El vitoriano Francisco Gómez en el Camp Nou barcelonés. e. c.

El donjuán que pasó por Eibar y Soraluze

'El estafador'. El periodista Guillem Sánchez sigue el rastro del vitoriano Francisco Gómez, que timó a medio centenar de mujeres, algunas de ellas guipuzcoanas

david gonzález

Martes, 25 de mayo 2021, 06:34

Embaucó a medio centenar de mujeres con su palabrería y una imaginación desbordante. En Galicia vendió que era sargento de Salvamento Marítimo, fue piloto de ... aviones y probador de bólidos de Fórmula 1 durante su estancia en Gipuzkoa y ejecutivo de F.C. Barcelona en su Vitoria natal. Francisco Gómez, nacido hace 47 años, cumple condena en la prisión de Zaballa por engañar a una alavesa a la que hizo creer que era el amor de su vida. Esta víctima se ilusionó con el hombre ideal. Pero tras esa fachada impecable, hasta proyectaron ser padres, se escondía un estafador profesional que le birló 171.000 euros y las ganas de vivir.

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El periodista Guillem Sánchez ('El periódico de Catalunya') ha buceado hasta la infancia de este personaje. Su singladura ha quedado plasmada en el libro 'El estafador'. A lo largo de 232 páginas, Sánchez recorre la biografía de Gómez, que se hacía llamar David. En marzo de 2019, la Audiencia Provincial de Álava le condenó a cuatro años por la estafa a la mujer vitoriana.

Sánchez ha recopilado hasta medio centenar de víctimas. No todas llegaron a denunciar. Dio con él casi por casualidad. «En 2017 publicamos un breve sobre el arresto de un estafador a partir de un comunicado de los mossos. Un hombre de Eibar me llamó y me preguntó si esa persona era Francisco Gómez». Así lo constató. «Me dijo que estuvo en Eibar y en Soraluze entre 2003 y 2008 y que allí se hizo pasar por piloto de avión y probador de Fórmula 1».

Enseguida le vino a la mente la imagen de Leonardo Di Caprio en la película 'Atrápame si puedes', donde la megaestrella encarnaba a un polifacético timador que encandila al espectador. Pero Gómez, que comenzó a estafar desde muy joven, iba mucho más allá. «Un día me dijo que iba a Andorra. Le di 20.000 pesetas para que me comprara un equipo de música. Jamás volví a ver ni una cosa ni la otra», rememora un vitoriano que le conoció hace dos décadas. Por engaños como este pronto enhebró un profuso historial delictivo.

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Hace una década se especializó en mujeres. Las conocía por webs de ligoteo, les daba una identidad tan idílica como falsa. A partir de ahí les sacaba cuanto podía. Esa es la parte que más ha estremecido al autor de 'El estafador'. «Llevo muchos años haciendo sucesos. Me llevé un golpe tremendo. Dejaba destrozadas a sus víctimas. El aspecto económico acaba siendo lo de menos. Lo realmente grave era el daño emocional. Descubrir que tu pareja no existe es algo realmente aterrador», analiza. La víctima vitoriana, por ejemplo, «aún no se ha recuperado», cuenta su entorno.

En las localidades guipuzcoanas se hizo pasar por piloto de avión y probador de coches de Fórmula 1

Al comprobar la voracidad de Francisco-David, Sánchez comenzó a tirar del hilo. Recorrió media España. Se entrevistó con víctimas, conocidos, policías y personal judicial. Buceó tanto que llegó hasta su infancia. En esa fase es donde, cree este periodista, se labró ese carácter gélido. Capaz de enamorar, vaciar cuentas y desaparecer sin dejar rastro. Cuando 'acababa' una relación, bloqueaba a su víctima.

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«Sufrió abandono. En el libro, una persona de su entorno cuenta que 'no tiene remordimientos porque nadie los tuvo con él'». También ha pedido consejo a psicólogos, quienes han estudiado la figura de este estafador, que jamás usó la violencia física para perpetrar sus tropelías.

Admite parte de culpa

Guillem Sánchez, por cierto, intentó en varias ocasiones hablar con el protagonista de su historia. Le escribió al centro penitenciario y utilizó de intermediario a su abogado -un conocido letrado de Bilbao-, aunque siempre recibió su silencio.

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Una de las imágenes que usaba en las redes de ligoteo para engañar a sus víctimas. e. c.

El mismo que usó en los numerosos juicios por los que pasó. Hasta que llegó el de Vitoria. Ahí varió su estrategia. Habló de «despecho» de su víctima. Ella, protegida de su agresor por un biombo, relató entre sollozos todas sus penurias. Permaneció más de 200 días de baja y durante más de dos años siguió un tratamiento psicológico. Era -es- una persona rota. Aquellas palabras hicieron click en Francisco-David. Por primera vez mostró algo de humanidad. O quizá para obtener una rebaja, quién sabe.

Habló con su abogado y le pidió cambiar de estrategia. «Siguiendo las estrictas decisiones de mi defendido, el acusado recibió 171.400 euros por parte de la víctima en seis entregas». anunció. Los ahorros de toda una vida, y los de su familia. Le cayeron cuatro años de cárcel y el pago global de casi 200.000 euros. Hoy, Francisco Gómez es un interno más en la prisión alavesa de Zaballa, donde pasa desapercibido.

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