Varios jóvenes descienden de un autobús de Dbus junto al campus universitario de Ibaeta, a primera hora. Michelena

«Por las mañanas el bus va a tope, vamos pegados unos a otros»

Usuarios habituales del transporte público critican la saturación de viajeros en franjas horarias determinadas

Martes, 3 de noviembre 2020, 06:34

Hasta ahora no sehan detectado focos en el transporte público, pero es un hábitat idóneo. Espacios cerrados, donde se aglomeran más viajeros de lo ... recomendable y donde «es imposible guardar la distancia de seguridad», según denuncian algunos usuarios habituales. Y es que determinadas líneas de autobús presentan una elevada ocupación de pasajeros a ciertas horas del día y las paradas son un hervidero. Universitarios que cogen a diario el autobús para acudir a las clases en el campus de Ibaeta aseguran que «por las mañanas el bus va a tope». «Nosotras cogemos el de las 8.25 horas y los asientos suelen ir ocupados al completo y de pie vamos todos apretados, unos pegados con otros, es una vergüenza», censuran Iraide, Lorena y Enara, usuarias de la línea 45 y vecinas de Aretxabaleta, Arrasate y Pamplona, pero residentes en Donostia durante el curso académico.

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El hecho de no poder guardar la consabida distancia de seguridad en la que tanto insisten a la ciudadanía las autoridades sanitarias es lo que más molesta a Antia, estudiante de Derecho. «O sea que no nos dejan estar en casa con nuestra familia más de seis personas pero luego vamos todos apiñados en el autobús, no tiene ningún sentido», critica.

Sus compañeros de facultad, el donostiarra Peru y la errenteriarra Enara, también sufren las aglomeraciones en las líneas 5 y 13 a primera hora de la mañana. «A las 8.00 horas va lleno pero es que no nos queda otra que cogerlo, no podemos esperar al siguiente», aseguran. Para la mayoría, tomar el transporte público es la única opción.

Lo cierto es que, en tramos de mayor afluencia, resulta físicamente imposible guardar la distancia sanitaria si se viaja en un asiento doble, al lado de otro viajero de pie o sentado a menos de un metro de la fila anterior o posterior. «Es inevitable rozarse», señalan, y «por mucha mascarilla que llevemos, si estamos a pocos centímetros los unos de los otros...», dicen encogiéndose de hombros. La beasaindarra June y la tolosarra Laiene cogen a diario el autobús de Tolosa, «el directo» a Donostia y apuntan que «aunque han puesto otro de refuerzo, se llenan igualmente».

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Aforos

Al poco de iniciar la conversación con Ana, que espera en la parada para regresar a Tolosa, donde reside, comienzan a aflorar las contradicciones en torno a las medidas impuestas para frenar los contagios. No entiende que el interior de los vehículos vaya «petado» y que después entren en clase de forma escalonada para evitar agolpamientos o se hagan grupos 'burbuja' en los colegios.

En su opinión, tampoco le resulta «lógico» que se reduzcan aforos en bares, comercios o en cines, y en el transporte público no. «¿Quién controla cuánta gente se sube en cada parada y cuánta se baja? ¿Por qué si está a reventar, los conductores siguen dejando que entre gente? ¿De qué sirve respetar de forma escrupulosa el metro y medio en la parada si luego dentro vamos todos pegados?», critica.

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Laura es la excepción que confirma la regla. Esta estudiante de Educación Social comenta que al tener clases por la tarde y entrar a la una del mediodía, «no suele haber mucha gente a esas horas, en cambio tengo una amiga a la que trae su madre en coche todos los días desde Errenteria porque dice que en el bus no se monta ni en broma de la gente que hay», asegura.

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