraz, eskolan eta unibertsitatean. Horregatik dakit euskara, familiak etxean ez baitaki. Baina ikasketa mundua uzten duzunean, lanean hasten zarenean, batez ere gure eskualdean, ez da asko egiten. Ikusi nuen maila galtzen ari nintzela. Akatsak zuzentzeko etorri naiz Maizpidera, eta euskaraz bizitzeko. Ekonomialaria naiz eta Trapagarango udalean lan egiten dut, herriko garapen eta enplegu agentzian. Enpresekin eta merkataritzan dabiltzenekin euskaraz egin nahi dut». Ha reaprendido parte de lo perdido. Y se va con una frase predilecta: «Maizpidera etortzea ez da ahuntzaren gauerdiko eztula» (venir a Maizpide no es moco de pavo).
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