Empresas y ayuntamientos de Gipuzkoa buscan in extremis dónde tirar sus residuos industriales
A quince días del cierre de Mutiloa, el único vertedero de Gipuzkoa para estos desperdicios, no se sabe qué hacer con las 200.000 toneladas que se tiran allí al año
A quince días de que cierre el vertedero Lurpe en Mutiloa, las empresas privadas y los 23 ayuntamientos agrupados en la Mancomunidad de Sasieta ... no saben qué hacer con las 200.000 toneladas de residuos industriales no peligrosos (aquellos procedentes de obras, de la actividad de empresas, muebles, electrodomésticos...) que se depositaban al año en la escombrera del Goierri. Se trata de la única instalación operativa en Gipuzkoa para tratar este tipo de materiales, en teoría previo proceso de separación y reciclado, pero ya no recibirá más desperdicios. Empresas afectadas y gestores de residuos consultados por este periódico no tienen en estos momentos solución al escenario que se les presenta a partir del 1 de marzo.
«A día de hoy, no sabemos dónde tirar los residuos», resume la incertidumbre el responsable de una planta de gestión de residuos que vierte en Lurpe unas 4.000 toneladas al año de desperdicios que no se pueden reciclar (por ejemplo, un material como el yeso). La crisis que se abre en Gipuzkoa es de mayor dimensión que las 150.000 toneladas al año de residuos urbanos de fracción resto -la basura que no se puede reciclar- que desembocaron en la construcción del complejo de Zubieta, con la incineradora, tras años de discusión política. En este caso son 200.000 toneladas, un problema como una montaña de grande, al que nadie da respuesta, ni desde el sector privado ni desde el público.
El cierre de Lurpe era previsible puesto que estaba llegando a su máxima capacidad, pero se ha precipitado antes de lo previsto, lo que ha dejado escaso margen a las empresas, que buscan soluciones a contrarreloj. La decisión les fue comunicada esta misma semana. Las alternativas no son sencillas, porque no vale con tocar a la puerta de otro vertedero, explica una empresa cliente de Lurpe. No hay tantas instalaciones abiertas y además su capacidad es limitada. El cierre de Mutiloa ha coincidido con la tragedia de Zaldibar que deja un drama humana, con dos trabajadores sepultados bajo la escombrera que se vino abajo el pasado día 6, pero también inutiliza uno de los principales puntos de vertido de residuos industriales en Euskadi, que recibió 511.000 toneladas de escombro en 2019.
Las claves
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Limitados Las opciones son Zalla, en Bizkaia, o algún vertedero fuera de Euskadi, pero su capacidad es limitada
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Coste Los gestores de residuos afirman que se encarecerá el coste del traslado a vertedero
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«Problema «privado» Las administraciones públicas recuerdan que «el responsable del residuo es el que lo genera»
Cada empresa está buscando la solución por su cuenta, «casi un sálvese quien pueda». Sobre la mesa está la opción de tirar los residuos en el vertedero de Zalla, que gestiona la empresa Cespa (Ferrovial), responsable también del vertedero de Mutiloa. Pero varias empresas que han recurrido a esta vía todavía no han recibido respuesta afirmativa, por lo que están barajando recurrir a vertederos de fuera de Euskadi. Esta salida tampoco resolvería el problema de un plumazo. «Para empezar, no todos los vertederos están autorizados para tratar todo tipo de residuos. Y además hay que tener en cuenta que estos vertederos también tienen una capacidad limitada, por lo que no pueden pasar a recibir de golpe miles de toneladas. Eso supondría acortar su vida útil», expone otra empresa consultada. Hay depósitos de residuos industriales no peligrosos en Navarra, por ejemplo, o en Castilla La-Mancha, donde ya tienen clientes vascos.
Lo que tienen claro las empresas que se quedan sin la opción de Mutiloa es que llevar los camiones con desperdicios fuera de Euskadi «elevará el coste, solo por el incremento del transporte». Ahora mismo todos los afectados están haciendo números, porque tendrán que decidir si asumen esa subida o si la repercuten en parte al cliente al que dan servicio -al que le recogen los residuos para tratarlos-. También temen que los vertederos que puedan aceptar su basura eleven las tarifas para recibir esas toneladas de desperdicios.
Las administraciones públicas tampoco tienen la solución y recuerdan que «la responsabilidad del residuo es del que lo genera», que está obligado legalmente a darle un tratamiento (separarlo, reciclarlo y verter el resto). La competencia de autorizar la actividad de instalaciones de gestión de residuos recae en el Gobierno Vasco, en concreto en Medio Ambiente, que se encarga también del control y de que cumplan la legalidad en materia medioambiental. Los ayuntamientos tienen responsabilidad en el plano urbanístico, a la hora de aprobar la habilitación de un terreno para ese fin o de dar luz verde a la ampliación de un vertedero ya existente.
El consistorio de Mutiloa, de hecho, rechazará formalmente la próxima semana la petición de la empresa Cespa para ampliar Lurpe, de ahí que se haya precipitado su cierre. La Diputación de Gipuzkoa, por su parte, no tiene competencias en esta materia, según recuerdan fuentes institucionales. Desde el cluster vasco Aclima, que engloba empresas especializadas en la gestión integral de residuos, rehusaron dar información. La empresa Cespa tampoco quiso dar más datos.
El vertedero de Epele, en Bergara, está lleno y pendiente de sellado
El vertedero de Epele, en Bergara, está lleno y pendiente de sellado. Las instalaciones, que gestiona la Mancomunidad de Debagoiena, llevan meses sin recibir ningún camión con residuos industriales no peligrosos, por lo que no es una opción válida para dar salida a los desperdicios que a partir del 1 de marzo no se podrán ya tirar en el vertedero de Lurpe en Mutiloa. Fuentes consultadas informan que la segunda celda de vertido -el hueco gigante donde se depositan los desperdicios- se colmató hace ya tiempo y está a la espera de ser sellada. Las instalaciones tienen espacio para habilitar una tercera celda, pero no se contempla esta opción, precisan fuentes oficiales, y además requeriría de una operación de envergadura, tanto desde el plano urbanístico, como de obra y de inversión.
El nombre de los vertederos de Epele y el propio de Mutiloa salió a relucir tras el desastre de Zaldibar, cuando el Departamento vasco de Medio Ambiente pidió al resto de vertederos abiertos en Euskadi colaboración para «atender las necesidades urgentes de gestión derivadas del derrumbe» de la instalación vizcaína gestionada por Verter Recycling, donde se depositaban al año más de 500.000 toneladas de materiales, incluidas 4.200 de amianto. La consejería que dirige el socialista Iñaki Arriola acotó esta petición a los residuos no peligrosos, procedentes de empresas y gestores públicos y privados, «con el fin de que la acumulación de estos materiales afecte lo menos posible al funcionamiento ordinario de dichas empresas y al medio ambiente».
Desde Gipuzkoa, el diputado del área, José Ignacio Asensio, se brindó a «colaborar» y «ayudar», aunque reconoció que no dispone de «un vertedero que ofrecer». Entonces, no había trascendido la noticia del cierre de Mutiloa, que la Diputación desconocía, y ya se dijo que Epele estaba también al límite.
En la misma resolución, el Gobierno Vasco informó a los titulares de los vertederos que se podrá adoptar, mediante la resolución correspondiente, «las medidas de urgencia que sean precisas par que dichas infraestructuras reciban los mencionados residuos en caso de que fuese necesario». La solución no ha llegado. De hecho, el Gobierno Vasco está depositando en un terreno cercano al vertedero de Zaldibar los restos de materiales que está retirando de la avalancha.
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