«En una cueva el miedo es muy sano porque te mantiene vivo»
Ha logrado varias veces el récord mundial de profundidad en una sima.«Es casi como poner un pie en otro planeta», dice
Junto con su equipo, es el ser humano que más profundamente se ha adentrado en el interior de la Tierra. Ha conseguido en varias ocasiones ... el récord del mundo de profundidad, una marca que ha dejado situada en -2.200 metros en la sima caucásica Krúbera-Voronya. Sergio García Dils ofrecerá mañana en Tabakalera la charla 'Espeleología. Última frontera de la exploración humana en la Tierra', dentro de unas jornadas sobre homínidos organizadas por el Donostia International Physics Center (DIPC) y la revista Jot Down, con la colaboración de Kutxa Fundazioa.
– ¿Qué le lleva a una persona a arrastrarse por un tubo estrecho en una cueva y correr el peligro de quedarse atascado en cualquier momento?
– Lo bonito de la espeleología es que es exploración pura. Hay otras actividades de montaña en las que se trata de llegar a un sitio, pero sabes perfectamente a dónde vas. Con la espeleología alcanzas lugares donde ningún ser humano ha llegado antes, es casi como poner un pie en otro planeta. En el fondo es curiosidad.
– La montaña tiene vistas, pero ¿cuáles son las vistas en una cueva?
– Aunque parezca que en una cueva todo es estrecho y oscuro, en algunas ocasiones llegas a salas inmensas. A veces el paisaje subterráneo no tiene nada que envidiar al de la superficie.
– ¿Qué maravillas ha encontrado?
– Hay muchos tipos de cuevas. Algunas son bonitas o espectaculares por sus formaciones, pero en el tipo de espeleología a lo que me dedico lo que buscamos es profundidad. Lo que hemos encontrado sobre todo son ríos subterráneos, pero ríos de verdad, con un buen caudal, y grandes verticales. Hemos explorado algunas de más de 600 metros de vertical absoluta.
«La emoción del descubrimiento es algo que no se puede contar con palabras»
– Han llegado a 2.200 metros. ¿Hay lugares más profundos?
– Cuando nosotros empezamos a buscar cuevas más profundas, hace ya 30 años, el récord del mundo era de 1.600 metros y se consideraba que el 2.000 no podía existir. Ahora hay perspectivas de llegar incluso a los 2.700. Teóricamente se podría llegar a esa profundidad.
– ¿Cómo es ese lugar a 2.200 metros bajo tierra?
– Es exactamente igual que si estuviese a cinco metros de profundidad. No tiene nada de particular salvo que está muy hondo. La zona es la más estrecha de toda la cueva, son galerías angostas en las que además hay que bucear. En el fondo hay un sifón, es decir, una galería inundada.
– ¿Cuál es el sonido de ese sitio?
– Sobre todo suena a agua. Durante semanas estás escuchando el ruido del agua y conforme vas bajando cada vez hay más.
– ¿No es estresante estar escuchando durante semanas ese ruido?
– Es muy estresante para quien no sea espeleólogo. Hace unos años me llevé al Cáucaso a Jesús Calleja y la verdad es que el hombre lo pasó bastante mal. Nosotros ni lo escuchamos, es como el que se hace a la mar, el marino ni se fija en el ruido de las olas.
– ¿A qué huele?
– Ese lugar está más limpio que ningún otro en la Tierra. Tampoco hay olores muy particulares, no es como en el exterior, que huele a tierra mojada y cosas así. Entre que no hay nada orgánico y que son cuevas muy frías, no huele a nada en particular.
«Cuando sales al exterior después de varias semanas ves los colores de otro tono»
– ¿Cómo es la oscuridad absoluta?
– Esa es la palabra, absoluta. Ahí no solo es que no tienes luz sino que nunca ha llegado la luz. Dependes absolutamente de tu iluminación. Cuando estás semanas explorando bajo tierra ves la luz con el espectro luminoso de tu linterna, y cuando sales al exterior ves los colores de otro tono. Durante al menos un día los estás viendo diferentes.
– ¿Cuántos días suelen pasar ahí abajo?
– En exploraciones en las que tenemos que llegar bien profundo, llegamos a estar 3 o 4 semanas sin salir. Es un mes de trabajo subterráneo continuo.
– ¿Cuántas personas componen los equipos?
– Cuando hacemos exploración el número ideal es cuatro porque son los que caben en una tienda.
– ¿Después de tantos días en un espacio tan reducido salen igual de amigos que cuando entraron?
– Ese es el secreto de la espeleología. Cuando se hicieron las primeras misiones espaciales, las pruebas de convivencia se empezaron a hacer en cuevas con espeleólogos. Todavía hoy se sigue haciendo estas pruebas en cuevas por su situación de aislamiento total. La convivencia es la clave y los que somos espeleólogos desde siempre intentamos llevarnos bien.
– ¿La humedad es uno de sus enemigos?
– El tipo de cuevas que exploramos tienen un 100% de humedad relativa e incluso un poquito más, porque hay agua en suspensión. Es una sensación de estar permanentemente empapado; aparte de la propia humedad, siempre estás mojado y además, no puedes abrigarte, no es como en alta montaña, donde te pones un buen plumas y ya está. Nosotros no podemos hacer eso porque, para empezar, la pluma se moja y ya tienes un problema. Esa sensación de permanente humedad es de lo más desagradable que hay.
– ¿Han encontrado vida?
– Hemos encontrado más de una docena de nuevas especies. Son las más profundas del mundo y, lo que es más interesante todavía, forman un ecosistema. Hay carroñeros, depredadores..., no solamente especies aisladas, sino todo el conjunto. En biología se les llama extremófilos y te dan una idea de los mecanismos de supervivencia que podría haber en otros planetas, que podrían ser similares, con ausencia de luz y nutrientes mínimos.
«En espeleología nunca abandonamos a los compañeros, no es como el alpinismo, que dejan tirada a la gente»
– ¿También se puede encontrar la muerte?
– Tenemos pocos accidentes, pero muy sonados. La espeleología es una de las actividades de montaña más seguras, pero cada vez que hay un rescate tenemos que liar la de Dios. En espeleología nunca abandonamos a los compañeros, no es como en alpinismo, que dejan tirada a la gente en el Himalaya. Eso supone a veces que los rescates duren días o, si hablamos de algún muerto, incluso hay que trocearlo.
– ¿Se ha quedado atascado en algún tubo?
– Atascado, atascado, no, porque de lo contrario no estaríamos hablando ahora mismo.
– ¿Ha tenido miedo alguna vez dentro de una cueva?
– Cada año que pasa tienes más miedo. Yo hace años pensaba que malo sería que me diera una de las piedras que caen, pero cuando ya ves que van muriendo compañeros de una pedrada, pues te da más miedo. En Euskadi, un compañero nuestro falleció hace años en Galdames porque se le derrumbó una galería y ahí se quedó. Tú piensas que no va a pasar, pero como ya sabes que sí puede ocurrir, cada vez tienes más miedo.
– ¿Uno de sus compañeros de viaje es el miedo?
– Exactamente. El miedo es muy sano porque te mantiene vivo. Parece que no, pero con los años aumenta.
– ¿Entonces, por qué baja? ¿Qué busca?
– La experiencia de descubrir. Es algo que no se puede comparar a nada.
Unas jornadas para hablar de los homínidos
La undécima decisión del evento Ciencia Jot Down se celebrará mañana y el sábado en Tabakalera. Durante estos dos días, investigadores y divulgadores hablarán, entre otras cuestiones, sobre la evolución del cerebro en los homínidos, la fascinación por los cristales y las tensiones sociales entre cuidados y violencia. Además, habrá presentaciones de libros, mesas redondas y un taller para niños y sus familias. Las jornadas son gratuitas y los talleres infantiles requieren de inscripción en la web del DIPC. Toda la información está disponible en ciencia.jotdown.es y dipc.ehu.eus
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión