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Javier Peñalba
Domingo, 26 de agosto 2018, 12:01
Gipuzkoa ha rememorado este verano el treinta aniversario de las inundaciones de 1988. Elgoibar, Eibar, Mendaro, Soraluze, Bergara, Arrasate, Mutriku, Zumarraga, Antzuola, Urretxu, Azkoitia, Zumaia... vivieron un drama. En apenas dos horas, el cielo descargó una gran tromba. Las regatas de los principales ríos se desbordaron. Carreteras y calles canalizaron las avenidas de agua que arrastraron todo lo que se puso a su alcance. Dio igual que fuesen árboles, coches, animales o personas.
Quince personas perdieron la vida. Su recuerdo perdura en la memoria de muchos de los que vivieron aquellos difíciles momentos. Ángel López, Tomás Nova, Agapito Rodríguez, Noemí Peñalba, Beatriz Dacosta, Rosa María Dacosta, María Chávez, Jesús Rodríguez, Garbiñe Basauri, Ángel Novillo, Juana Sasieta, José Izaguirre, Bittori Ayastui, sor María Belén Aguirre y Rosario Oribe perecieron por las riadas.
Elgoibar fue la localidad más castigada. Nueve de los fallecidos residían en esta población o hallaron la muerte en ella. Entre las víctimas había tres miembros de una misma familia: las niñas Rosa y Beatriz Dacosta y su madre María Cháves, todas de ascendencia portuguesa. Las tres, junto a Noemí Peñalba, de ocho años, amiga de las hijas, se hallaban en una zona de huertas cuando el empuje de las aguas se las llevó. El padre y a la vez marido, Domingo Dacosta, testigo directo de los hechos, sobrevivió a la tragedia. Nada pudo hacer por salvarlas.
Un hecho igual de doloroso sucedió en Urretxu. José Izaguirre, su mujer Bittori Ayastui y la madre de esta, Juana Sasieta, también fueron arrastradas por el empuje del agua. Los tres se hallaban en unas huertas en el «Poblado Aparicio». Juana intentó guarecerse en el interior del Dyane 6 de su yerno. Bittori fue en ayuda de su madre y ambas fueron devoradas por la riada. José trató de salvarlas y corrió la misma suerte.
Los cadáveres de algunas víctimas no pudieron ser recuperados hasta transcurridos varios días. La fuerza de la riada fue de tal dimensión que algunos cuerpos terminaron en el mar. El cuerpo de Beatriz Dacosta fue hallado 48 horas más tarde sobre unas rocas en el club Náutico de Getaria. Sor María Belén Aguirre, baracaldesa aunque residente entonces en Azpeitia, fue localizada a cinco kilómetros de la desembocadura del Deba y Jesús Rodríguez, trabajador de la empresa Morkaiko de Elgoibar, fue hallado en un acantilado en Zumaia. «El drama humano fue tremendo», recuerda el jefe de la Guardia Municipal de Elgoibar.
A la pérdida de vidas se sumaron los daños materiales. Empresas anegadas al igual que viviendas, comercios, bajos o locales, calles levantadas y cubiertas de lodo. Las crónicas de la época cifraron las pérdidas en torno a los 20.000 millones de pesetas. Hoy serían algo más de 120 millones de euros.
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