El chapuzas de las obras, suma y sigue

El investigado cuenta con una dilatada trayectoria y viene actuando al menos desde 2008. El supuesto estafador distribuía publicidad en buzones, portales y bares y se ofertaba para realizar trabajos de reparaciones en pisos a precios económicos y en poco tiempo. En Gipuzkoa se ocultaba detrás de varios nombres comerciales: 'Reformas Josetxu' 'K-2' y 'Donostia'. En los pasquines que distribuía facilitaba varios números de móvil.

Suele convenir un presupuesto del que el arrestado exige un adelanto que oscila entre el 20 y 30% para la compra de los materiales. Tras recibir la cantidad establecida, envía a unos operarios, algunos de los cuales carecen de conocimientos de la profesión, y dan comienzo a las labores de derribo de aquellas dependencias que hay que reformar. Se han dado casos en que cuando terminaban la primera jornada laboral, los operarios se ausentaban para no regresar más.

El acusado dejó un rastro de su presunta actividad ilícita por diferentes localidades de Gipuzkoa. Donostia, Tolosa, Oiartzun y Errenteria, Irun... fueron algunos de los escenarios. Se desenvolvía con absoluta impunidad hasta que la Guardia Municipal de Donostia tomó cartas en el asunto. En enero del pasado año agentes de este cuerpo procedieron a su detención, aunque quedó en libertad con cargos tras ser puesto a disposición judicial.

El investigado vuelve a estar de nuevo de actualidad en Bizkaia, donde han aflorado en los últimos otras treinta personas perjudicadas, alguna de las cuales ya han interpuesto denuncias en su contra, según aseguran a este periódico varios damnificados. Se estima, sin embargo que el número de reclamaciones cursadas por la vía penal contra el investigado ascienden a unas setenta. «Cuando el otro día acudí a la comisaría de la Ertzaintza de Barakaldo, el agente que recogió mi denuncia me confirmó que se acercan al centenar. Las hay en todos los territorios, sobre todo en Gipuzkoa y Bizkaia», afirma una de las damnificadas más recientes, vecina de una localidad situada en la margen izquierda del Nervión.

Las víctimas vizcaínas, al igual que lo hicieron las de Gipuzkoa, reclamaron los servicios del presunto estafador después de que recibieran publicidad en el buzón. En Bizkaia usó nombres diferentes a los de Gipuzkoa: 'Reformas y Reparaciones Euskadi', 'Jesús' y 'Guillermo'. Su 'modus operandi', no obstante, ha sido idéntico prácticamente en casi todos los pasos. «Yo pacté con él la forma de pago y le adelanté una parte. El presupuesto inicial era de 18.500 euros y le hice una primera entrega de 6.000 euros», explica una de las afectadas.

«Las obras arrancaron y los primeros días había diez personas trabajando. Lo de romper lo hicieron enseguida. Pero las jornadas pasaban y veía que aquello no avanzaba. Cuando iba a casa, veía a los obreros sentados en los tres únicos sacos de cemento que había. Les dije: '¿Aquí nunca se trabaja o qué? Me decían que estaban esperando el material. Y más adelante reconocieron que el jefe no les pagaba», relata.

La perjudicada indicó que las obras empezaron en abril y que en agosto estaban ya estancadas. «Dejaron las paredes descarnadas y había tubos de distintos colores para el cableado, pero poco más. Al final, decidí interponer la denuncia», afirma esta víctima, quien cifra en una treintena el número de perjudicados en el entorno de Bilbao, a la vez que desvela que han iniciado un proceso para constituir una plataforma

Josué S. J. se encuentra a la espera de que el proceso judicial que se instruye en Donostia concluya y que se fije fecha para la vista. Según estimaciones policiales, el importe que estafó se aproxima a los 200.000 euros.

El investigado ya afrontó un juicio en la capital guipuzcoana por el que fue absuelto, aunque la Fiscalía solicitaba dos años y nueve meses de prisión y la devolución de 9.000 euros a dos familias perjudicadas de Bergara. El magistrado, tras la valoración de las pruebas, absolvió al acusado al considerar que no había quedado probado que tuviera el ánimo de defraudar. Recordó además que fueron las perjudicadas las que tomaron la decisión de rescindir de sus servicios antes de que concluyera los trabajos. «Es precisamente lo que está buscando, que le digas que no regrese más. Ese es el error, porque luego él tiene la oportunidad de decir que tenía previsto terminar, cuando sabemos que no es así. Y desde luego, si se le dice que no vuelva, que nadie piense que va a devolver el dinero», afirma otra de las perjudicadas.