«Con el SARS nos tuvimos que quedar unos días en la universidad sin salir»
El colectivo chino de Gipuzkoa celebra hoy uno de sus días más esperados, el Año Nuevo, con un ojo puesto en el coronavirus
El coronavirus no ha dejado indiferente a nadie. La ciudad de Wuhan, en China central, permanece blindada desde hace un par de días y ... la preocupación no hace más que aumentar para los locales, que van a tener que celebrar el Año Nuevo chino, que es hoy, encerrados en casa. La alarma se ha extendido hasta Gipuzkoa. La diáspora china en el territorio, formada por 1.341 personas según datos del Instituto Nacional de Estadística INE, también tiene un ojo puesto en su país estos días y señala con inquietud que con motivo de esta festividad familiar, durante un par de semanas, «el continente asiático registra los mayores movimientos migratorios del planeta».
La directora del Instituto Chino de Gipuzkoa, Adela Lu Wang, de Chang Chun, en el norte, y Szu Hua, de Taiwan, en el sur, viven en Donostia y llevan varias jornadas pegadas a cualquier pantalla donde puedan informarse de la actualidad de su país. El móvil, la tablet, la televisión, el ordenador... Todo les sirve con tal de estar al día de las últimas noticias sobre el coronavirus, que tanto les recuerda al síndrome respiratorio agudo y grave (SARS), «aunque con matices».
Si bien ambas se muestran «optimistas» sobre la evolución de este virus, Adela no puede evitar que le venga a la memoria aquel año 2003, cuando más de setecientas personas murieron a causa del SARS, que muestra una secuencia genética que coincide con la del coronavirus en un 80%. No obstante, expertos afirman que el nuevo virus «parece menos virulento y con una mortalidad significativamente inferior» que el anterior.
Cuando el SARS paralizó China, Adela se encontraba en la universidad. «Vivía en el campus y por la pandemia nos tuvimos que quedar en la residencia sin salir», explica. «En la calle casi no había movimiento. Todo estaba cerrado, incluso pararon el transporte público», añade. Tras lo sucedido hace casi dos décadas, y comparándolo con la situación actual, confía en que «el virus pase pronto. Esta vez se ha reaccionado más rápido». Ella ya tiene su billete de avión a China en el mes de junio, por lo que espera que la situación «esté bajo control» para entonces. No quiere que su país vuelva a vivir unos días de caos como los de 2003.
Su compañera Szu se muestra de acuerdo con ella. «Al haberse prohibido la salida de Wuhan, ahora la situación será más fácil de controlar», dice. Entre otras medidas, los trenes ya pasan de alto las paradas en esta ciudad y el Gobierno ha repartido mascarillas especiales para la ocasión. «Esperemos que la situación se solucione pronto», insiste. Mientras tanto, «aquí seguiremos atentas a cómo evoluciona el virus».
Días clave
Este brote de coronavirus ha surgido en uno de los momentos más importantes del calendario chino. Desde el primer día del mes lunar hasta el decimoquinto, millones de personas viajan a lo largo y ancho del país para reunirse con sus familiares y celebrar la llegada del nuevo año, en esta ocasión el de la rata de oro. Esta vez lo harán con un ojo puesto en el coronavirus. También seguirán alertas Adela y Szu, aunque en su caso primará sobre todo la fiesta.
«Es una fiesta muy familiar y mucha gente viaja de un país a otro para estar con sus seres queridos»
Adela Lu, Chang Chun
«Este día comemos hojas de mostaza. Son largas y grandes, y simbolizan la longevidad»
Szu Hua, Taiwan
Ambas cenarán con amigos y darán la bienvenida al roedor dorado con comida típica de su país. Szu Hua cocinará los platos que en estas fechas come en casa y Adela, por contra, irá a un restaurante chino de la capital guipuzcoana, «que poco o nada se parece a nuestra gastronomía real», ríe.
En China las tradiciones varían dependiendo de la zona, pero el pescado es uno de los platos estrella que comen en todo el país para celebrar el nuevo año. La pronunciación de este alimento, 'yu', suena igual que la palabra 'sobrar'. Por eso se elige este principal, «porque aunque haya terminado el año todavía nos sobra dinero». El menú está lleno de simbología. También ocurre con el pollo, que simboliza «agarrar la fortuna», apunta Adela.
Además, en el norte se comen raviolis chinos. A uno de ellos se le introduce una moneda en el interior. A quien le toque, tendrá suerte durante los próximos 365 días. En el sur, por contra, «se comen hojas de mostaza. Son largas y grandes y nos aportan longevidad. No las podemos cortar porque si no serían más pequeñas y ya no harían su función». De postre, uno de los más habituales es una especie de magdalena hecha de harina de arroz y azúcar. «Es como un bizcocho blando que nos da suerte y fortuna».
La fortuna es precisamente la protagonista de estas fechas y este año, más si cabe. Además de todas las tradiciones que se hacen para invocarla, según el zodiaco chino este es el año de la rata de oro y este roedor «nos protege, además de que nos trae prosperidad material».
Sobre rojo
La cena de la víspera y la comida del día son dos de los momentos más especiales para los ciudadanos chinos, pero también los fuegos artificiales que adornan el cielo del país en estas fechas. Aunque si hay algo que recuerdan con especial cariño Adela y Szu son «esos sobre rojos que nos daba nuestra familia por Año Nuevo. El Olentzero no llega a China así que es muy típico que a los niños se les dé dinero dentro de un paquetito», cuentan. «Ese es uno de los grandes recuerdos que tenemos», insisten entre risas.
Pese a que esta es una festividad familiar y se celebra, en su gran mayoría, en casa, las calles se suelen llenar de cantidad de colores durante una quincena. China para durante siete días, de manera oficial, «pero mucha gente alarga sus vacaciones hasta dos semanas». Durante esas largas jornadas de ocio se dan espectáculos como las luces de hielo en el norte, que son edificaciones hechas de agua congelada y adornadas con lámparas de colores en su interior. También es posible ver la danza de los dragones. Pero todo antes de limpiar la casa en profundidad, «solo así conseguiremos deshacernos de las malas vibraciones y las enfermedades que han estado cerca durante este tiempo».
Seguro que este año esta es una de las tradiciones que más a rajatabla se cumple. Pocas casas quedarán en China que todavía no se hayan visto sometidas a un exhaustivo proceso de desinfección, dejando atrás todo lo malo que 2019 trajo a sus vidas, como el coronavirus de estos últimos días. Quizá los más rezagados estén a tiempo de dar los últimos cepillados.
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