Francia renovará dos de los reactores de la central nuclear más próxima a Euskadi
La reforma, que tiene el visto bueno de las autoridades locales, ampliará el horizonte de actividad de Blayais, a 230 kms de Donostia
La central francesa de Blayais, la planta nuclear más próxima a Euskadi, va a acometer la renovación de dos de sus cuatro reactores cuando se ... cumplen cuarenta años de su puesta en funcionamiento. La reforma se inscribe en los planes de reactivación de la energía nuclear anunciados en noviembre por Emmanuel Macron y cuenta con el visto bueno de las autoridades locales, que se pronunciaron hace unos días de forma unánime a favor del proyecto. Blayais, al norte de Burdeos y a 230 kilómetros en línea recta de San Sebastián y a 280 de Bilbao, acoge cuatro de los 56 reactores nucleares que están activos en el país vecino.
La central de Blayais ocupa una amplia parcela a orillas del estuario de Gironda que pertenece al término municipal de Braud et Saint Louis, al norte de Burdeos. Se trata de la planta nuclear en activo más próxima a Gipuzkoa después de que la central de Garoña, en Burgos, dejase de funcionar en diciembre de 2012. Son 230 kilómetros en línea recta los que la separan de San Sebastián, una distancia inferior a la de centrales nacionales como Ascó, que está a 320 kilómetros, o Vandellós, a 350, ambas en Tarragona. En realidad, la segunda central nuclear más próxima al territorio –245 kilómetros– es también francesa y está en Golfech, cerca de Toulouse.
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40 años Son los que tiene la central nuclear de Blayais, que inició su actividad el 13 de junio de 1981.
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56 reactores Es la cifra de reactores atómicos que están en activo en Francia, que ha hecho de la producción de energía nuclear uno de sus activos estratégicos.
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7 reactores Son los que ahora están operativos en España. En Alemania, que ha apostado por la desnuclearización, solo quedan 6.
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75% Las nucleares proporcionan a Francia tres cuartas partes de su electricidad.
Blayais es una de las nucleares más antiguas de Francia. Entró en funcionamiento en junio de 1981, hace 40 años, y hasta hace unos meses los planes del Gobierno francés pasaban por la 'jubilación' de sus dos reactores más veteranos. El reciente golpe de timón que el país vecino ha dado a su política energética al redoblar su apuesta por el átomo ha propiciado un nuevo escenario. Los dos reactores que iban a ser desactivados serán sustituidos por dos unidades de nueva generación, denominadas EPR2 (European Pressurized Reactor), en un plazo de tiempo que aún no se ha llegado a concretar. La renovación significa en la práctica ampliar el horizonte de actividad de la central al menos en otros cuarenta años.
Lejos de suscitar rechazo entre los vecinos de la zona, la sustitución de los reactores ha sido acogida de forma muy favorable. La Comunidad de Comunas de Blaye (CCB), una mancomunidad en la que están representados concejales de una veintena de municipios próximos a la central, aprobó por unanimidad el pasado día 15 un pronunciamiento a favor del proyecto. La declaración, que otorga una indudable legitimidad política a la obra, hace hincapié en el papel de la planta energética como fuente de empleo y riqueza económica en la comarca.
Presión a EDF
Se trata de una iniciativa que busca sobre todo presionar a la empresa pública EDF (Electricité de France), que además de gestionar la central es el principal productor y distribuidor de electricidad del país y de Europa, para que dé prioridad a Blayais en la carrera por la renovación de las nucleares más veteranas que operan en el país galo. El gesto de los ediles es una prueba más de que la población del hexágono tiene una actitud mucho más favorable ante la energía nuclear que otras sociedades europeas. Se trata de una variable en la que influyen tanto el hecho de que en el país no haya habido un accidente equiparable a los de Chernóbil o Fukushima como la certeza de que la energía nuclear es un activo estratégico para la economía nacional.
La central de Blayais genera el 66% de la electricidad que se consume en Nueva Aquitania, que tiene una población de 5,8 millones de habitantes. Da empleo directo a 1.300 personas e indirecto a unas 700 subcontratas que ocupan a su vez a entre 1.200 y 2.500 trabajadores. «La planta es la principal fuente de empleo de la comarca», razonó en declaraciones a 'Sud-Ouest' Denis Baldès, alcalde de Blaye y presidente de la mancomunidad CCB, que insistió en que Blayais es un activo insustituible para fijar población en la zona.
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Otro de los argumentos que esgrimen los concejales en su declaración a favor de la renovación de la central es que Blayais contribuye a la lucha contra el calentamiento global. Prescindir de ella, aseguran, obligaría a la comarca a «reemplazar las fuentes de energía libres de carbono por combustibles fósiles» que tienen mayor repercusión en el cambio climático que la generación de energía nuclear.
A la espera de la evolución de los acontecimientos, el máximo responsable de EDF, Jean-Bernard Lévy, ha saludado el pronunciamiento de los integrantes de la mancomunidad y ha asegurado que Blayais reúne las condiciones idóneas para la implantación de dos nuevos reactores de nueva generación. «Es uno de los mejores emplazamientos tanto por los terrenos que ocupa como por las garantías que ofrece en lo que se refiere a la capacidad de refrigeración por su situación (en la orilla del estuario de Gironda)».
Una apuesta decidida por la energía atómica
Los 56 reactores nucleares que Francia tiene hoy día operativos contrastan con los siete que hay en activo en España o los seis que quedan en Alemania. La cifra es un reflejo de la decidida apuesta del país vecino por la energía atómica. Una apuesta que se ha redoblado como consecuencia del incremento de los precios del gas, otros derivados fósiles que ha elevado las facturas de la electricidad hasta límites insospechados. El reciente anuncio de Emmanuel Macron de retomar la construcción de nuevos reactores nucleares convierte en papel mojado los planes del Gobierno francés, que se comprometió en la época de Françoise Hollande a reducir del 75% al 50% la cuota de la energía de origen nuclear en la producción eléctrica, algo que significaba en la práctica el cierre de un tercio de las plantas operativas. Esa estrategia, que pasaba por alcanzar un 50% de producción mediante renovables, tiene pocos visos de prosperar a la vista de la evolución de los acontecimientos.
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