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Puntuales cada uno a su hora, medio millar de lectores acudieron este miércoles al Aquarium invitados por El Diario Vasco para celebrar juntos el 90 aniversario del periódico. Una actividad más con la que este diario ha querido agradecer la fidelidad de sus lectores durante todos estos años. Casi 1.500 personas que cada día se informan en este medio se apuntaron al sorteo, pero solo 260 fueron los agraciados con una invitación doble. Para algunos de ellos supuso la primera visita al renovado museo. «Tengo el recuerdo del esqueleto de la ballena, era lo más espectacular», recordaba Ismael López, quien se mostraba «encantado» y dispuesto a repetir la experiencia. «Es cierto que cuando vamos a otras ciudades acudimos a muchos museos, pero es una pena que no valoremos lo que tenemos. Esta invitación de El Diario Vasco ha sido la excusa perfecta para venir».
Para Francisco Sorrondegi también fue la primera ocasión en el nuevo Aquarium. «De niño solía acudir a menudo, pero hacía tiempo que no venía», admitía mientras admiraba las maquetas de los barcos. «Siempre me han gustado estas maquetas, todo lo relacionado con el sistema de pesca», reconocía mientras anunciaba una próxima visita, «hoy se me han olvidado las gafas, tendré que venir otro día para leer toda la información». Otros lectores preferían detenerse durante más tiempo contemplando los objetos que explican la rica historia marítima de Euskadi o los orígenes de San Sebastián.
La mayoría de los invitados no perdieron la ocasión de inmortalizar la visita junto al esqueleto suspendido de la última ballena que se capturó en la costa vasca en 1878, uno de los elementos más singulares del Aquarium. Y prácticamente todos dedicaron unos cuantos minutos a contemplar los peces que habitan en el gran acuario del museo. «Es impresionante, espectacular, es como si estuviera metida en el mar», aseguraba María José Bacaicoa al atravesar por primera vez el túnel de 360 grados por donde veía pasar a los tiburones. «Siempre tenía pendiente la visita, y me estoy dando cuenta de que he perdido mucho tiempo al no venir antes».
Su amiga Lourdes Labayen, sin embargo, ya había acudido unas cuantas veces, «casi siempre con los nietos, pero de eso hace ya mucho tiempo», decía. Quien no perdió la oportunidad de llevar a uno de sus once nietos fue Carmen Estensoro, que acudió con Naia, de 4 cuatro años. «Siempre que puedo suelo venir con ellos».
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